Lo primero que quisiera expresar es mi agradecimiento al FAI por encomendarme la responsabilidad de presentar el borrador para el debate “ACERCA DE LA PAZ”.
Al margen del guión que se me propone y que trataré de abordar posteriormente, entiendo como una absoluta prioridad, dejar clara la importancia del debate que vamos a hacer en el sentido de que, más allá de la necesaria reafirmación de la posición política de principios en la que estamos situados, al considerarse también las principales orientaciones tácticas y estratégicas del movimiento popular contra la guerra imperialista, los acuerdos que adoptemos debieran constituirse en una referencia para la acción política de este movimiento del que formamos parte mediante nuestro compromiso con las organizaciones de base de la CECOB.
Para ello, un primer elemento que no se puede olvidar es que en este espacio diverso que construimos de forma unitaria en contra de la OTAN, las bases y la guerra imperialista, es importante definir con claridad que en su participación, las organizaciones políticas que intervienen en él –revolucionarias unas, otras no- tienen la responsabilidad de, en todo momento, respetar su pluralidad y soberanía y, por todos los medios, evitar trasladar y/o imponer debates y posiciones políticas impropias de ese espacio diverso.
El riesgo de vernos arrastrados a erróneas dinámicas que confunden la progresiva construcción de una posición hegemónica en un espacio de masas, con la instrumentalización del mismo, es un error de principios frente al que, vista la experiencia, hay que estar muy alerta e impedirlo desde el máximo rigor y firmeza.
En ese sentido, confío que el borrador que presento se entienda en ese sentido y que cumpla con lo expresado.
Igualmente, es importante recordar que, al margen de otras consideraciones, el objetivo que debe tener este espacio que formamos colectivamente, es que se convierta en un verdadero espacio de organización y movilización de masas con una creciente influencia en las diversas instancias del movimiento obrero y popular y, nunca, un apéndice de ningún otro tipo de organización, sea esta la que sea y tenga el carácter que tenga.
Para avanzar en la clarificación política y no retórica de esta dificultad tan propia de la tradición eurocomunista, que desgraciadamente parece que nunca va a dejar de estar presente en uno u otro sentido, sería muy importante definir una consigna que, identificando claramente el enemigo principal a combatir (el imperialismo, liderado por los EE.UU y nucleado en torno a la OTAN), ofrezca un marco político y organizativo, lo más amplio posible y sin restricciones, para la incorporación de quienes asumiendo esa posición de principios, lo hagan desde los más diversos enfoques políticos, éticos, religiosos…
En relación a este planteamiento, considero importante hacer una reflexión retrospectiva que valore la experiencia de construcción de lo que fue un verdadero espacio de masas (hablamos de millones) como fue la CEOP (Coordinadora Estatal de Organizaciones Pacifistas) en la que, con la participación de diversos partidos políticos a la izquierda del PCE y a pesar de sus evidentes diferencias en cuestiones tan centrales como era la consideración del Pacto de Varsovia o la lucha armada, se fue capaz de articular un espacio cuya soberanía residía en los cientos –miles quizás – colectivos por la Paz y el Desarme que se constituyeron en ciudades, pueblos, fábricas, universidades, institutos…incluso cuarteles.
En definitiva, aprendamos de las experiencia para avanzar sobre la base de lo bien hecho y repudiar lo que se demostró negativo.
El reto que tenemos por delante para parar la guerra imperialista es de tal envergadura, que no es posible que pequeños obstáculos que nos enrocan en cuestiones impropias y/o ajenas a las necesidades y soberanía del movimiento que estamos construyendo entre todos y todas, impidan situarnos YA en la dinámica de avance que corresponde desarrollar.
Tras esta cuestión previa, que entiendo absolutamente central para el fututo inmediato de la lucha por la Paz, ya corresponde abordar el debate “acerca de la Paz” situando las bases del mismo en el necesario análisis de la realidad material que lo determina.
