“El internacionalismo es la esencia más hermosa del marxismo-leninismo y sus ideales de solidaridad y fraternidad entre los pueblos. Sin el internacionalismo la Revolución Cubana ni siquiera existiría. Ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la humanidad.”

FIDEL.

Fidel siempre reconoció la participación internacionalista en los procesos de lucha y liberación en Cuba. Desde las primeras batallas por la independencia de Cuba, los mambises se declararon internacionalistas, más de tres mil internacionalistas participaron en la lucha contra la esclavitud, muchos alcanzaron grados de jerarquía militar por su capacidad organizativa y valentía. Después, Julio Antonio Mella y el Che continuaron con la práctica del internacionalismo, dando su vida en la lucha contra el imperialismo y contra su agresividad colonizadora.

Para el imperialismo, ahí radica el verdadero peligro de Cuba, su capacidad de colocar la lucha de cualquier pueblo al mismo nivel que la suya propia, practicando un internacionalismo real, lejos de una retórica complaciente, y siempre ajustado a la propia lucha que libra cualquier pueblo del mundo.

Después de más seis décadas de un criminal bloqueo económico, comercial y financiero, Cuba resiste el envite feroz del imperialismo que trata de disminuir y derrotar la resistencia del pueblo cubano, y su defensa del socialismo.

¿Qué hace una organización revolucionaria frente a una agresión de semejante envergadura?

No hay otra opción que estar a la altura del momento histórico, y realizar una solidaridad que en la práctica denuncie y frene la agresión imperialista contra Cuba.

Esta pregunta ha de tener esa respuesta. Es nuestra responsabilidad.

Nuestras continuas acciones, son oportunas y necesarias contra la política injerencista del gobierno de España y la UE, aliados del imperialismo norteamericano, dispuestos a ajustar con nuevas normativas y acuerdos la presión contra la revolución cubana, tratando de hacerlos retroceder en su dignidad, desarmar su soberanía utilizando los métodos más bárbaros. Pero la contraparte, tiene que organizarse para luchar en ese contexto.

Es inaplazable ya dar un salto cualitativo en la defensa de la revolución cubana. Decimos que la solidaridad es internacionalista porque la lucha y la resistencia parten de los pueblos que luchan de forma directa, y se extiende a todos aquellos que se identifican y forman parte de su combate, acortando distancia con la hermandad y fraternidad que nos enseñó Fidel.

Hay que avanzar a un nivel superior de confrontación contra el imperialismo, pasar del dicho al hecho en la lucha política práctica. El envío de ayuda humanitaria tiene que darse en un marco político más radical, porque son nuestros hermanos, porque ese pueblo resiste por Cuba misma, y también por el mundo. No es de recibo pedir al pueblo cubano que resista todos los ataques, y unas muy duras condiciones de vida por las que hoy pasa, y no implicarse asumiendo los mismos riesgos y la misma dureza de la lucha. No es de recibo una solidaridad de salón y mojitos.

Por otro lado, hay que organizar la lucha política de solidaridad revolucionaria, que es una responsabilidad comunista. Organizar con el objetivo de confrontar, de combatir al imperialismo, y llevarlo hasta su derrota. No es una responsabilidad de Cuba sola, todo destacamento revolucionario tiene que tener ese objetivo en su acción de solidaridad internacionalista.

Sabiendo que la participación organizada contra el imperialismo se forja y desarrolla en las batallas concretas.

Toca ejercer de vanguardia, encabezar esa confrontación política con decisión, asumiendo riesgos, con un análisis consecuente de las circunstancias actuales en que nos ha tocado vivir. Trump tiene el objetivo de derrotar a la revolución cubana, enfrente estará el PCPE, que tiene la determinación de derrotar a Trump y a toda su cuadrilla de asesinos y terroristas.

La obligación es luchar sin miedo, porque la rabia, esa que cantaba Silvio: "la rabia imperio asesino de niños", supera al miedo personal y, también, porque la colectivización ideológica de la batalla, que reconoce la crueldad del enemigo y sus capacidades, será la que nos facilitará el punto de partida, el principio de la organización.

Las propuestas de cómo vencer en ese objetivo, se tienen que llevar a todas las estructuras organizativas, y se tienen que llevar con urgencia. El reto es de dimensiones históricas, y el éxito imprescindible, para cumplir con lo que realmente estamos llamados a ser: el enemigo del imperialismo.

Lenin analizaba y reconocía las condiciones objetivas cuando la clase dominante no puede mantener su dominio, causando la indignación y el levantamiento de las clases oprimidas. Pues entremos en ese terreno de batalla: Embajadas, consulados, oficinas y otros espacios representativos del imperialismo deben ser testigos de nuestra indignación, del internacionalismo proletario con el resto de pueblos del mundo que son víctimas del imperialismo más brutal. Porque no caerá solo, lo tenemos que vencer.

Las fábricas, dentro y fuera, deben ser, también, un lugar donde denunciar las tropelías que se comenten contra Cuba por el gobierno de EE. UU., y por sus aliados.

Es en ese momento, que la lucha de un pueblo, será la lucha de todos los pueblos y nuestra lucha será internacionalista, porque tenemos la certeza que si los pueblos más agredidos se alzan victoriosos contra el imperialismo, la lucha y la victoria serán de todo el mundo.

Porque ha llegado el momento de confrontar con radicalidad, y derrotar, al imperialismo. Los trabajadores somos los creadores, los protagonistas para confrontar con la bestia, hasta derrotarla, y la victoria final.

Teresa Pantoja

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