El día de hoy la literatura amanecía de luto; pero no solo las letras, sino los pueblos del mundo, los que luchamos por un nuevo modelo de sociedad, más justa, también sentíamos que perdíamos a uno de los nuestros.
Hoy se despide del mundo Eduardo Galeano, autor uruguayo, exiliado de su país por la dictadura y que supo alzarse elevando la voz de los desheredados, de los más pobres, de los millones que en su patria latinoamericana (pues como uruguayo que era sentía todo el continente como un pueblo), sufrían por las innumerables dictaduras que se les imponían para mayor beneficio del capital.
Para siempre quedará ya en la memoria sus palabras acerca de “los nadies”, aquellos que valen menos que la bala que los mata, pero que siempre tenían un hueco en la escritura de Galeano; esos “nadies” que están llamados a heredar el mundo, a acabar con las injusticias, a tomar ejemplo, entre otros, del pueblo cubano al que Galeano tanto admiraba, del que dijo que era el más libre de todo el continente y al que regaló estas palabras en honor al comandante en jefe, Fidel Castro Ruz:
“sus enemigos no dicen que no fue por posar para la Historia que puso el pecho a las balas cuando vino la invasión, que enfrentó a los huracanes de igual a igual, de huracán a huracán, que sobrevivió a 637 atentados, que su contagiosa energía fue decisiva para convertir una colonia en patria, y que no fue por hechizo de Mandinga ni por milagro de Dios que esa nueva patria pudo sobrevivir a 10 presidentes de los Estados Unidos, que tenían puesta la servilleta para almorzarla con cuchillo y tenedor.
Y sus enemigos no dicen que Cuba es un raro país que no compite en la copa mundial del felpudo.
Y sus enemigos no dicen que esa hazaña fue obra del sacrificio de su pueblo, pero también fue obra de la tozuda voluntad y el anticuado sentido del honor de este caballero que siempre se batió por los perdedores, como aquel famoso colega suyo de los campos de Castilla.”
Así hablaba Galeano, mostrando su admiración por el líder de la Revolución Cubana, ejemplo para todos los pueblos de América Latina, que tan bien describiera él su sufrimiento en su inolvidable “Las venas abiertas de América Latina”, libro que sirvió para que el comandante Hugo Chávez regalara a Obama, en símbolo de los sufrimientos que sus pueblos habían padecido y padecían por obra del imperialismo.
Hoy lloramos su muerte, pero estas lágrimas serán solo un pequeño alto en el camino que hemos de seguir luchando contra el capitalismo, contra el imperialismo, reclamando toda la riqueza para los “nadies”, para quiénes la producen, soñando con esa utopía que nos permita avanzar en la lucha por esa sociedad más justa.
“"La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar."
Y caminando recorreremos ese camino, con el recuerdo de Galeano y tantos otros escritores comprometidos que dieron su voz al servicio de los trabajadores y los desfavorecidos.
Alexis Neira