“Para el capitalismo, las guerras son un medio para prolongar la existencia del sistema capitalista en su conjunto…después de cada guerra, el capitalismo ha entrado en un periodo de nuevo auge” Henryk Grossmann. La ley de la acumulación y del derrumbe del sistema capitalista.
Sin, para nada, ser la única razón que influye en la realidad de la lógica Guerra vs Paz, es imprescindible acordar que si no se parte de una correcta consideración material y se incurre en el error de fundamentar los análisis en posiciones idealistas del estilo de conceptos como patria, cultura, religión, raza…es imposible encontrar una interpretación correcta de la realidad.
Por ello, es imprescindible partir de la consideración de imperialismo como una fase de desarrollo del capitalismo –la última, tras la que ya nada positivo tiene que ofrecer a la Humanidad-, y evitar incurrir en el error de confundir el imperialismo con una determinada política exterior de algunos países y/o gobiernos.
Esta posición, ajena a nuestro ámbito de debate y limitada a consideraciones geoestratégicas las más de las veces totalmente infundadas, sin embargo, no podemos desconsiderarla pues sí tiene su influencia y, por ejemplo, no solo es la posición de tertulianos/charlatanes que proliferan por las redes, sino que también es la interpretación que realiza cierto nacionalismo españolista de marcada tradición antisajona[1] que se posiciona contra la OTAN y su guerra en Europa y que disputa nuestro espacio sociopolítico.
Cuidado, estemos atentos al desarrollo de esa posición tras la que posiblemente haya intereses ocultos, pues tengamos muy claro que quienes abrazan esa interpretación de la realidad, no solo van de cabeza al pantano, sino que son absolutamente funcionales a los objetivos finales del imperialismo. Definir una posición respecto a estos sectores, unos y otros, es un debate necesario, que está directamente vinculado con la necesaria política de alianzas que habremos de desarrollar y sobre las que se hablaremos más adelante
Clarificado este primer posicionamiento imprescindible, el de partir del necesario análisis materialista para conocer la realidad y transformarla conforme a los intereses y necesidades de clase que se defienden, es cuando se puede afirmar, sin temor a equivocarnos, que si todas las evidencias demuestran que la guerra siempre expresa inequívocamente la opción de las clases dominantes, esta es la razón por la que en una lógica absolutamente dialéctica, la opción de las masas trabajadoras y los pueblos debe ser la defensa de la Paz.[2]
En consecuencia, podemos afirmar que la dialéctica de la Paz y la Guerra, siempre está determinada por la lucha de clases y en ese contexto hay que entenderla y actuar siempre.
Una confrontación en la que por el grado de desarrollo de las contradicciones geopolíticas que determina la realidad multipolar que, tras el fin de la ominosa Pax Americana, es ya una realidad incuestionable a todos los niveles, (económicos, políticos, militares, culturales…), el imperialismo[3] enfrenta también el fin de su hegemonía internacional, el fin de la dominación secular del Planeta iniciada durante el proceso de acumulación originaria del capital.
En consecuencia, esta apuesta por la guerra que, pese al liderazgo de los EE.UU., no deja también de tener diversas expresiones, ritmos y contradicciones[4], más que una opción, es una necesidad para tratar de revertir la caída tendencial de la tasa de ganancia que determina el inexorable proceso de acumulación del capital.
Tiene que quedar muy clara la máxima de que lo quieren todo porque lo necesitan todo para sostener su posición dominante y hegemónica.
Su agenda belicista es expresión de una situación muy concreta, la de un capitalismo “maduro” para el que otras opciones ya se han agotado como fórmulas útiles para ejercer como contratendencia a su decadencia. Concentración, monetarización, globalización-comercio exterior, transferencia de plusvalía al centro mediante un intercambio radicalmente desigual, exportación de capitales…son medios para prolongar la vida del capitalismo que ya no se muestran capaces de revertir la tendencia objetiva al derrumbe y, esa es la razón del nivel de violencia que el imperialismo aplica en esta guerra global y total por la hegemonía mundial en la que se juega su supervivencia.
