Hace más de un siglo escribía Lenin, “El proletariado debe llevar a término la revolución democrática, atrayéndose a las masas campesinas, para aplastar por la fuerza la resistencia de la autocracia y paralizar la inestabilidad de la burguesía. El proletariado debe llevar a cabo la revolución socialista, atrayéndose a las masas de elementos semiproletarios de la población, para romper por la fuerza la resistencia de la burguesía y paralizar la inestabilidad de los campesinos y de la pequeña burguesía”.

A mediados de abril de 1908, Lenin envió a la prensa su artículo “Marxismo y revisionismo”, una -como indicó su autor- “declaración formal de guerra” al revisionismo. En este trabajo Lenin demostró que, al triunfar el marxismo en el movimiento obrero, sus enemigos cambiarían los métodos de lucha aplicándose a socavar la doctrina marxista mediante “enmiendas” y “revisiones” de sus postulados más importantes. Los revisionistas niegan el materialismo y la dialéctica marxistas, niegan las tesis básicas de la economía política marxista, rechazan la idea de la lucha de clases y la dictadura del proletariado renunciando al socialismo como objetivo final del movimiento obrero.

Las obras de Lenin encierran una riqueza ideológica inapreciable para los revolucionarios, venero inagotable de conocimientos acerca de las leyes del desarrollo social y la lucha de clase del proletariado [actualmente, con los intentos de restringir de manera estrecha la definición de esta palabra para “demostrar” que el marxismo-leninismo y, por ende, el partido proletario son rémoras de otros tiempos, debemos dejar claro que proletario es todo aquel que “se vende a sí mismo” en el sentido de que no dispone de la propiedad de los medios de producción y solo dispone de la fuerza de su trabajo, ya sea física, ya sea intelectual]. Lenin nos enseña acerca de las vías de la edificación del socialismo y el comunismo.

El desarrollo del sectarismo socialista y el desarrollo del movimiento obrero real se encuentran siempre en proporción inversa. Las sectas están justificadas históricamente mientras la clase obrera aún no ha madurado para un movimiento histórico independiente. Pero en cuanto ha alcanzado esa madurez, todas las sectas se hacen esencialmente reaccionarias. Lo caduco tiende a restablecerse y a mantener sus posiciones dentro de las nuevas formas aparecidas.

Bakunin: su programa estaba compuesto de retazos superficialmente hilvanados de ideas pequeñoburguesas arrebañadas de aquí y de allá: igualdad de las clases (!), abolición del derecho de herencia como punto de partida del movimiento social (morralla saint-simonista), el ateísmo como dogma obligatorio para los miembros de la Internacional, etc., y en calidad de dogma principal la abstención (proudhonista) del movimiento político.

Allí donde la clase obrera no ha desarrollado su organización lo bastante para emprender una ofensiva resuelta contra el poder político de las clases dominantes, se debe, por lo menos, prepararla para ello mediante una agitación constante contra ese poder y adoptando una actitud hostil hacia la política de las clases dominantes.

ENGELS: “TEORÍA DE LA VIOLENCIA”

El sometimiento del hombre a la servidumbre, cualquiera que sea la forma que presente, presupone en el avasallador la posesión de los medios de trabajo sin los cuales el sometido no le serviría de nada, y en la esclavitud presupone además la posesión de los medios de vida indispensables para mantener al esclavo.

La violencia es hoy día el ejército y la marina de guerra [y la aviación y el espacio actualmente] y ambos cuestan, como sabemos por dolorosa experiencia, “montones de dinero”. La violencia está condicionada por la situación económica, que es la que tiene que dotarla de los medios necesarios para equiparse con instrumentos y conservar éstos.

ENGELS: INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MARX “LAS LUCHAS DE CLASES EN FRANCIA DE 1848 A 1850”

La época de los ataques por sorpresa, de las revoluciones hechas por pequeñas minorías conscientes a la cabeza de las masas inconscientes, ha pasado. Allí donde se trate de una transformación completa de la organización social, tienen que intervenir directamente las masas, tienen que haber comprendido ya por sí mismas de qué se trata, por qué dan su sangre y su vida. Y para que las masas comprendan lo que hay que hacer, hace falta una labor larga y perseverante.

Lenin y Mao reconocían abiertamente que los intelectuales revolucionarios son imprescindibles al movimiento revolucionario. No es en modo alguno casual ni carente de importancia para las discusiones actuales el hecho de que los bolcheviques tuvieran que defenderse y abrirse paso entre las acusaciones de “intelectualismo” que se les hacían. Lenin desenmascaró las raíces reformistas de la teoría del “movimiento puramente obrero”: ¡El reformismo se ha envuelto siempre, en su fase de formación, en un velo de radicalismo verbal!

El análisis de clase es un instrumento de partido en manos de revolucionarios, los cuales se esfuerzan por averiguar mediante un estudio concreto de la situación de clase lo siguiente: qué capas sociales pueden ser ganadas en la actualidad o en un futuro próximo para la lucha revolucionaria, contribuyendo con ello a un cambio de la correlación de fuerzas favorable a la revolución, o bien qué capas sociales y con qué política pueden ser neutralizadas.

