Pasado casi un lustro desde la celebración de nuestro IX Congreso, podemos afirmar, con orgullo, que los acontecimientos vienen demostrando la corrección de las propuestas políticas adoptadas en él. La necesidad de adaptar nuestras formulaciones a la indiscutible inexistencia de un periodo democrático intermedio entre el imperialismo y el socialismo, nos hizo hablar de giro decidido hacia la clase obrera por su centralidad en el proceso revolucionario, de intervención directa de Partido, de articulación del FOPS…

Formulaciones todas ellas que, a nivel interno, han requerido de un periodo de interiorización y desarrollo y, ante las cuales —pasados todos estos años—, tenemos ya un acumulado que nos permitirá evaluar, certeramente, nuestras carencias y potencialidades. Análisis de realidades concretas que ayudarán a realizar el debate colectivo de la necesaria concreción táctica de nuestra propuesta política, entrar a fondo en las necesidades organizativas y en el estilo de militante que se necesitan para llevar a cabo esta tarea revolucionaria.

Retos a los que deberemos responder en el X Congreso y marcar, con ello, el camino que convierta, en madura realidad, el giro político estratégico del IX Congreso.

VALORACIONES HACIA EL X CONGRESO

Frente a la marea ciudadanista y la negación del papel central de la clase obrera y la validez de sus organizaciones (partido y sindicato), corresponde al PCPE ponerse en el centro de la lucha obrera y popular, diferenciando con claridad su posicionamiento. Nuestro discurso y actitud militantes siempre han de ser rupturistas y orientadas a la conversión en problema político de cualquier conflicto y/o acontecimiento laboral, social o civil, y nuestra militancia es aquella que se destaca por su compromiso inquebrantable, moral de combate y capacidad para construir categorías políticas desde la propia experiencia de lucha, haciéndose reflejar en ellas —como si de un espejo de su propia existencia se tratara— al conjunto de personas que participan en ella. Nada que ver con el conciliador y/o con aquel sectario que sólo busca justificar la realidad porque se ajusta a su pensamiento. La falta de experiencia de lucha acumulada nos obliga a huir de la tentación de hacer construcciones políticas, como si su realización sólo dependiera de nuestra voluntad, y no exigiera la comprensión y participación de las masas obreras y populares.

Ahí, en el terreno concreto de la lucha obrera y popular, es donde se apuntará definitivamente nuestra capacidad para ser reconocidos como vanguardia.

Debemos ser un Partido que, volcado en las masas y girado definitivamente a la clase obrera, tenga la capacidad de incorporar al FOPS a la totalidad de colisiones que se expresan en esta sociedad, como fuente global de la Revolución y puntales de la contradicción principal capital-trabajo.

Un Partido, por ello, con una militancia que aporta sin reservas y siente su compromiso político como centro de su proyecto vital. Una militancia que en su día a día se funde con las masas, y es reconocida por las mismas como su vanguardia, y por tanto, capaz de construir una cultura política diferente en la que no hay espacio para la confrontación liquidacionista basada en subjetividades, personalismo e ideas obsesionantes, que nada tienen que ver con las inquietudes y necesidades de la lucha revolucionaria. Un Congreso en el que, definitivamente, alejemos el riesgo de bastarnos a nosotros mismos mientras, tal vez, no seamos conscientes de que sobramos a los demás, porque los debates y prioridades políticas que centran nuestra agenda no son identificados como propios ni por la propia clase obrera. Será la hora, sin duda, de dar la grasa necesaria a la estructura partidaria, para tener la capacidad de incorporar al proyecto de lucha por el Socialismo y el poder obrero y popular, a amplios sectores de la población objetivamente perjudicada por el capitalismo y que, por nuestra capacidad de trascender nuestros propios límites y confundirnos con el interés humano general, sientan la necesidad de incorporarse, de forma efectiva, a la tarea revolucionaria, porque la identifican con la defensa de sus intereses y necesidades.

Julio Díaz

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