Es sabido por todos que la acusada crisis de sobreacumulación que padece el capital , y que descarga sobre nuestras dolidas y por fin inquietas espaldas, se centra en el insuficiente incremento de trabajo gratis extraído a la clase trabajadora (plusvalía.) y que impide remunerar adecuada y más copiosamente a una masa incrementada de dinero-capital . Cada nuevo intento de poner en marcha un determinado volumen de dinero- capital necesariamente mayor que en la inversión precedente se encuentra con el inconveniente de no alcanzar una cantidad de excedente (plusv.) más grande. Si bien es cierto que aumenta, es insuficiente, demasiado chico, para remunerar de forma adecuada el volumen de dinero-capital puesto en marcha, lo que se manifiesta en un descenso del nivel de la tasa de beneficio.

 

Hay insuficiencia en la producción de plusvalía para proporcionar tasas adecuadas de ganancias que permitan la acumulación y reproducción del capital. En la actualidad hay grandes dificultades para reinvertir alguna parte del excedente conseguido, calculado en 2,16 billones $, mientras que en la llamada época dorada del capital la reinversión se calcula en 150.000 millones $ en 1950 y de 420.000 millones $ en 1973.

Esa situación, en la actualidad de una colosal gravedad, exige al sistema del capital buscar dentro de su naturaleza y lógica diversas soluciones. La más clásica, en la que se manifiesta la unidad inquebrantable de la clase capitalista, consiste en la búsqueda incesante de la superexplotación, buscando remunerar la fuerza de trabajo por debajo de su valor a través de mecanismos varios como a) intensificación del trabajo, b) prolongación de la jornada, c) expropiación del trabajo necesario a la trabajador/a. Sin renunciar al aumento de la propia productividad del trabajo.

A resaltar que en los tres mecanismos indicados la característica fundamental consiste en disminuir a la trabajador/a algunas condiciones que les permiten reponer y reproducir su fuerza de trabajo. En los dos primeros casos al exigir un mayor deterioro de sus capacidades, un esfuerzo superior, que conlleva un desgaste prematuro. Y en el tercer mecanismo por retirar parte del consumo indispensable para la conservación normal de su fuerza de trabajo.

Otra solución del imperialismo persigue el máximo despliegue de los inquietos monopolios en todas las zonas del planeta. Se trata de acceder al reparto de la plusvalía creada. La exigen con arreglo a su corpachón, al volumen de su capital, a lanecesidad de que no pueden parar de acumular, de concentrar y centralizar capital. Y aquí comienza el resquebrajamiento de la unidad, es el principio de la irreconciliable desavenencia. Las aves de rapiña colisionan por el reparto presente del botín, y también por el futuro. Se comportan como bestias carnívoras exigiendo su pitanza según el tamaño respectivo y a ser posible sin dejar resto para el más escuálido. En realidad, lo que sucede es que lo que unos comen, lo dejan de comer otros. El reparto de la presa es eso, reparto.

Esto último es un peligro para la humanidad y un auténtico desastre para los pueblos que padecen el horror de la intervención imperialista. Pues no es un único país al que se le puede tachar de imperialista. La naturaleza del desarrollo capitalista se basa en la acumulación, en la necesidad imperiosa de aumentar su volumen de capital, así que en cualquier país con determinado estadio de acumulación de capital la oligarquía constituida dispara la exportación de capitales, la absorción de materias primas, se prepara para el enfrentamiento con otros imperialismos (hoy hay una guerra del petróleo, de divisas….. que ya miserabiliza a naciones,…) ….No hay disparate, brutalidad, crueldad, horror y crimen que no estén dispuestos a realizar; sobre todo hoy dada la incapacidad creciente para remunerar el capital ya creado.

Nos enfrentamos ya a una horrible realidad y debemos estar atentos a los conatos de enfrentamiento, a las bravuconadas y desafíos de unos y otros. A los enfrentamientos ya existentes en unos cuantos lugares por la intromisión y la avidez imperialistas. Debemos con la mayor urgencia y la mayor insistencia propagar, organizar y movilizar masas y masas por el frente antiimperialista, contra los planes y preparativos de guerra, contra la guerra imperialista. Es la única posible solución a la tragedia presente que debemos impedir.

POR EL INTERNACIONALISMO DE CLASE

OTAN NO

POR EL FRENTE ANTIIMPERIALISTA

POR LA SOCIEDAD SOCIALISTA

Granada, enero 2016

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