Frente a esta realidad de un capitalismo/imperialismo al que solo le queda la guerra, es necesario entender que la apuesta estratégica por la Paz y la soberanía e independencia de los pueblos, necesariamente ha de apuntar hacia un modelo económico y social diferente:
Una Paz, por la que luchamos, que tiene una base material concreta y enfrentada a la de la Guerra: el socialismo.
Una Paz, por la que luchamos, que es profundamente internacionalista y que lejos de ver a los trabajadores de otros países como nuestros enemigos, ven a sus hermanos. Hombres y mujeres con los que nos une la clase y no nos separan las fronteras.
Una conclusión que compartimos en este espacio de debate y que forma parte de la legítima aspiración de transmitir la ideología socialista a las masas trabajadoras que tenemos los militantes comunistas como es mi caso, pero que, una vez más, vuelvo a insistir en ello, no puede ser la posición política de principios que se imponga al espacio de masas que estamos construyendo entro todos. Hacerlo, sería un grave error que, entre otras cosas, dejaría de tener en cuenta no solo el nivel actual de conciencia de las masas y la subjetividad de las clases sociales, sino la advertencia de Lenin sobre la necesidad de tener en cuenta que “la táctica del proletariado socialista no puede ser la misma cuando se encuentra ante una situación revolucionaria y cuando ésta no existe”. Seamos muy conscientes de nuestra realidad.
No olvidemos que hoy la tarea que nos ocupa, la que corresponde con el nivel actual de organización y capacidad de trascender nuestras consignas a las masas, obliga a centrar todo nuestra propuesta en el objetivo de parar la guerra imperialista y, progresivamente, conforme a un plan de trabajo predefinido que permita un proceso de acumulación de fuerzas, normalizar la confrontación y la insumisión de los más amplios sectores populares a las políticas belicistas y a todas las instituciones que las representan.
Organizar una trinchera contra la economía de guerra y cada uno de los recortes en servicios públicos y derechos laborales y civiles, es la prioridad junto al rechazo a los ejércitos mercenarios y la leva de los hijos, hombres y mujeres, del pueblo trabajador condenados a morir en la guerra imperialista
En resumen, un proceso que para avanzar y ser eficaz, no puede dejar de tener en cuenta la realidad de la lucha de clases, el nivel de conciencia y subjetividad de las mismas, así como el contexto y los destinatarios del mensaje que transmitimos y nuestra acción política.
Puro análisis concreto de la realidad concreta.
El dividendo de la paz.
Concepto que podemos interpretar como máxima expresión del cinismo político de la hegemonía atlantista alcanzada tras la desaparición de la URSS. En un mundo unipolar, sin países capaces de enfrentar la dominación de los EE.UU. y sus aliados, la conocida como Pax Americana, tan nefasta para el desarrollo de la Humanidad y con un resultado de destrucción y muerte incalculable, no supuso ningún avance, mucho menos generó un dividendo de progreso por la imposición de su paz de los cementerios.
El imperialismo nunca ha dejado de armarse y de provocar guerras con un saldo millonario de muertes y destrucción masiva de infraestructuras.
El único dividendo de la paz fue el de convertir el negocio del complejo militar industrial en un monopolio controlado por sus principales empresas; un negocio de la muerte en el que nunca se paró de invertir e investigar para preparar la guerra.
No hay más que eso, solo una formulación hueca, sin más realidad que la mera propaganda de un mundo que se ofrecía como el deseado fin de la historia y que, sin embargo la realidad –criterio último de la verdad- demostró que era solo la gran mentira de un mundo cada vez más injusto y desigual en el que la violencia sistémica crecía a discreción.
Mirando hacia atrás, si valoramos el grado de violencia que siempre usó para imponer su dictadura de clase[5] la burguesía, si bien sería posible admitir cierta buena intención idealista en la propuesta a favor de la “paz perpetua” que situara Kant tras el triunfo de la Revolución francesa y la ascensión de la burguesía como clase dominante, cualquier argumentación que, a la luz de los hechos, sitúe como deseable un mundo unipolar sometido a los deseos y necesidades de los EE.UU y la OTAN, por mucho que proclame a los 4 vientos que su objetivo es la paz, solo expresa una posición de absoluta corresponsabilidad con la guerra imperialista.
