En las últimas semanas la elección de Jeremy Corbyn como futuro candidato laborista a primer ministro en Gran Bretaña, ha situado de nuevo el debate sobre los gobiernos de izquierdas. No es un debate que no hayamos afrontado, todo lo contrario, ya que se reproduce de manera recurrente cada vez que el sistema es cuestionado o incluso cuando se agudiza la lucha de clases. Los ejemplos más claros los tenemos en el estado español con PODEMOS y la descomposición de IU y con Syriza en Grecia.

 

La prensa ya se ha hecho eco de una serie de promesas estrellas, destacando: ciertas nacionalizaciones como las de los ferrocarriles, el Royal Bank of Scotland y empresas energéticas (sin especificar demasiado), la eliminación de tasas en la enseñanza pública y la creación de un sistema similar al de salud, más impuestos a los ricos, ayudas para el alojamiento y un mayor control en el alquiler de la vivienda, el aumento del salario mínimo y máximo salarial, no bombardear al Estado Islámico y fomentar el diálogo en la región, un vagón para mujeres en los trenes nocturnos para evitar el acoso y el machismo, campañas, etc, son sólo algunas de las medidas. La candidatura de Corbyn ha sido apoyada también por sindicatos y el propio PCB.

Leído esto en la prensa, seguro que la mayoría de la clase obrera de izquierdas pensará que un gobierno de Corbyn será en beneficio de la clase obrera británica. Ahora bien, si uno se lee su corto programa hecho publico y lo analiza desde la perspectiva de la clase obrera, verá que no es oro todo lo que reluce.

Analizando sólo alguna de sus medidas, la gran duda es: ¿buscan tambalear el capitalismo? o por el contrario, ¿afianzará el sistema capitalista?. Por ejemplo, las nacionalizaciones de sectores energéticos y el Royal Bank of Scotland, ¿son para acabar con el monopolio energético y financiero? ¿con nacionalizar eso basta?. Me temo que no. ¿Luchará contra las estructuras imperialistas y la OTAN o simplemente la agresión utilizará otros medios más sutiles? Será el mismo perro con distinto collar; de hecho, ya ha dicho que en el referéndum por la salida de la UE ya ha manifestado que votará por mantenerse en la UE.

Leerse el programa no tiene desperdicio, se utilizan conceptos y eufemismos para esconder la explotación y la miseria como el de la "economía casino", "profundos desequilibrios", "crecimiento (capitalista) sostenible", "inversión en todos: ricos, pobres, etc".

Está claro que los comunistas siempre debemos apoyar la mejora de las condiciones de vida y los derechos de la clase obrera, pero siempre desde la perspectiva del avance real de sus derechos; es decir; medidas que creen las condiciones materiales para que estos sean posibles, eso supone eliminar los privilegios de los monopolios y la oligarquía. No se trata de redistribuir la riqueza de una manera más equitativa y justa, como dice Corbyn, sino de que la riqueza pase a manos de quien la genera: la clase obrera. ¿Nacionalizaciones y mejoras del alquiler?, bienvenidas sean, pero a costa de los monopolios y no perpetuando la desigualdad de una manera más velada.

Es muy revelador que la mayor contradicción que existe en este sistema, la del capital-trabajo, no sea analizada en profundidad ni cuestionada por Corbyn. Sólo se hace una pequeña referencia a "un trabajo más decente para todos", ¿qué es más decente? ¿los/as trabajadores/as tendrán una nueva posición de poder respecto a salarios y derechos a costa de la burguesía? Es decir, ¿se van a cuestionar la posición en las relaciones de producción? Está claro que no, por lo tanto, ya sabemos quien seguirá mandando.

Álvaro Luque

 

 

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