“La pobreza y la población sin hogar aumenta en muchas de las grandes ciudades de EEUU”

Cuando se pretende caracterizar la lucha entre clases por parte de los sesudos analistas y politólogos al servicio del capital, hoy casi todos ellos, casi siempre nos presentan al centro político del capitalismo, los EEUU, excluido de esta guerra entre la clase obrera y el capital. Como si en el centro del poder capitalista todo funcionara armoniosamente entre clases antagónicas, con intereses muy lejanos y diferentes. Pocas veces, por no decir ninguna, los medios de información del poder nos informan de algún tipo de conflicto de índole laboral en EE.UU  como si en yanquilandia las condiciones sociales, económicas y laborales del pueblo trabajador  fuesen maravillosas, un pueblo nadando en miel de melocotones. Donde se nos quiere hacer creer que los derechos elementales están garantizados y las masas obreras nada tienen que pedir. 

La actual y definitiva crisis del imperialismo ha sacado a la luz la verdadera situación del pueblo trabajador en los EE.UU. Crisis que el centro del poder capitalista arrastra desde 1973, comenzando la clase obrera estadounidense a padecerla con más violencia a partir de 1979, acelerándose enormemente dicha crisis a partir del 2008.

Sin entrar en un concienzudo análisis de la situación internacional, cuyo resultado sería que EE.UU. ya no puede seguir saqueando multitud de recursos, podríamos afirmar que la nueva correlación de fuerzas económicas sitúa a EE.UU. al borde de una catástrofe social y humanitaria dentro de sus fronteras.

En las últimas semanas, en los EE. UU., han tenido lugar múltiples huelgas generales, como las protagonizadas por los obreros y obreras del sector de la automoción exigiendo mejores condiciones laborales y salariales, la del sector de la sanidad, privatizada en ese país, debido a la lamentable situación de enfermeras y enfermeros, y la más mediática, la huelga de guionistas y actores y actrices de Hollywood. Pero no son las únicas huelgas que se están llevando a cabo, millones de trabajadoras/es desde hace ya varios años no han dejado de manifestar su malestar ante la situación de sobreexplotación, miseria y precariedad que padecen.

En Estados Unidos, el 65 % de las familias obreras no tienen garantías económicas. Están expuestos a la indigencia frente a cualquier imprevisto: la muerte del familiar que comparte ser el sostén, un accidente laboral o de salud, si la enfermedad es prolongada o severa llevará a la familia a la más profunda ruina, al ser privada la atención médica y los tratamientos, por carecer de cobertura asistencial.

Los bajos salarios en contraposición con la inflación récord que vive el país y la aplicación de una política fiscal abusiva a las economías más pobres obliga a más de 29 millones de trabajadoras/es a tener varios empleos. A estas personas se les llama "working poor" o "trabajadores pobres", porque, aunque logren pagar su techo, no tienen tiempo ni dinero para descansar, alimentarse bien y pagar un seguro médico, unas condiciones que les sitúan en el umbral de la indigencia absoluta.

Un ejemplo sacado de una publicación especializada; Cammy Viola, de 23 años, se graduó en Ciencias Políticas en el Ithaca College en Nueva York y hoy trata de sobrevivir en Washington con dos empleos. Trabaja como diseñadora gráfica y es camarera en un café. Trabaja desde las 8:30 de la mañana a las 11:30 de la noche y gana cerca de 3.000 dólares al mes. Su horario no le permite descansar adecuadamente ni alimentarse bien, por lo que enferma con frecuencia, teniendo que destinar 400 dólares al mes para sus gastos en medicinas. Suma no menor teniendo en cuenta que paga 1.500 dólares de alquiler por un apartamento compartido.  ¡Esta es la realidad en la que viven  más de 29 millones de obreras y obreros!

Como hemos dicho la crisis general del sistema golpea duramente al centro de poder de este sistema social, los EE.UU., que se sustenta de la extracción de plusvalía. 

En el último año, los precios de los productos y servicios básicos en Estados Unidos crecieron el 7,1 %. La gasolina, producto que era barato mientras pudieron saquearlo a coste ínfimo,  subió  un 65,7%, los alimentos un 12 %, los servicios 15 % y el transporte público cerca del 14 %. Este aumento de precios ha significado que cada hogar estadounidense tenga que pagar mensualmente 460 dólares más para poder vivir como lo hacía hace un año.

El incremento salarial, pago por la fuerza de trabajo, en el último año ha sido de 4,9 % para los 160 millones de trabajadores. El 48 % de los trabajadores afirma que sus salarios se han mantenido sin cambios en el transcurso del año a pesar de la inflación y solo el 14 % dice que sus ganancias crecieron a la par o por encima de la inflación en ese mismo período.

Durante las últimas cuatro décadas, las obreras/os en Estados Unidos han experimentado una bajada salarial constante, lo que significa una depreciación de la fuerza del trabajo. Desde 1979, el crecimiento del salario medio ha bajado considerablemente. De hecho, desde 1979 hasta el presente, el crecimiento promedio cayó el 0,7 % anual. Aumentos salariales muy por debajo a los aumentos inflacionarios que hoy se registran en la economía del país. Situación esta que ha llevado a millones de obreras y obreros a vivir en la indigencia, sin posibilidades de poder superar esta situación; cientos de miles, quizás millones de éstos se dejan derrotar cayendo en una espiral de autodestrucción física y mental, haciendo un uso masivo e irracional de alcohol y opiáceos. Más de 23 millones de personas padecen trastornos por consumo de estas sustancias. En 2021, murieron más de 100.000 personas por consumo de opiáceos, en su mayoría estaban en la indigencia.

El celebrado sueño americano se ha convertido en pesadilla. Todas/os recordamos o hemos escuchado cuando los jefes de la Casa Blanca justificaban sus intromisiones bélicas en medio mundo, abogando por su modelo de sociedad, decían, nuestra forma de vida. Hoy es su forma de muerte.

La crisis general del sistema capitalista se agudiza, las naciones y pueblos expoliados se rebelan contra la tiranía del saqueador, las metrópolis al no disponer de los recursos a bajo o nulo coste, ya no pueden mantener a la clase obrera propia, como define Engels, en situación de aristocracia obrera que es mantenida en los márgenes de la paz social a través de prebendas extraídas del saqueo a las colonias.

En este nuevo escenario que se vislumbra, donde la correlación de fuerzas entre las potencias económicas está cambiando, es donde el proletariado, tanto nacional como internacional y con los y las comunistas en vanguardia, puede encontrar nuevas o mejores oportunidades para, tomando conciencia de clase en sí y para sí, se libere de la alienación burguesa y tome el camino de la construcción del Socialismo-Comunismo como única alternativa posible para la Humanidad.

Comisión de Movimiento Obrero

uyl_logo40a.png