El pasado 9 de abril se desarrolló la Primera Fase del XX Congreso del PCE. El partido eurocomunista expresa en sus debates las contradicciones nacidas de la derrota de su estrategia política. Se vuelve al punto de partida: lo mismo de siempre con distintos nombres y algunos titulares llamados a contener las inquietudes de los sectores combativos de sus bases, atrapados en la falsa teoría del Congreso (n + 1).
¿Qué propone el PCE? Más etapismo.
Las tesis debatidas por la militancia del PCE en su extraño proceso congresual suponen el abandono formal del pacto constitucional. Ante la crisis en la cúspide que se expresa en nuestro días, constatan el agotamiento del diseño capitalista plasmado en la Constitución de 1978, el mismo diseño que el eurocomunismo apuntaló traicionado a la clase obrera.
Treinta y ocho años después, el PCE afirma que no participará en un proceso de reforma constitucional. Cosa que seguramente sea así, pero no por propia voluntad, pues del dicho al hecho siempre hubo un gran trecho en la política oportunista, sino porque hoy las clases dominantes no les necesitan, en la medida en que el papel jugado ayer por Carrillo y el PCE lo juegan hoy con mayor soltura Pablo Iglesias y Podemos.
Treinta y ocho años después, un Congreso del PCE comienza a discutir lo que los leninistas de nuestro país apuntaron con acierto durante toda la transición. Pero no para avanzar en una senda revolucionaria, sino para señalar que hoy la contradicción política se expresa entre “reforma o ruptura”, representada la primera en la reforma constitucional y, la segunda, la vieja “ruptura democrática”, en un proceso constituyente protagonizado por la “ciudadanía” en el que, ¡incluso!, se pueda elegir entre Monarquía o República.
Pero, treinta y ocho años después, el PCE es incapaz de plantearse siquiera la pregunta central: ¿qué clase está en el poder? Por tanto, la República que proponen, para llegar en un impreciso horizonte por un camino que no se indica a un socialismo indefinido al que se apunta como utopía, es una etapa meramente burguesa. Se trata de un embellecimiento del capitalismo envuelto en nuevos ropajes, pues cualquier marxista es consciente de que los derechos que el PCE dice que garantizaría su República son imposibles sin un cambio de la clase en el poder, sin la dictadura del proletariado, como elemento teórico pero sobre todo práctico, como poder organizado de la clase obrera revolucionaria, como República Socialista.
¿Salida de la UE? Para continuar en el capitalismo.
Junto a la vuelta a la “ruptura democrática”, como si nada hubiese cambiado en cuatro décadas, se plantea ahora el PCE la cuestión de la UE. Y triunfa una medida enmienda en la que se propone la salida de España de la UE, pero, de nuevo, sin asociar esa salida a un cambio de poder, sino a una alternativa en clave nacional que pueda provocar la solidaridad de los trabajadores y trabajadoras de Europa, basadas esencialmente en el impago de la deuda “ilegítima” (como si hubiese alguna que no lo fuera), en restringir los movimientos de capitales o en la creación de impuestos sobre los mismos.
Pero, el movimiento se demuestra andando y que nadie se engañe, los eurodiputados con carnet del PCE continuarán plácida y obedientemente en el Partido de la Izquierda Europea, un partido de la UE, haciendo lo que han hecho siempre: apuntalar el bloque imperialista europeo desde el flanco izquierdo bajo el señuelo de una imposible reforma del imperialismo en favor de los pueblos. Algo que sólo una fuerza como Izquierda Unida fue capaz de plasmar hace años en aquella gráfica consigna de “Europa sí, pero no así”.
¿Recuperar funciones? Para no utilizarlas.
Otro de los mantras abordados en el debate fue la recuperación de funciones por el PCE, delegadas en IU desde tiempos inmemoriales. No tardó el propio José Luis Centella, en su calidad de Secretario General, en echar un jarro de agua fría encima de las ilusiones de algunos sectores militantes, señalando que esas decisiones “no tienen consecuencias inmediatas” y que de lo que se trata es de “reconstruir IU como movimiento político y social”.
