Un saludo fraternal a todos los Partidos asistentes en nombre del Partido Comunista de los Pueblos de España, de su Comité Central y de su Secretario General, el camarada Carmelo Suárez.

Reiteramos nuestro agradecimiento a los anfitriones por sus atenciones en este 20 Encuentro, que ya habíamos expresado en la reunión del Grupo de Trabajo.

El PCPE ha presentado por escrito su contribución a los debates de este Encuentro, que necesariamente expresa posiciones generales y resumidas, por la extensión limitada en las normas de la convocatoria.

Por ello el PCPE quiere aprovechar esta tribuna para desarrollar algún aspecto concreto de su ponencia, con un mayor detalle y un desarrollo más amplio.

La crisis del sistema capitalista es analizada y compartida de una forma amplia por una diversidad de organizaciones. También hay coincidencias sobre la evolución autoritaria y violenta del capitalismo mundial, que va liquidando progresivamente sus formalidades democrático-burguesas. El incremento del gasto militar y la guerra imperialista como parte intrínseca del proceso de acumulación en esta etapa es igualmente un análisis compartido. El incremento de los riesgos de guerra va acompañado de un resurgir de las expresiones fascistas y de ultraderecha. El deterioro medioambiental no tiene freno, y los recursos naturales son destruidos en la desesperada lógica de acumulación de capitales. Los valores más reaccionarios son promovidos por los centros intelectuales del imperialismo: el racismo, la xenofobia, la misoginia y el patriarcado, la ignorancia, y otros factores más, con el fin de implementar una alienación de las masas como estrategia de dominación de las mismas por parte del capital.

Ante una situación de tales características la esperanza de la Humanidad es, ha de ser, el Movimiento Comunista Internacional.

¿Qué delito es el robo de un banco comparado con el hecho de fundar uno?

Bertolt Brecht

El artículo 14 de la sacrosanta constitución española de 1978 consagra el derecho a la igualdad ante la ley y la no discriminación. En muchas ocasiones, éste ha sido el pretexto para justificar “el fin de la lucha de clases”, la idea de que, sin importar cuál sea nuestra clase social, la ley, emanada de las cortes escogidas por sufragio universal, debe tratarnos a todos de la misma forma.

No obstante, una vez más, la tozuda realidad se impone a la propaganda y lo que es el engaño de unos pocos y las ilusiones de otros tantos, queda en agua de borrajas una y otra vez.

Uno de los últimos ejemplos que dicha realidad nos ofrece es la condena de Rodrigo Rato por el caso de las “tarjetas black”, por las cuales ha sido condenado a cuatro años y medio de prisión, por un delito continuado de apropiación indebida. Así, además de propiciar y mantener un sistema opaco que permitió el gasto por parte de los exdirectivos de Bankia de 12,5 millones de euros, el propio Rodrigo Rato gastó un total de 99.054,59€, de los cuales 3.600 fueron en alcohol, 2.500 en arte, 2.172 en discotecas. 

Como cada año, este 25 de noviembre presenciamos de nuevo muchos tipos de movilización para denunciar el incremento del número de víctimas por violencia de género, por el aumento de víctimas de acoso, por el aumento de víctimas de violación, por el aumento, en definitiva, de la violencia estructural que el patriarcado ejerce hacia las mujeres, que se materializa en desgracias día tras día.

Pero cotidianamente mostramos una cierta insensibilidad a la realidad diaria de muchas mujeres de clase trabajadora que tienen que lidiar con una doble opresión, de clase y además de género que, lejos de ser reconocida, aumenta en intensidad conforme la crisis estructural del sistema se ceba con la clase obrera.

Uno de los mecanismos más potentes de reproducción del sistema patriarcal es la invisibilización, el silencio, el no nombrar las cosas por su nombre, ya que lo que no se nombra no existe. Porque las palabras sí importan, defendemos denominarla violencia de género pues eso implica reconocer y subrayar que se trata de una violencia derivada de la construcción social y cultural de la masculinidad y la feminidad, fruto del patriarcado, y que sucede tanto en ámbitos privados como en los públicos.

Ha costado mucho denominarla de esta manera, de hecho hasta hace tres días (literalmente) la ley de violencia de género no reconocía esta violencia como tal cuando no existe relación amorosa previa entre agresor y víctima … entonces ¿qué es la violencia de género?

Más que grotesco, es un insulto que en un país donde enterraron en cunetas y fosas comunes al 1% de su población con el triunfo del levantamiento fascista, liderado por Francisco Franco, los hijos y nietos de esos mismos genocidas, exijan la “ilegalización de las organizaciones que exalten el comunismo”, como requisito previo para reafirmar la condena que del golpe de estado franquista hizo el Parlamento, por unanimidad, en 2002. Lejos dejaba aquella tibia condena parlamentaria la imperiosa MEMORIA, REPARACIÓN y JUSTICIA con las víctimas que necesita este país para salir del más terrible capítulo de la noche de los tiempos y entrar en un escenario de mínimos democráticos, pero la puesta en escena de ayer en el Senado nos interna aun mucho más en el horror de una de las más terribles dictaduras padecidas por la Humanidad.

