Privatización acelerada, gobiernos, partidos y sindicatos al servicio del capital, roban todos los derechos sociales conquistados por la clase obrera durante décadas de lucha de clases.
Leyendo un periódico local nos encontramos con la siguiente noticia: Los hospitales universitarios de Torrecárdenas y Poniente, junto con el de la Inmaculada en Huércal-Overa, que conforman el sistema sanitario público de Andalucía en la provincia de Almería, han derivado a centros concertados un total de 9.837 procedimientos quirúrgicos y 452.749 pruebas diagnósticas en los últimos cinco años (2020-2024). El informe del Servicio Andaluz de Salud (SAS), al que ha tenido acceso este periódico, evidencia el significativo avance de los conciertos sanitarios desde el inicio de la pandemia.
El periodista, lejos de cuestionar el fenómeno, celebra con júbilo el supuesto avance en la privatización del servicio público de salud, disfrazado bajo el eufemismo de “concierto sanitario”. Millonarias tarifas son pagadas a la sanidad privada mientras se alimenta la percepción de que lo público no funciona, favoreciendo la transferencia de servicios esenciales a manos de ¨prósperos¨ y muy corruptos empresarios.
La privatización de la sanidad pública avanza a ritmo acelerado, acompañada de la mercantilización de las pensiones de jubilación, servicios de atención domiciliaria, residencias de mayores y atención a la discapacidad. El capital no está dispuesto a dejar escapar los miles de millones de euros que fluyen a través de estos servicios, y su voracidad marca el ritmo de una apropiación constante de las rentas del trabajo.
El capitalismo, basado en la propiedad privada de los medios de producción y de intercambio, aspira a monopolizar todos los sectores que generan beneficios: sanidad, transporte, educación y comunicaciones, entre otros. Dentro de este sistema, la doble propiedad—estatal y privada—se presenta como un anacronismo. En tiempos de crisis, el capital exige la socialización de sus pérdidas, y los gobiernos, siempre serviles, se apresuran a rescatar sus inversiones con generosos intereses. En contraste, cuando los beneficios abundan, la evasión fiscal y el fraude se convierten en práctica común, desmintiendo el cliché de que "Hacienda somos todos".
La consigna de la burguesía es clara: privatizar sin cesar. Los gobiernos, incluso aquellos que se autoproclaman progresistas, trabajan sin descanso para revertir décadas de conquistas obreras mediante leyes, decretos y contratos que favorecen al capital.
Los presupuestos de guerra, rescates bancarios, fondos europeos, asignaciones a la Iglesia y el sostenimiento de la monarquía nos llevan a una pregunta fundamental: ¿de dónde provienen todos esos miles de millones? La respuesta es sencilla: del trabajo de los 21 millones de asalariados en el Estado español, quienes producen toda la riqueza y a quienes se les niega.
Es esencial recuperar la lucha de clases y combatir ferozmente el pacto social y la traidora fraternidad entre clases, desenmascarando, a la traidora socialdemocracia, al eurocomunismo y al sindicalismo, traidores y oportunistas que buscan perpetuar el sistema capitalista.
Es urgente que la clase obrera, bajo la dirección del Partido Marxista Leninista, PCPE, inicie la insurrección que ponga fin al sistema capitalista. Las masas trabajadoras, organizadas, deben conquistar el poder político para construir el socialismo.
Carlos Bashir