Frente a este dividendo de la paz imperialista, sitúo la oportunidad de reclamar el beneficio social del desarme. Un beneficio que se desprende de la necesidad de entender que todo presupuesto destinada al rearme, se retrae de los servicios públicos y genera más deuda para los estados.
Esta consigna, que contrapone el gasto militar a las necesidades básicas de la sociedad, debe constituirse en una plataforma desde la que trabajar para movilizar y ampliar el alcance de nuestra convocatoria contra la guerra imperialista, la OTAN y las bases.
Por lo demás, es importante situar que si bien en la formación económica capitalista, la producción de la mercancía/armamento, es un rubro más de la economía para sostener la reproducción ampliada del capital, en una economía socialista, es un factor que, como se demostró durante la carrera armamentística que le impuso los EE.UU a la URSS, lastra la economía y le impide cumplir los objetivos sociales que le corresponde cumplir.
La economía de guerra
Otro concepto que para nada es neutral, ni ajeno a la lucha de clases. Nada en común tuvo la economía de guerra del III Reich para hacer realidad el Lebensraum, con la economía de guerra desarrollada por la URSS para defender su soberanía.
Interpretación necesaria para analizar correctamente la realidad y no incurrir en un falso antimilitarismo de principios que, si bien es la posición que defiendan determinados compañeros de viaje en el marco de unas alianzas limitadas únicamente a determinados espacios, no puede ser nunca la posición de nuestro movimiento.
En ese sentido, la consideración clásica de Galbraith que correctamente indicó que economía de guerra es “el conjunto de contingencias llevadas a cabo por un estado para movilizar su economía con vistas a la producción bélica”, poco ayuda a penetrar en este concepto tan cargado de significantes por los que no se puede pasar de largo sin considerar su propósito y su contenido de clase.
En ese sentido, el compromiso belicista de la UE derivado de su compromiso con la guerra y con el mandato de la OTAN de elevar exponencialmente los presupuestos militares, donde tiene una acción directa inmediata es
- Aumento del valor de las acciones de las empresas militares, llegando alguna a elevar su cotización bursátil en un 1.000% desde el inicio de la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania. Desde 2015, según el Centre Delàs, las grandes empresas europeas de armamento han tenido unos beneficios de mínimo 80.000 millones de €
- Incremento de la deuda pública con el consiguiente pago de intereses a cuenta del PGE que se traduce en una transferencia de capitales del sector público al privado, especialmente a la banca y en el caso español al BBVA, Santander, Sabadell, Bankinter, Unicaja y La Caixa.
La economía casino de fabricar deuda sobre dinero inexistente depende de la hegemonía político y militar sobre la que se sostiene la ficción del valor del Dólar –también del €-, generando una vinculación directa entre economía de guerra y crisis general del capitalismo. Existe una simbiosis perfecta entre la banca y las empresas armamentísticas.
- Recortes en servicios públicos en una relación absolutamente dialéctica entre el gasto militar, pago de la deuda y disminución del gasto social.
Una realidad injustificable que requiere para su normalización social de un activo y bien diseñado ejercicio de propaganda de guerra, sostenido en un permanente adoctrinamiento social dirigido a admitir los sacrificios sociales actuales y los que se avecinan.
Una propaganda de guerra con altas dosis de alarmismo social cuyo clímax aun está lejos de alcanzarse, pero que de la mano de un discurso del terror, el miedo y el patrioterismo más zafio y protofascista, se abre camino progresivamente entre amplias capas populares.
