La crisis del coronavirus está poniendo aún más en evidencia que el capitalismo y los capitalistas nos roban nuestras vidas. Si esta realidad no era ya más que palpable meses atrás, cuando la crisis de sobreproducción capitalista parecía una sombra del pasado que tardaría aún unos años en volver, ahora se ha vuelto una realidad.

Cerrados los bares, librerías, bibliotecas, teatros, colegios, universidades… Solo pueden permanecer abiertos supermercados, farmacias y otros servicios que proporcionen bienes estrictamente necesarios, ¿pero sirve la misma vara de medir para los trabajadores?

La hostelería está sostenida fundamentalmente por jóvenes, y es el sector hostelero, precisamente, uno de los más precarios en este país; las horas se pagan en negro (y no hablamos solo de bares pequeños, hablamos también de grandes empresas como 100 Montaditos), encontramos contratos basura y jornadas a tiempo partido que, en el mejor de los casos, cambian de horario cada semana. Además, existe un factor decisivo y que mantiene en silencio cualquier abuso por parte de la patronal: la escasa tasa de sindicalización entre los jóvenes.

Desde hace décadas, los coches han ido proliferando hasta llegar a la situación actual, en la que parece imposible vivir sin un vehículo particular. Lo necesitamos para ir al trabajo (o solamente para encontrarlo, porque carné de conducir y vehículo propio son requisitos imprescindibles en muchos casos), para hacer la compra, ir al cine, salir de fiesta… La vida en los pueblos y ciudades, sobre todo las no muy grandes, se traslada a grandes centros comerciales a los que, en muchos casos, resulta difícil o imposible llegar si no es en coche.

Esta moderna forma de vida cumple un objetivo fundamental: alimentar la maquinaria de producción desmesurada del sistema capitalista. La única manera que tiene el capital y sus dueños, los capitalistas, los empresarios, de mantener y aumentar sus ganancias para no irse a pique es aumentar constantemente la producción y, a la vez, reducir costes. No es un capricho, sino una necesidad de los capitalistas para seguir existiendo. Puesto que los capitalistas obtienen su beneficio del valor que los trabajadores aportan al producto con su trabajo, conforme se desarrolla la tecnología y crece el peso de las máquinas en la producción, a los capitalistas les resulta más difícil obtener beneficios. Por tanto, para mantenerse necesitan exprimir más el trabajo asalariado y producir más y más.

La Generalitat de Catalunya ha intentado impulsar un nuevo proyecto de ley de contratos de servicios a las personas, también conocida como “Llei Aragonès”, por su cabeza ejecutora. Pere Aragonès, consejero del Departamento de Economía de la Generalitat.

La primera Conferencia de la Juventud Comunista de los Pueblos de España marcaba como uno de nuestros objetivos fundamentales afianzar y desarrollar unas fuertes relaciones internacionales, de solidaridad y apoyo mutuo; si el capitalismo se desarrolla globalmente, debemos trabajar por confrontarlo globalmente.

A principios de noviembre participamos con nuestro saludo en la Asamblea General de la Juventud Comunista de Suiza, donde les trasladamos nuestra visión del desempleo y los bajos salarios, como los principales problemas de la juventud hoy en día, y el papel que juega el imperialismo -como desarrollo del capitalismo mundial- en esta situación.

Ni unas semanas después, tuvo lugar el encuentro con el Komsomol Leninista de Rusia en Leningrado. En este encuentro se caracterizó la situación de la juventud trabajadora, así como la situación nacional en España y Rusia, y el derecho a la autodeterminación de los pueblos. A continuación, se trató la situación general del imperialismo, con los casos de Bolivia, Chile, Siria, Cuba, Venezuela o Libia.

Nos acercamos al fin de un año más, y por ende, correspondería una disección de la situación general de la JCPE en este último año, así que, es tarea analizar y valorar tanto las cosas positivas como negativas, algo totalmente necesario también a nivel de base.

Este último año, ha sido un periodo muy ajetreado para la JCPE, donde se puede confirmar que vamos avanzando, con algunas dificultades. Este año ha estado marcado por la organización de nuestra primera Conferencia, en la que hemos sentado las bases de la Juventud Comunista del estado español y la relación con su partido, PCPE, del mismo modo hemos marcado las pautas de trabajo a realizar hasta la próxima conferencia de aquí a tres años. Pero no solo eso, desde el Comité Estatal de Dirección se ha demostrado una gran capacidad al organizar, planificar y bajar nuestra primera campaña central como JCPE, un hito no menos meritorio. Además se ha avanzado notoriamente en nuestras relaciones internacionales, se ha creado una identidad propia a nivel central, con un manual de identidad, en breve tendremos nuestra propia Web y se ha logrado poco a poco garantizar la estabilidad de las comisiones a nivel central (produciendo un mejoramiento en lo organizativo y en lo agitativo), tenemos previsto para el año que viene la organización de nuestro primer campamento y a pesar de las dificultades económicas se han ido cumpliendo los viajes previstos por el CED a distintos territorios para reforzarlos.

En cualquier manifestación por la educación a la que hayamos ido, seguramente, habremos oído algo parecido a “los ricos/las empresas nos están robando la educación pública”, incluso más de una vez se habrá usado esa expresión en algún artículo en este mismo medio.

Ahora bien, detengámonos a reflexionar sobre esta afirmación, ¿realmente nos están robando la educación? ¿qué papel cumple la educación en nuestro sistema y ha cumplido siempre? Partamos de una idea: el estado sirve a los intereses de los empresarios. Así pues, ¿por qué un estado que sirve a intereses de los ricos iba a destinar ni un solo euro a formar a los hijos de los trabajadores?

Se pueden dar dos respuestas y ambas serían correctas: por un lado la correlación de fuerzas entre los trabajadores y patronal -concretada en la enorme fuerza de los Partidos Comunistas y Sindicatos tras la II Guerra Mundial, así como en la existencia de un bloque socialista fuerte- el siglo pasado obligó a los segundos a ciertas concesiones que conformarían lo que se conoció en la Europa Occidental como Estado del Bienestar. No pretende este artículo negar la importancia de estas conquistas arrancadas al capitalismo, como puede ser que los hijos de los trabajadores podamos tener una educación básica.

Hoy en día se está promocionando la ideología del capitalismo verde, es decir, continuar con el mismo sistema económico y social, pero realizando reformas y cambios que se supone que salvarán el mundo y nuestra forma de vida. Sin embargo, esto sigue siendo el mismo cuento de siempre, porque lo que no se dice es que el capitalismo no es compatible con la naturaleza, y es que esto se ve con cosas como los incendios veraniegos en el Amazonas o los del África subsahariana. Y es que estos incendios, casualmente, le saldrán rentables a empresas cárnicas y de soja, porque el terreno que sea destruido por las llamas, será utilizado por esas empresas para ampliar su terreno y, así, sus ganancias.

Las distintas opresiones que se generan en una sociedad basada en la explotación no son algo meramente simbólico como algunos autores pretenden decir. Autores como Daniel Bernabé nos pueden hacer caer en la trampa. Autor que hace un llamamiento a la izquierda en abstracto para que haga un giro al obrerismo mientras va de la mano de partidos que niegan la lucha de clases. Alguien que equipara a Stalin con Hitler no es coherente que nos de lecciones a los y las comunistas.

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