No se trata de un avance hacia la recuperación de funciones, sino de no cerrar puertas ante el fracaso estrepitoso de Izquierda Unida, o sea, del “proyecto estratégico” del propio PCE. Así, y en caso de que las cosas vayan todo lo mal que parece que pueden ir, el aparato del PCE estaría legitimado para “configurar un espacio de confluencia de carácter rupturista”, o sea, para entrar al juego de una confluencia superior con Podemos tras el limitado alcance de la autodenominada Unidad Popular.
La lucha interna y el Congreso (n + 1).
Tras décadas de renovaciones y refundaciones, y ante la constatación del fracaso de la estrategia oportunista, los sectores de izquierda dentro del PCE, que honestamente desean que en España exista un Partido Comunista digno de tal nombre y comprometen su vida en la lucha diaria de la clase obrera y de los sectores populares, con el asunto de la ruptura con la UE y de la recuperación de funciones, se ven de nuevo atrapados en la lógica tramposa del Congreso (n + 1).
El PCE volverá a ser un Partido Comunista siempre en el siguiente congreso, en este caso, para algunos, en la Segunda Fase del XX Congreso, convertida así en el Congreso (n + 1). Y si ahí no se logra, será en el siguiente. El palo y la zanahoria que conduce a militantes comunistas honestos, tarde o temprano, a la más absoluta desesperación, al hartazgo tras años de infructíferas luchas internas para, quizás, algún día, ganar el Congreso (n +1).
Así, en las últimas décadas, se han quemado cientos de militantes comunistas que eran imprescindibles para afrontar las tareas que nuestra clase obrera tiene por delante. Los tiempos son convulsos y los nubarrones anuncian tempestad. En estas condiciones es necesario que los sectores que se reclaman del marxismo – leninismos aborden desde ese prisma el debate.
Dos congresos: ¿reforma o revolución?
En estos momentos se desarrollan dos debates congresuales, ambos bajo denominación comunista. En uno de ellos, el XX del PCE del eurocomunismo contemporáneo, se aborda la forma de proseguir con la misma estrategia oportunista, cambiando el lenguaje empleado para tratar de cubrir con una hoja de parra la constatación de su fracaso. Para ello se tira de “cultura de Partido” y se recata de algún apolillado documento la formulación de la “ruptura democrática”, señalando que la contradicción se da entre “reforma o ruptura”.
En el otro, el 10º Congreso del PCPE, se discuten cosas bien distintas. El partido marxista- leninista siempre tuvo claro que la contradicción gira entre “reforma o revolución”, por tanto nuestro congreso debate sobre el tipo de partido necesario para organizar esa revolución y sobre el trabajo para que la clase obrera y las masas la lleven a cabo. Y esa es la tarea a la que los y las comunistas debemos dedicar todas nuestras fuerzas, esas y no otras son las exigencias de nuestro tiempo.
Que nadie se engañe, “ruptura” no es una forma de referirse a la “revolución”, sino la nueva envoltura de la política oportunista, del reformismo. Antes, la política reformista se insertaba dentro de los límites del acuerdo constitucional de 1978. Ahora, ante la crisis de ese marco constitucional, la política reformista se expresa en los límites de un proceso constituyente para un nuevo acuerdo constitucional burgués, que como mucho instituya una República igualmente burguesa. Y a eso se le llama de nuevo, cuatro décadas después, “ruptura democrática”. Al PCE le sobra “pasión por la unidad”, para garantizar su supervivencia, y le falta ser un partido comunista para organizar la revolución.
Mano tendida a quienes así lo perciban, a quienes se niegan a traficar con los principios, a quienes quieren levantar en España un Partido Comunista heredero de las mejores tradiciones de lucha de nuestra clase obrera en la Guerra Nacional – Revolucionaria, en la lucha guerrillera, en la clandestinidad y heredero de la III Internacional. Mano tendida a quienes a diario combaten como comunistas en sus centros de trabajo y estudio, a quienes quieren un Partido Comunista de lucha en las condiciones contemporáneas, un partido marxista – leninista, un partido como el PCPE.
Porque España no necesita cambio ni ruptura, necesita una Revolución Socialista.
¡Viva el marxismo – leninismo!
¡Viva el 10º Congreso del PCPE!
R.M.T.