Pero atendiendo lo que más claramente se identifica como economía de guerra, que es el complejo industrial-militar yanqui, israelí, europeo y japonés que se beneficia de la multimillonaria inversión pública en armamento,- de los 800.000 millones de la UE y los 10.000 del gobierno de España-,es necesario detenerse en la realidad de esas grandes empresas, en su accionariado que, al margen de los porcentajes de empresas públicas y fondos soberanos que aun existen en algunas de ellas, se conforma en todas ellas del conglomerado monopolístico de fondos de inversión que controla la economía occidental. Vanguard, Black Rock, Fydeliti, Inverco, Generali, Societe Generale, Morgan Stanley, Goldman Sachs, Bank of America….dominan todas las principales empresas armamentísticas.
Construir el enemigo
“Si no estáis prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido” Malcom X
Solo un alto nivel de sometimiento y alienación impide ver lo evidente de una manipulación de masas que pareciera no tener límites y que deja a Goebbles como un artesano de la instrumentalización de las masas a favor del poder. Con todas las herramientas de comunicación de masas a su alcance, el poder identifica al enemigo e inicia el proceso de estigmatización, criminalización y deshumanización que justificará destruirlo.
El otro es el compendio de todos los males, su existencia es absolutamente perversa y, frente al nosotros en el que converge todo lo bueno, no tiene derecho a existir; hay que destruirlo.
La construcción del enemigo como algo no humano, permite su exterminio y es lo que ha justificado todos los genocidios conocidos a lo largo de la Historia y sigue estando en la base del genocidio palestino.
El enemigo también es la amenaza sobre la que se fundamenta el nacionalismo del poder, la base inmaterial en la que se identifican las masas sometidas y desde la que el Estado es capaz de nuclear a la población frente al otro.
Es importante señalar que en este “el otro” también entramos quienes somos identificados como la quinta columna del enemigo. Un señalamiento que no se puede dejar de considerar y sobre el que cada día se hace más preciso adoptar medidas de seguridad que nos protejan frente a infiltraciones, provocaciones…
Amenazas y terror para vulnerar la Paz
Atentados de falsa bandera, definición del enemigo, disciplinamiento social, recorte de derechos y libertades, anuncio de calamidades económicas[6]…podemos esperar de todo porque desde el Maine todo ha sido posible.
No incurrir en la conspiranoia de ver la mano de la guerra sucia en todos los acontecimientos, pero tampoco caer en la candidez de asumir como propia la versión de los hechos que ofrece el poder.
Hay que considerar que, como dice el dicho de “si sucede, conviene”, hay muchos situaciones de crisis social, sanitaria o medioambiental que son usadas por el Estado para generar situaciones de alarma y control social. Saber interpretar estos hechos desde una comprensión acorde con las criterios y las conclusiones científicas acreditadas, huyendo de todo tipo de especulaciones, es también una exigencia en la que nuestro movimiento debe instalarse con fuerza no dejándose arrastrar por determinadas posiciones que operan sin el más mínimo rigor científico.
Como señalara Marx, no podemos olvidar que “si las cosas fueran como se presentan la ciencia entera sobraría”, por tanto, rigor, rigor y más rigor siempre en nuestros posicionamientos
Gladio. Venimos usándolo de forma muy gráfica y pienso que certera, como sinónimo de guerra sucia. Indudablemente nunca ha dejado de existir la acción terrorista de los diversos servicios secretos usando todo tipo de recursos. De acuerdo al objetivo que les convoca, en relación a la implementación de todos los planes para el desarrollo de los planes de la guerra imperialista, sería un error imperdonable por nuestra parte, no valorar la magnitud de todo lo que pueden llegar a hacer que de acuerdo al objetivo que persiguen.
En este terreno, el sionismo actúa como vanguardia y referente inequívoco de todos los servicios secretos de los países imperialistas y sus prácticas de guerra sucia.
Paz y sometimiento
Lo podemos definir como la estrategia del poder para, bajo la excusa del teórico fin superior de la paz definitiva, desmantelar las capacidades de resistencia popular, incluidas las de las organizaciones armadas revolucionarias, entregándose con armas y bagajes al enemigo. La sumisión al Estado, mediante la entrega/venta de las organizaciones civiles y armadas del campo revolucionario, en la práctica siempre ha acabado debilitando y destruyendo las capacidades del pueblo.
