Ya nadie puede extrañarse de nada, pero quizás, nunca en la historia hemos retrocedido tanto en tan poco tiempo.
El capital henchido de orgullo por su poder ha dado una vuelta de tuerca y para obtener el máximo beneficio ha apostado por la privatización de la guerra.
No es que no existiera ya, puesto que los beneficios de la venta de armamento van a manos privadas o en el mejor de los casos a empresas donde fluye la colaboración público privada.
En este último paso, ya no se trata solo del armamento sino de ejércitos privados. La vuelta a la Edad Media, donde el señor feudal tenía a su ejército para defender si y solo si sus propios intereses.
Hay antecedentes en la guerra de Afganistán, pero el modelo ha sido copiado por el capitalismo ultraneoliberal, ya sin ningún sonrojo, sin sometimiento a ninguna ley de la guerra.
Tampoco se trata de mercenarios que venden su “mano de obra” a un país en contienda, sino de empresas que organizan sus propios ejércitos a cambio de defender los intereses de quienes los financian.
El caso más conocido fue el de Blackwater que cometió asesinatos indiscriminados en Irak, hasta el punto de haberla escondido o de que haya diluido sus activos en otras empresas. Como mínimo fue cambiando de nombre: Blackwater - Xe Services - Constellis...
No nos olvidamos del Grupo Wagner, por eso de compensar y evitar la crítica de quienes nos llaman comunistas prorrusos o prosoviéticos de toda la vida. Solo que el Grupo Wagner ha sido fagocitado por el Ejército Ruso y que actúen como una pata más del mismo. También ha diferencia en sus composiciones, puesto que el Grupo Wagner actúa en colaboración de las Fuerzas Armadas de Rusia, del Dombás, del Ejército Sirio (el legal no el de los terroristas), de la Fuerza Bolivariana o de Mali. En todo caso, sus enemigos son los terroristas libios, sirios, iraquíes y libios…
¿Y cómo hemos llegado a esto? Está claro que hay dos pasos que se dieron hace años: la extinción del servicio militar obligatorio y la creación de un ejército profesional mal dotado y peor pagado, a los que ahora Sánchez (ante una probable confrontación con Rusia por mor de las decisiones de sus jefes de la OTAN y la UE) quiere subirle los sueldos con cargo a ese aumento del gasto militar que nos va a dejar sin sanidad, sin pensiones, sin educación, etc.
Y de otro lado, la privatización de las empresas de seguridad. Auténtico refugio de lo más selecto del empresariado de carne barata, sin derechos y con salarios que solo llegan al mínimo si echas más horas que un reloj. Y el problema es que esas empresas privadas de seguridad a las que en algunos casos se les quiere reconocer como “autoridad” plantean muchas sombras. Desde su preparación sicológica, física (aunque hay mucho que vive en los gimnasios) hasta la cultural. Y es que con cultura es más difícil explotar a la gente. Ya no hablemos de conciencia de clase.
Pasar de empresas de seguridad, el 99,99% de estas en España apoyan movimientos ultraderechistas cuando no directamente neonazis, a ejércitos privados ha sido solo un paso. Además son refugio de ex miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, adonde llegan para ganar un sobresueldo o cuando son despedidos (los menos casos) por corrupción y otros delitos. Que no son todos, pero haberlos haylos.
Ahí tenéis el referente de Ucrania, donde la falta de personas que quieran combatir a favor de un régimen ilegal y fallido, obliga a tener fuerzas de reclutamiento obligatorio y a invertir el flujo de capital (menos el que se gasta Zelensky en harina y otros caprichos) que le da la OTAN, incluso Españistán, en pagar a empresas de mercenarios como el Grupo Mozart, que llegó a publicitarse como una ONG , la Tridente Initiative Defense, el Back yard Camp-Skills to Defense (donde se entrenaba el Batallón Azov), el Defense Support Group, Global Ag Security & Communication, Iron Navy, Academi (teórica sucesora de Balckwater) y seguramente muchas más a las que nos es imposible acceder dado que todo es secreto militar.
Ahí va el dinero de nuestros impuestos, nuestras pensiones, nuestra sanidad y nuestra educación.
Poco futuro hay como no sea la creación de otro Ejército de obreros y campesinos, porque solo el pueblo organizado salva al pueblo.
Juan Luis Corbacho