Han sido 53 años de agresiones imperialistas enfrentadas por la tenacidad revolucionaria  que se han resuelto con una innegable victoria del pueblo cubano.  Ahora, el reto, es saber gestionarla con altas dosis de capacidad ideológica y responsabilidad política y social para hacerla irreversible y base del futuro del Socialismo cubano.

 

La ruptura en 1961 de relaciones diplomáticas con Cuba, situó con claridad la decisión del gobierno norteamericano de no aceptar la existencia de ningún gobierno antiimperialista en el meridiano occidental.  La Doctrina Monroe, aquella de América para los americanos (de los EE.UU) y que define a América Latina como un área bajo su única influencia, no es una simple declaración retórica de intenciones; muy al contrario, fue y sigue siendo  la guía ideológica y el manual de principios de la política exterior de EE.UU para la zona.  Nicaragua, Guatemala, República Dominicana…eran ejemplos de la firme decisión norteamericana de acabar con todos los medios a su alcance, con las legítimas aspiraciones populares de independencia y soberanía de unas naciones dispuestas a enfrentar la presencia genocida de las multinacionales norteamericanas en su territorio.

Cuba, tras alcanzar la verdadera independencia el 1º de Enero de 1959 y consolidarla en 1961 con la declaración del carácter socialista de la Revolución, no iba a ser la excepción a los planes imperialistas del gobierno norteamericano.

Desde ese lejano 1961, Independencia y Socialismo, unidas indisolublemente, son las  banderas de la dignidad revolucionaria de un pueblo que, en las más diversas coyunturas y lidiando con todo tipo de adversidades, ha enfrentado con éxito los planes anexionistas de EE.UU porque ha permanecido unido bajo la dirección del PCC y el liderazgo de Fidel y Raúl.

Hoy el reto sigue siendo el mismo porque, pese a que hay un cambio evidente de táctica del gobierno norteamericano, el objetivo no ha cambiado. La reinstauración del capitalismo y liquidar la soberanía efectiva del pueblo cubano, siguen estando presentes en la agenda de la administración Obama, pues nunca, ¡nunca!, un gobierno capitalista de los EE.UU admitirá que a 90 millas de La Florida un pueblo libre construya el Socialismo. Consecuentemente, como ha sido hasta ahora, la firmeza ideológica y la unidad política del pueblo, han de seguir marcando la gestión cubana de la realidad económica, política y social tras el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con EE.UU y el cese parcial del bloqueo.

Hoy, la realidad social de Cuba presenta nuevas complejidades, pues años de periodo especial y la presencia de sectores empresariales privados en el interior de la Isla propician el debilitamiento ideológico de ciertos sectores menos comprometidos con el desarrollo del proyecto socialista. Pese a ello, la voluntad revolucionaria del pueblo cubano sigue siendo absolutamente mayoritaria y consciente de las necesidades que hoy tiene la Revolución.

Los Cinco son el ejemplo de un pueblo que es capaz de forjar patriotas como ellos. Personas con altos principios éticos cimentados en una alta cultura política y que, como saben con claridad qué es lo que está en juego, no dejan de tener presente en todo momento la necesidad de no ceder “ni tantico así” ante el imperialismo.

La guerra es la misma ahora que antes –o ellos o nosotros-, sólo ha cambiado el escenario de la batalla y lo ha hecho porque la Revolución cubana ha derrotado al imperialismo norteamericano y europeo en el tablero del bloqueo y de la posición común.

Tras esta victoria que nos hace más fuertes y, a pesar de todos los retos e incógnitas que nos sitúa el nuevo escenario que se abrió el 15 de Diciembre con la liberación de los Cinco, ahora lo que toca es grabarla para siempre en nuestra memoria colectiva y que pase a formar parte de  nuestro acervo para que nunca se olvide que sólo cuando no se trafica con los principios es posible vencer

Julio Díaz

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