Cuando en Izquierda Unida se recibieron noticias de que Moral Santín andaba en esto de las tarjetas black se echaron las manos a la cabeza.
Tenían de él tan afectuosos y abundantes recuerdos y les generaba tanta tranquilidad que uno de sus afiliados con mayor alcurnia se ganara el pan en el despacho contiguo al de Blesa que acusaron de bocazas, maledicentes y lenguaraces a los que osaron poner en cuestión al ilustre profesor. ¡Son infundios, son rumores! exclamaban en las tribunas después de mandarle emocionados y enternecidos saludos al compañero Consejero.
Moral Santín jugaba bien en el campo de los capitalistas, era un hombre con olfato de gol. Tener un Consejero con 17 años de estabilidad en el cargo que sabía desenvolverse con personajes adinerados era una bicoca. Codearse con Rato, con Acebes, con Blesa, con sindicalistas de farol y con otros solemnes mentecatos hace que cualquier sandez se convierta en una genialidad. En IU se cuidaban mucho de contrariar al acreditado afiliado porque Caja Madrid era generosa en sus las donaciones a las Fundaciones de sus consejeros y de bien nacidos es ser agradecidos, así que, durante años fue un desahogo y un alivio tener al compañero Moral en tan digna institución aunque para ganarse el jornal tuviera que firmar Preferentes o comprar Bancos en Florida.
Desde luego, para nuestros queridos amigos de IU que los tejemanejes de Moral Santín salieran a la luz fue un jarro de agua helada. No sabían si solidarizarse con el infortunado Consejero, si sostener la amistad a pesar del lucro, si echar la culpa al empedrao, o si salir corriendo aunque fuera embadurnados de mierda.
Pero Cayo Lara, que siempre está al quite, agarró el toro por los cuernos y leyendo de un pliego, dirigió la palabra a sus beneméritas, buenísimas y fidelísimas bases: “Maldigo y maldigo mil veces a los que ensucian en nombre de la izquierda...”
¡Déjalo, Cayo! ¡Calla, calla que nos haces llorar! Oye, que sólo de puro enunciarlo se nos encoge el corazón, ¡de verdad! a nosotros nos mueven las entretelas esas declaraciones... que eso de meter mano en la caja es una cosa muy “repugnantosa” y ya sabéis la estima que nos profesamos...
¡Pero claro, es que no hacéis caso a nadie! Cuando a finales de los 80 una desbandada de chavalotes que habían acampado, por poco tiempo, en el PCPE acaudillados por Ignacio Gallego se apelotonaron en la puerta de entrada de Izquierda Unida pidiendo limosna, nosotros que somos muy avispados os advertimos… “cuidadín con los cuellos que éstos van con hachas” pero fue tan grande la trapatiesta que os pusisteis a repartir cargos como si no hubiera mañana... y claro, en aquel paquete iba el Consejero de marras.
A nadie debe sorprender que un Consejero tenga unos gastos horrorosos, por fortuna, la empresa les allanaba las precariedades ofreciéndoles unas tarjetitas que fueron mano de santo.
Nuestro siempre recordado Moral Santín tenía una cita semanal con un cajero automático que distribuía pasta por propulsión, a chorro y tacita a tacita afanó casi 500.000 eurines.
¿Cómo iba, ni siquiera, a sospechar un licenciado en Ciencias Políticas y Económicas que adueñarse de lo ajeno era delito? ¿Se creen ustedes que un Catedrático en Economía Aplicada tiene tiempo para pensar en los ingresos y reintegros de un cajero de Bankia?
Oye ¡ni que fuera un físico o un matemático o un ingeniero aeronáutico!
El problemón se le presenta, una vez más, a IU, que se pasa la vida haciendo pliegos de descargo y estamos viendo que llegan las elecciones y no pillan una concejalía y eso sí que no podemos tolerarlo. Para nosotros, que estamos deslumbrados por el esplendor, el boato y la aptitud trepadora de algunos de sus fundadores, sería una tristeza irresistible que una organización con tanta solera, se quedara sin representantes en las instituciones políticas y financieras.
Así que nada ¡que el escándalo no sea muy ruidoso y a seguir fomentando las vocaciones!
Telva Mieres