Parece que no gusta la posición del Partido sobre la Renta Básica, reivindicación ampliamente publicitada por determinados sectores mediáticos y mantenida por ciertos segmentos de izquierda.

 

El Partido Comunista nos planteamos —y hacia ello dirigimos nuestra actividad política, ideológica y organizativa— la sociedad comunista como meta "ideal" del ser humano; ideal que tenemos como anhelo y como objetivo. Una sociedad, la comunista, que ha eliminado no sólo la explotación, el trabajo explotado en cualquiera de sus manifestaciones; en ella, además, ha desaparecido "la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital”. Una prevista y deseada sociedad en la que se alcanzan metas más elevadas, en la que "cada individuo no tiene acotado un círculo exclusivo de actividades, sino que puede desarrollar sus aptitudes en la rama que mejor le parezca, la sociedad se encarga de regular la producción general, con lo que hace cabalmente posible que yo pueda dedicarme hoy a esto y mañana a aquello… sin dedicarme exclusivamente a esto o aquello" (a una profesión).

Grandes objetivos que planteó K. Marx y a los que dirigimos nuestra actividad revolucionaria para conseguir materializarlos.

Teniendo como objetivo esa gran aspiración, en la actualidad la tarea del Partido Comunista, toda nuestra acción práctica, se encamina a sentar bases que permitan construir la dominación de la clase trabajadora, o dicho de otra manera: la dictadura del proletariado. De ahí que cuidemos al máximo las orientaciones y consignas que permitan a la clase obrera un conocimiento de la situación real y orienten su acción y organización hacia la consecución de su dominación.

En la teoría marxista y en el análisis, sustentado en el marxismo-leninismo, el trabajo no es algo contingente, aleatorio o secundario. Por el contrario, es lo que nos ha permitido transformarnos en seres humanos. (Trabajo: posicionamiento ante la naturaleza para, mediante la utilización de utensilios, aprovechar lo que la naturaleza dispone). Es por ello que consideramos que, incluso en la sociedad capitalista, el trabajo, a pesar de estar sometido a la esclavitud de la explotación, es un derecho que no debe relegarse, que se ha de pretender y que se conquista mediante la elevación de la conciencia, la organización y la lucha. Y que hay que mantener por los mismos procedimientos.

Pero además el trabajo ha de ser un deber, aspiración que, naturalmente, sólo puede ser conscientemente asimilada y satisfecha en la sociedad socialista. El derecho al trabajo, sustentado en el deber de trabajar, es un derecho en el que sólo en el socialismo "el principio y la práctica no se tiran de los pelos".

Derecho y deber que no deben ser entorpecidos o camuflados por reivindicaciones aparentemente muy sociales envueltas en un totum revolotum, en una marea que rebaja la conciencia y la dignidad de la clase trabajadora y de amplias masas, a agarrarse, en su desesperación individual, a cualquier clavo ardiendo, por no encontrar escape en la sociedad capitalista actual. Y en vez de explicar esa situación real, ofrecen la solución oportunista —y además quizá hasta asumible por el capital como medida para que a él le sean más baratos los costos de reproducción de la fuerza de trabajo, el salario, al socializar una parte de él—, de un supuesto placebo que mitigaría todos los males. Son propuestas que ocultan la existencia primaria, primordial y crucial de la clase obrera, a la que la deslían en el magma de la ciudadanía y del individuo libre.

Además y al margen de sus dificultades “técnico-económicas", la Renta Básica no atesora ninguna de las virtudes que propagan sus defensores. No es estímulo para la acción independiente de la clase trabajadora, ni elemento de unidad para la acción transformadora. No tiene en cuenta los más elementales conocimientos y experiencias respecto a la lucha sindical y política por la fijación de los salarios en el capitalismo. Ni el tope que la tasa de ganancia impone al capital, ni el que la ganancia impone al capitalista individual para realizar inversiones. Por supuesto, se ignora o se desprecian las relaciones de producción y la actual situación de la acumulación capitalista por la que cualquier concesión, incluso poco importante, a las clases populares requiere de éstas acciones sociales de energía casi revolucionaria. Impedir la reacción burguesa implicaría un poder político y estatal colosal, semejante al necesario para expropiar, socializar, redistribuir la producción, el trabajo y el consumo. O sea, lo que se dice comenzar a construir el socialismo.

Esta perspectiva de la Renta Básica, parece desconocer las exigencias de la acumulación capitalista actualmente, que pueden hacer derivar esta petición en sentido muy diferente a las "buenas intenciones" de quienes la postulan; y si pretende no ignorar la significación del poder del Estado, prescinde en sus planteamientos, sin embargo, de él. En estas dos cuestiones habita toda la incoherencia e inaplicabilidad transformadora hacia otra sociedad. A pesar de muchos, acumulación y poder no son simples relatos de la modernidad.

Pretenden la centralidad de la Renta Básica como autovía para la transformación social, cuya realización, como tantas otras, exige no eludir la peliaguda cuestión de la conquista del poder. Es otro elemento ilusorio más en el catálogo de "transformar el mundo sin tomar el poder". Lo que nos condena a la perpetuación del capitalismo.

El Partido Comunista sí tiene una posición muy clara ante el poder de Estado.

¡TODO PARA LA CLASE OBRERA!

Julio Mínguez

uyl_logo40a.png