Vivimos tiempos de reacción que se filtran por multitud de poros de esta sociedad decadente en la que asoma por doquier el franquismo sociológico, ese que el pacto de la Transición dejó intacto y anmistiado, y con el tirano descansando con honores en una basílica “ad hoc”, rodeado de una fosa común que contiene los restos de decenas de miles de víctimas de su barbarie fascista Esa es la verdadera cara de esta España que, desde aquel lejano 18 de Julio de 1936, mantiene intacto el poder de una oligarquía criminal acostumbrada a ahogar en sangre y represión cualquier intento de emancipación social o nacional. Vitoreada por la estupidez patriotera de trapos rojigualdos, y por el fanatismo de las sotanas que mantienen intactos sus privilegios en materia de educación, impuestos y titularidad de medios de comunicación. Los fascistas, herederos del nacional-catolicismo de ayer, vuelven hoy a salir a la calle sin ningún tipo de vergüenza, siempre en defensa del sistema que ha sido, y es, el soporte de la dominación de esa clase dominante parasitaria, criminal y explotadora.

 

Los detractores del socialismo no pueden oír hablar de la existencia de explotación, imperialismo o explotadores. Se muestran iracundos cuando algún comensal o interlocutor les hace ver que las clases sociales son una realidad. Los portadores del nuevo catecismo posmoderno dicen tener argumentos de peso para desmontar la tesis que aún postula su validez y su vigencia como categorías de análisis de las estructuras sociales y de poder. Lamentablemente, sólo es posible identificar, con cierto grado de sustancia, dos tesis.

El resto entra en el estiércol de las ciencias sociales. Son adjetivos calificativos, insultos personales y críticas sin altura de miras. Yendo al grano, la primera tesis subraya que la contradicción explotados-explotadores es una quimera, por tanto, todos sus derivados, entre ellos las clases sociales, son conceptos anticuados de corto recorrido. Ya no hay clases sociales, y si las hubiese, son restos de una guerra pasada nos dice las burguesía nacionales. Desde la caída del muro de Berlín hasta nuestros días las clases sociales nos decían los gobiernos burgueses están destinadas a desaparecer, el problema que las contradicciones de los explotados y explotadores se agudizan más y la luchas de clases sigue a pesar de los aparatos represivos por el imperialismo yanqui y europeo

Luchamos y lucharemos por construir una sociedad en la que la mujer trabajadora vea garantizados, en el plano material, y no solo en lo abstracto, su emancipación y su acceso a una total igualdad de derechos. 

Las mujeres en Andalucía somos víctimas de las guerras imperialistas y de la crisis general del capitalismo decadente; porque somos trabajadoras explotadas del campo y de la ciudad, estudiantes excluidas, paradas, jubiladas y pensionistas a quienes se nos está privando del pan, la casa y el agua, de una remuneración y condiciones de trabajo dignas, de paz, pero somos también mujeres organizadas y luchadoras revolucionarias.

¡VOTA Y ORGANÍZATE EN EL PCPA!

Un ejemplo de cómo las ecofeministas ven que algo no marcha bien en el actual modo de producción es su explicación de los problemas del lobo ibérico actual. Quiero tomar como ejemplo el artículo aparecido en eldiario.es “La defensa del lobo desde el ecofeminismo”, escrito por Concha López Llamas.

Este artículo hace un recorrido brevísimo de la historia en, creo, Europa de la relación entre los humanos con el lobo, a la vez señala como problemas en la convivencia de las dos especies las concepciones patriarcales de la sociedad, el trato que reciben las especies animales y la sociedad mercantilista. Como podemos observar, detecta problemas en el mundo actual pero, a mi juicio, no utiliza las herramientas adecuadas para hacer un buen análisis.

En su relato histórico Concha López comienza romantizando la relación entre los humanos y los lobos, una relación en la que los humanos aprendían de los lobos y hasta podían pillar tajada de las sobras de sus festines. Se le olvidó que los humanos también podían ser presa del lobo. Y de ahí todo ese miedo contenido en múltiples relatos.

Después de décadas de privatización a precios irrisorios de empresas en sectores estratégicos como la energía, las comunicaciones o la automoción, aparecen los bonos sociales, muchos vinculados a estas empresas antes públicas. Oficialmente nacen con el objetivo de compensar el desajuste social incrementado en los últimos años, fruto del proceso de concentración acelerada del capital y de la destrucción de las fuerzas productivas. ¡cosas de la crisis!

El bono social es un mecanismo regulado por el Gobierno que busca proteger a consumidores vulnerables con menores posibilidades económicas. Esta definición de bono social que se da desde los organismos públicos, a la vez, nos ofrece pistas sobre su finalidad.

El problema, como otras tantas medidas sociales, es que las resoluciones adoptadas no sirven a los objetivos publicitados sino para paliar la alarma social generada.

El ejemplo más reciente lo tenemos con el nuevo bono social eléctrico. 

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