El autodenominado “libertario” Javier Milei afirma cínicamente rechazar el papel del estado. Pero su gobierno utiliza, sin dudar un instante, todo el aparato estatal de violencia contra la clase obrera y los sectores populares, movilizados en defensa de los y las pensionistas.
Colectivos de pensionistas vienen organizando cada miércoles movilizaciones en reivindicación de sus derechos: prórroga del sistema actual de jubilación, subida de las cuantías de la pensión, acceso gratuito a medicamentos, etc. Están viviendo una situación extrema: según estadísticas oficiales, la pobreza creció 12,8 puntos porcentuales en el primer semestre del gobierno Milei, la cifra más alta desde la crisis del 2001; mientras que entre los y las mayores de 65 años, ese aumento fue de 16,5 puntos. Muchas pensiones están claramente por debajo de la mitad del coste de las necesidades vitales básicas de subsistencia. Y el gobierno ha dejado de cubrir el acceso gratuito a muchos medicamentos, sobre todo para enfermedades graves y crónicas.
Por si fuera poco, con la decisión de no renovar el mecanismo de “moratoria previsional” (al que se venían acogiendo el 78% de las mujeres trabajadoras y el 44% de los hombres), Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, endurecen notablemente las condiciones para acceder a las pensiones. Se estima que a corto plazo, unas 243.000 personas –aun con la edad legal cumplida– verán denegado su derecho a jubilación: el 50% de los hombres y el 69% de las mujeres. Importante brecha, pues ellas enfrentan mayores tasas de desempleo y de empleo informal. Además, muchos obreros y obreras han sido estafados por sus empleadores, que no pagaban las cotizaciones correspondientes.
Contra las más que legítimas marchas reivindicativas de pensionistas, Milei y su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, han lanzado a los cuerpos represivos en pleno. El miércoles 12 de marzo, una manifestación frente al Congreso en Buenos Aires terminó con miles de manifestantes reprimidos brutalmente a golpes, con gases lacrimógenos, agua a presión y balas de goma; cientos de detenciones, decenas de heridos/as y el fotógrafo Pablo Grillo ingresado de gravedad máxima.
El miércoles 19, la capital bonaerense amaneció tomada por el ejército en defensa de los intereses de clase de la burguesía. Ese día, con el Congreso sitiado, el gobierno aprobó el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU). Un eufemismo para incrementar el endeudamiento del país con el Fondo Monetario Internacional; una deuda que obviamente recaerá sobre el pueblo trabajador argentino durante generaciones. Y que además es un cheque en blanco al FMI: no se fijan ni la cuantía de los préstamos, ni las condiciones, ni los intereses, ni los plazos. En el aire, una posible nueva devaluación del peso argentino, que dispararía la inflación todavía más.
Frente a estas políticas criminales, hay convocatorias para seguir cada miércoles con las protestas y reivindicaciones. También el lunes 24 de marzo, en el 49º aniversario del golpe de estado de 1976 que dio paso a la dictadura militar fascista en Argentina. No en vano, a mucha gente el nivel de represión actual le empieza a recordar a entonces. El gobierno ha rechazado repetidamente cualquier medida de memoria, justicia y reparación para con las familias de los/las 30.000 desaparecidos/as, emitiendo incluso vídeos oficiales denigrándolas.
Por si todo esto todavía no fuera suficiente, Milei y su propia hermana Katrina (secretaria general de Presidencia) han sido señalados como partícipes y facilitadores necesarios de una estafa a gran escala con criptomonedas: el caso $LIBRA. Las tarifas de la electricidad se han disparado con el visto bueno gubernamental, cuando todavía están recientes los apagones masivos en plena ola de calor. Y el propio gobierno ha fomentado la implantación en Argentina de la empresa israelí-sionista de gestión de aguas potables Mekorot, conocida por practicar ‘apartheid del agua’ contra el pueblo palestino.
En definitiva, el “libertario” destrozando el país en interés de sus amos burgueses, nacionales e internacionales. Y Argentina al borde del precipicio a todos los niveles.
Fernando