El ejemplo de las guerrillas centroamericanas y más recientemente el de las FARC-EP, son casos evidentes de lo que decimos.
Para nuestro movimiento, Paz no es rendición.
Igualmente, en el campo internacional, es necesario denunciar que en el marco de las estrategias de la guerra global del imperialismo, la aplicación de sanciones y bloqueos, es una práctica absolutamente ilegítima e injusta con la que se agrede a los pueblos que luchan por su soberanía e independencia. Lograr someter a un pueblo mediante el hambre, la enfermedad y la pobreza, aniquilando su capacidad de resistencia, es una práctica común del imperialismo, que tiene su máximo ejemplo en la aplicación del criminal e injusto bloqueo a Cuba durante más de seis décadas.
En la unidad de la lucha contra la guerra imperialista y la solidaridad internacionalista con los pueblos que luchan por la defensa de su soberanía, está la base del desarrollo del tan necesario Frente Mundial Antiimperialista.
El falso pacifismo neutral
Sin espacio para la equidistancia, que a determinados niveles no es más que colaboracionismo interesado a favor de las políticas imperialistas[7], movido por los hilos de los servicios secretos y todo su destacamento académico, periodístico y cultural[8], frente a este pacifismo pretendidamente neutral, corresponde adoptar una posición diversa en función de las circunstancias en las que intervengamos, pues es necesario tener la suficiente flexibilidad táctica para atraer hacia nuestros posicionamientos a sus sectores más conscientes.
Desde el más radical rechazo de base, orientado a identificar a los filibusteros que se alinean con la burguesía más belicista y forman parte de sus planes, no podemos olvidar la necesidad de, al mismo tiempo que se combaten esas posiciones, sobre la base de una compleja política de alianzas y la máxima flexibilidad táctica, es necesario atraer hacia nuestras posiciones a los elementos más conscientes y/o coherentes que, por ahora se alinean, con este falso pacifismo.
Fundamentalmente, son sectores antimilitaristas y/o religiosos sobre los que es necesario tener una clara política de alianzas hacia ellos, pues puede abrir a nuestro movimiento espacios de desarrollo social a los que, por nuestra propia composición, se nos hace muy difícil llegar en este momento.
Julio Díaz
Alacant, 12 de mayo de 2025
[1] Coronel Baños y cierta cohorte que a “izquierda” y derecha le acompañan en su discurso
[2] En el contexto de este debate, no considero necesario especificar que la confrontación y la denuncia de la guerra –la guerra imperialista-, no presupone en absoluto nuestro rechazo a las guerras de liberación nacional, al uso legítimo de la violencia como forma de defensa de los pueblos y, en definitiva, a la guerra civil, a la guerra entre clases en la lucha por el poder político de la clase obrera y sus aliados.
Tratar de confundir el debate que abordamos situando una contradicción entre esta posición y la lucha por la Paz, además de torticero es impropio de cualquier propósito común de consolidación y avance. En el último apartado “pacifismo neutral” trataremos este tema
[3] hay quienes prefieren llamarle occidente colectivo, imperialismo occidental…, aunque me parece más correcto usarlo sin adjetivos para no dejar la duda de que existe otro
[4] La existencia del avance hacia un pretendido ultraimperialismo único que defendieran Kautsky o Negri, no solo es infundado, sino que mucho menos aun supondría ningún estadio superior de desarrollo favorable a los intereses de la Humanidad.
[5] Recomiendo la novela el 93 de Víctor Hugo para entender de lo que se habla.
[6] En el Estado español padecimos un claro ejemplo de esto con el discurso apocalíptico de F, González en la víspera del referéndum de la OTAN
[7] Recordemos la trayectoria de todo este movimiento equidistante del ninismo que inició su andadura con el famoso Ni yanquis, ni rusos de la UCE.
[8] Escuela de Frankfurt podría ser el mayor exponente y el de más nivel intelectual de esta realidad