Los llamados “papeles de Panamá” tienen en su haber la cabeza de un Primer Ministro de Islandia, también la de un Ministro de Industria de España, y una larga lista de capitalistas que miran con preocupación hacia esa filtración y que revisan sus listas con ansiedad.

En primer lugar, hay que considerar la cuestión de quiénes son los que dieron a conocer estos documentos de un importante despacho de abogados en Panamá. Sus autores, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, según diversas fuentes, tuvieron el apoyo de la USAID (es decir, la CIA) para conseguir esta información.

Hay que tener en cuenta que han sido muchos millones de datos los filtrados y que, para un objetivo de esta envergadura, no basta con cualquiera que tenga unos conocimientos informáticos sofisticados, sino que es necesario disponer de un equipo de muy alta cualificación. Un despacho de abogados, como Mossack Fonseca, no puede dejar de tener un Sistema de ciberseguridad de muy alto nivel, pero a pesar de ello su base de datos fue impunemente hackeada.

Así, se pone de manifiesto, una vez más, cuál es la vulnerable situación de la información en el espacio cibernético. Y se puede relacionar esto con el tipo de garantías que ofrecen los diversos medios existentes de almacenamiento masivo digital, muchos de ellos disponibles de forma gratuita.

No existe ninguna seguridad para nuestros datos una vez que se colocan en las redes digitales. Toda información que entra ahí puede ser capturada y procesada con altísimos niveles de eficacia. Por tanto, las clases sociales en el poder –sus aparatos represivos–, tienen la posibilidad de disponer de un conocimiento ilimitado de nuestras actividades y de nuestro pensamiento. Los sistemas de geolocalización complementan esta vulnerabilidad, facilitando el conocimiento detallado de las actividades de nuestra vida en tiempo real.

La publicación de esta ingente información tiene, también, intencionalidades políticas muy amplias. Una de ellas es la disputa por el control de estos paraísos fiscales. Desacreditar a Panamá, como una sede segura para los grandes evasores de impuestos, significa reorientar ese flujo multimillonario de dinero hacia otros destinos que se consideren más seguros. ¿EEUU? Puede ser.

La burguesía española, parasitismo y corrupción.

Queda a la vista cuál es la actitud social de los sectores más adinerados del capitalismo español. Patriotas que evaden sus ganancias para no pagar impuestos. Se calcula que, en los distintos paraísos fiscales, existe una cantidad de depósitos estimada entre las dos o tres decenas de billones de dólares. Si ese dinero no estuviera refugiado de esa manera anónima, sumaría una tributación fiscal de algunos cientos de miles de millones de euros, que actualmente se evaden impunemente.

En el caso de España hay nombres muy significativos, pertenecientes a sectores muy diversos: Pilar de Borbón, Rodrigo Rato, Oleguer Pujol, JM Soria, Francisco Paesa, Miguel Blesa, Mario Vargas Llosa, Pedro Almodóvar, Messi y un muy largo etcétera.

Banqueros, aristócratas, artistas, empresarios varios, policías, deportistas, etc., componen la nómina de quienes se reclaman, en esta sociedad, como ciudadanos y ciudadanas ejemplares, y se destapan como vulgares estafadores de la Hacienda pública.

El Ministro Soria se fue, el capitalismo sigue.

Siempre nos puede quedar la satisfacción de que, aunque sea de rebote, el destape de los “papeles” se llevó por delante al Ministro Soria. Hoy mineros y canarios, especialmente, celebran la caída de este déspota, que despojó a la minería de sus recursos económicos para seguir con su actividad extractiva, y que, en Canarias, es uno de los representantes más destacados del caciquismo local.

La actividad de Soria y su familia, ahora publicada, está relacionada con los negocios de exportación. Eso, en el archipiélago, es expresión de su pertenencia a esas familias que formaron su riqueza apropiándose del esfuerzo del campesinado canario y de sus condiciones de vida miserables. Aparceras arrastrando sus hijos recién nacidos en una jaula por los surcos, trabajadores de las plataneras contaminados por el malatión y cuarterías de zinc, fueron la base de la riqueza de esa burguesía que evade sus ganancias a Panamá.

Como decía Benedetti: “Un torturador no se redime suicidándose, pero algo es algo”. Es una alegría que Soria haya caído, Repsol perdió su aliado principal.

Pero aquí el capitalismo sigue, y la lucha también.

Carmelo Suárez

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