Hace ya algún tiempo, desde este mismo medio, abordábamos la cuestión del desarrollo de las fuerzas productivas en relación a la contradicción con las relaciones de producción1. Válganos ese escrito como prólogo de otros sucesivos que puedan tratar la materia.

En este contexto, es necesario insistir en la cuestión, centrando el análisis en torno a elementos concretos de ese desarrollo y las consecuencias sociales que tienen en la actual fase en la que se desenvuelve el capitalismo. No es posible obviar el problema, puesto que «Las fuerzas productivas disponibles determinan la forma de la sociedad y, por tanto, la historia de la humanidad debe estudiarse y elaborarse siempre en relación con la historia de la industria y del intercambio."2

La Cuarta Revolución Industrial

Los cambios tecnológicos que vivimos en los últimos días, transmutarán la sociedad y las relaciones sociales y no necesariamente para acelerar procesos emancipadores. En manos del Capital, el desarrollo tecnológico agudizará la alienación y someterá aún más a la clase trabajadora, tornando en destructivas las fuerzas productivas.3

Aunque la Cuarta Revolución Industrial hunde sus raíces a finales del siglo XX, al menos conceptual y tecnológicamente, es en la década de 2010, en que se aceleran áreas como la inteligencia artificial, el Internet de las cosas, la impresión 3D, los vehículos autónomos y la computación cuántica. Recientemente, se consolida este proceso revolucionario con la integración de tecnologías como la IA generativa (por ejemplo, ChatGPT), la robótica colaborativa, la realidad aumentada y virtual, y la blockchain.

Sin embargo, muy a pesar de los defensores del «aceleracionismo de izquierda»4, para el capitalismo, la innovación puede suponer (ese es el objetivo de su implementación) un aire fresco que revitalice su estructura y actúe como contratendencia a la caída de la tasa de ganancia.5 

En este contexto, la automatización, la inteligencia artificial y la robótica, permiten incrementar la productividad del trabajo, reduciendo los costos de producción y aumentando la plusvalía relativa. Las nuevas tecnologías además, pueden abaratar el costo del capital constante y permiten una mayor intensificación del trabajo. Su implementación ayuda a monitorear (vigilar, supervisar) en tiempo real, las tareas y aumentar los ritmos de explotación (Uber o Deliveroo utilizan algoritmos para optimizar las rutas y maximizar el número de viajes por hora).

La tecnología y la guerra.

Esa concepción schumpeteriana de la innovación choca con la paradójica realidad (a pesar del alto desarrollo de la tecnología digital) «de la disminución tendencial del crecimiento del PIB y de la productividad, un aumento del peso de la esfera financiera, la persistencia del subempleo y una degradación rápida de las condiciones ecológicas6

Eso lleva al capitalismo en declive a explicitar la relación entre tecnología e industria bélica, entre  grandes corporaciones armamentísticas y los gobiernos del Capital. Consecuentemente, son  buenos tiempos para esa simbiosis sinérgica que alimenta el complejo industrial-militar, pero pésimos para la humanidad y el planeta.

Durante la Primera y sobre todo, la Segunda Guerra Mundial, se aceleró enormemente el desarrollo de nuevas tecnologías, desde avances en la aviación y los radares hasta la creación de armas nucleares. El desarrollo de la tecnología militar, posteriormente se transfiere a la industria civil. Así, el desarrollo de las fuerzas productivas, cuya base es la cesión de riqueza pública al sector industrial militar, desvaloriza las viejas tecnologías, regala al Capital esos nuevos conocimientos y a través de la destrucción de valor y la guerra, abre un  nuevo proceso de acumulación, abonado sobre los muertos de la clase obrera.

A esto es a lo que se refiere el Gobierno de España cuando cínicamente habla de tecnología de doble uso, y que sirve de argumentario para el rearme.

En este marco, la guerra, se convierte así, en el recurso “último” del capitalismo para restaurar la dinámica de acumulación y romper, por un lado, el ciclo económico en su fase depresiva y a la vez, quebrar la estructural caída tendencial de la tasa de ganancia. La «destrucción creativa» da paso a la «creación destructiva».

Las tecnologías al servicio del control social

Todo este proceso genera un empobrecimiento de las masas. Es por ello, que la Guerra debe ser también cognitiva. Basada en el control de la información, el conocimiento y las narrativas.

En este sentido, junto a la propaganda «clásica» de los «mass media», el capitalismo utiliza la tecnología digital para vigilar y controlar a la población a través del Big Data y de la gestión de nuestros datos, «cedidos voluntariamente» o robados mediante sistemas de reconocimiento facial, cámaras de vigilancia y software de espionaje. Se acumulan detalles de nuestra correspondencia, nuestros consumos, nuestros contactos y conversaciones, gustos y aficiones... No solo es capaz de guiar nuestras acciones de compra, sino que además moldea y modifica nuestro comportamiento, creencias y pensamientos.

Así, es más fácil de entender, en contra de sus intereses, que el 75% de los españoles sean favorables el rearme europeo o que el 43% de europeos se declare dispuesto a apoyar un incremento más allá del 5% del PIB en gasto militar.

Por tanto, como siempre, nos toca nadar a contracorriente para «que no nos arrastren a la guerra» gritando nuestras consignas, ahora más revolucionarias que nunca «Hasta ganar la paz, para derrotar la guerra»

Kike Parra

1 Desarrollo de las fuerzas productivas vs relaciones de producción (Unidad y Lucha, junio de 2024)

 2"La Ideología Alemana" (1845-1846) Marx y Engels

 3"En el desarrollo de las fuerzas productivas se llega a una fase en la que surgen fuerzas productivas y medios de intercambio que, bajo las relaciones existentes, sólo pueden causar daño, que ya no son fuerzas productivas, sino destructivas."  (Contribución a la crítica de la economía política" (1859) K.Marx

 4«Puesto que el desarrollo de las fuerzas productivas, lleva al colapso sistémico por su contradicción con las relaciones sociales de producción que desarrolla, la aceleración de los procesos tecnológicos adelanta ese proceso». Esta concepción neomarxista desplaza el centro de la lucha de clases hacia el desarrollo tecnológico como principal elemento de emancipación humana.

 5"El impulso fundamental que pone y mantiene en movimiento la máquina capitalista proviene de los nuevos bienes de consumo, los nuevos métodos de producción y transporte, los nuevos mercados, las nuevas formas de organización industrial que crea la empresa capitalista." (Capitalismo, socialismo y democracia (1942), Joseph Schumpeter.

 6«Tecnofeudalismo o crítica de la economía digital» Cédric Durand.

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