El desarrollo revolucionario ya no va más de la huelga general a una sublevación militar; parte más bien de acciones de comandos, pasando, mediante la creación de centros de resistencia, a la formación de milicias, a la desorganización y desmoralización de las fuerzas armadas de la represión, logradas a través de una pequeña guerra, larga y agotadora.

Puede que el poder del Estado burgués sea debilitado por el auge del movimiento de masas, pero de ninguna manera será aniquilado de este modo, si el ímpetu de las masas se disipa en el juego de la contrarrevolución, el capital se verá en seguida más fuerte, saliendo más vigoroso de la contienda, erigirá una dictadura fascista y restaurará la “paz laboral” en los términos dictados por los propietarios.

Se puede constatar en todos los países industrializados de Occidente la tendencia a poner punto final al servicio militar generalizado, formando unidades de élite para combatir sublevaciones y acciones de guerrillas, sustituyendo a los soldados proletarios por asesinos profesionales con un equipamiento y entrenamiento técnico perfectos. La fraternización de un ejército profesional con las masas revolucionarias es puramente utópica.

Parece que crece la tendencia a cerrar los ojos a las condiciones militares de una revolución, en el mismo grado en que el aparato represivo se especializa en la liquidación de disturbios y sublevaciones.

Hay que advertir que Engels llama al sufragio universal instrumento de dominación de la burguesía. El sufragio universal, dice, basándose evidentemente en la larga experiencia de la socialdemocracia alemana, es “el índice de la madurez de la clase obrera. No puede llegar ni llegará nunca a más en el Estado actual”.

El proletariado necesita del poder estatal, organización centralizada de la fuerza, organización de la violencia, tanto para sofocar la resistencia de los explotadores como para dirigir a una gigantesca masa de la población, a los campesinos, a la pequeña burguesía y a los semiproletarios, en la obra de “poner a punto” la economía socialista.

Existe la necesidad para los partidos burgueses, incluyendo a los más democráticos y “democrático revolucionarios”, de intensificar la represión contra el proletariado revolucionario, de fortalecer el aparato represivo, es decir, la misma máquina del Estado.

La dictadura de una clase es necesaria no sólo en general, para toda la sociedad dividida en clases, no sólo para el proletariado después de derrocar a la burguesía, sino también para todo el período histórico que separa el capitalismo de la “sociedad sin clases”, del comunismo.

La introducción de las máquinas en el proceso de producción ha causado siempre profundas crisis de desocupación, superadas sólo lentamente por la elasticidad del mercado de trabajo. Los obreros fabriles y los campesinos pobres son las dos energías de la revolución proletaria. Especialmente para ellos el comunismo representa una necesidad primordial: su llegada significa la vida y la libertad, la permanencia de la propiedad privada significa el peligro inminente de ser triturados, de perder hasta la vida física.

Todo trabajo revolucionario tiene probabilidades de buena salida solamente cuando se basa en las necesidades de su vida y en las exigencias de su cultura [en las condiciones materiales, sociales y culturales]. Esto debe ser comprendido por los líderes del movimiento proletario y socialista.

La producción industrial debe ser controlada directamente por los obreros organizados en las fábricas, la actividad de control debe ser unificada y coordinada a través de organismos sindicales puramente obreros; los obreros y los socialistas no pueden concebir de utilidad a sus intereses y a sus aspiraciones un control de la industria ejercido por los funcionarios del Estado capitalista.

El centralismo democrático, que es un “centralismo” en movimiento, por así decir, o sea, una continua adecuación de la organización al movimiento real, un contemperar los impulsos de la base con el mando de arriba, una inserción continua de los elementos que provienen de las profundidades de la masa en el molde sólido del aparato de dirección que asegura la continuidad y la acumulación regular de las experiencias; este centralismo es “orgánico” porque tiene en cuenta el movimiento, es decir, el modo orgánico de revelación de la realidad histórica, y no se entumece mecánicamente en la burocracia y, al mismo tiempo, tiene en cuenta todo cuanto es relativamente estable y permanente o que, por lo menos, se mueve en una dirección fácil de prever, etc. el centralismo democrático vive en la medida en que es interpretado y adaptado continuamente a las necesidades.

Se puede decir que los partidos tienen la tarea de formar dirigentes capaces, son la función de masa que selecciona, desarrolla y multiplica los dirigentes necesarios para que un grupo social definido se articule, y deje de ser un caos tumultuoso para convertirse en un ejército político orgánicamente predispuesto. Cuando un partido oscila en la masa de sufragios obtenidos pasando de unos máximos a unos mínimos que parecen extraños y arbitrarios, puede deducirse que sus cuadros son deficientes, cuantitativa y cualitativamente. Un partido que obtiene muchos votos en las elecciones locales y menos en las de mayor importancia política es cualitativamente deficiente en su dirección central.

No puede existir igualdad política completa y perfecta sin la igualdad económica. La confusión entre el Estado-clase y la sociedad regulada es propia de las clases medias y de los pequeños intelectuales. Sólo el grupo social que se plantea como objetivo a conseguir la desaparición del Estado, y de sí mismo, puede crear un Estado ético.

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