Para los y las comunistas es importante situar en las claves correctas el análisis concreto de la realidad concreta en todas nuestras esferas de actuación, ya sea en el barrio, en un centro de trabajo o en el ámbito internacional. Un correcto análisis permite desarrollar de la forma adecuada la acción política, un análisis incorrecto nos lleva a acciones erróneas y a retrocesos.

En el ámbito internacional, lamentablemente, es común leer análisis hechos con escuadra y cartabón, en los que, en el mejor de los casos, se confunden los deseos con la realidad, y, en el peor, se retuerce la realidad, para servir a intereses bastardos y hasta enemigos. Desde supuestas posiciones que se autoproclaman como revolucionarias, es común leer declaraciones que afectan a cuestiones internacionales totalmente “trotskizantes” (no se me ocurre otra forma de describirlas), que acaban reduciendo la lucha de clases y los enfrentamientos a nivel internacional a un blanco y negro que impide la acción política y, por lo tanto, la acumulación de fuerzas y una política de alianzas correcta.

Sólo hace falta leer ciertos análisis y posiciones sobre Palestina, Siria, Libia, China, Ucrania, Venezuela, Bolivia, Cuba… Si todo responde y es funcional al imperialismo, como sistema globalizador y global del que nada se escapa, y que, por lo tanto, son ajenos a los intereses de la clase obrera (obviamente representados por quien firma esos análisis), no hay política de alianzas posible, no existen contradicciones principales y secundarias, no hay acción política más allá de la dictada por la biblia de turno. Se tiende a confundir una posición de clase independiente con el sectarismo más rancio del trotskismo, que siempre ha buscado fraccionar al movimiento obrero y al movimiento comunista para beneficiar al imperialismo atlantista (Gladio).

El capitalismo, en su fase imperialista, está en una profunda crisis, y la incapacidad de remontarla de una forma estable, que garantice un ciclo largo de reproducción ampliada del capital, está provocando un estallido de conflictos regionales que tienen como telón de fondo el enfrentamiento entre la principal potencia imperialista del occidente colectivo, EE.UU., y la República Popular de China.

La crisis del imperialismo, la crisis del Occidente colectivo es la que permite el nacimiento (doloroso) de un mundo multipolar; y es la resistencia de la mayor potencia imperialista del mundo a la pérdida de la hegemonía, la que genera las guerras y conflictos. No como algunos llegan a manifestar que es la multipolaridad la que ha traído una época de guerras.

Es en este contexto, en el que debemos analizar el momento concreto. Y este momento tiene un hecho de vital importancia, especialmente para las y los comunistas. El principal contradictor del occidente colectivo es un país Socialista, con planificación económica y un férreo control de los sectores estratégicos, fuertemente vinculado al mercado capitalista y que desarrolla una política internacional basada en el interés mutuo y en el reconocimiento de la soberanía.

El verano, esa época de asueto caracterizada por la desconexión, los baños y las fiestas populares, ha tenido este 2024 como evento totalizador los JJ.OO. de París y su escenificación humanista” de la geopolítica mundial, que prefija países buenos, malos o regulares y que pretende aislar el deporte de la sociedad que produce los y las deportistas, aunque después, en los triunfos haya despliegue de banderas e himnos que ensalzan el patriotismo propio o extraño.

Quienes asistimos a este espectáculo como público con poco españolismo referencial y que disfrutamos de los logros deportivos en sí mismos pero también con sentido crítico del mundo, tenemos nuestras filias y fobias, nos conmueven y alegran los triunfos de atletas de países marginados y machacados por el imperialismo y sobre todo, nuestro corazón o pasión por el deporte, se mueve por los triunfos de la delegaciones de los pueblos que luchan por construir otro modelo. En este sentido Cuba nos representa. Además en estas olimpiadas se ha dado un debate muy interesante sobre a quién pertenecen los logros de los y las deportistas que compiten bajo bandera cubana o de otro país.

Un debate sobre la cubanidad de esos méritos deportivos y de que debe primar en la valoración de esos logros, si es un mérito personal o colectivo. Es un debate interesante e interesado, dado que en la consecución de las ansiadas medallas o récords, puede haber un ensalzamiento del constructo individualista, la idea del héroe que sacrifica todo por un sueño, frente a la valoración del deportista como un componente de un modelo que entiende el deporte como un valor colectivo y por tanto social.

Cuba siempre ha apostado por facilitar la práctica deportiva como parte de la educación de cualquier niña o niño y potenciar-cultivar cualquier talento que pudieran desarrollar y siempre desde la consideración amateur en su participación en los eventos deportivos ya sean pequeños o gigantes como las olimpiadas.

 

Régimen es cualquier orden político constituido, monárquico, republicano, federal, etc. Oficialismo sería todo aquello que defiende lo relativo al gobierno establecido. Sin embargo, en la narrativa que nos imponen, estos términos jamas se emplean de manera descriptiva, sino que se emplean para connotar lo forzado de los gobiernos inconvenientes al bloque dominante del imperialismo, como si su gobierno fuera postizo y falso, acentuando así su diferencia política. Por el contrario, la política del orden hegemónico es suavizada hasta prácticamente disimularla, naturalizando a una y desnaturalizando la otra.

Por eso, en EEU no se habla del régimen o del oficialismo, poco importa si allí hay pocos partidos políticos, si el bipartidismo es de facto obligatorio, si se imponen dos opciones similares, o si allí los medios de comunicación articulan un mensaje afín al orden vigente. Todo eso esta disimulado porque allí reina el orden natural, la democracia, es decir, la única democracia que nos dejan concebir. Tan disimulado está allí su carácter de régimen que, de hecho, los dos partidos políticos oficiales casi ni lo son, ya que realmente son agrupaciones que forman candidaturas para el mayor talent show del planeta, la carrera presidencial. Y es que esta democracia no se basa en el poder popular, se basa en el espectáculo, se pasa del disimulo de la política a la simulación de la democracia. En los EEUU la democracia es fundamentalmente poder espectacular, el aborto, las armas de fuego, los subsidios o la guerra global con la que sostienen su dominación, se convierten en temas del debate político por puro efectismo. Si antaño, los muchos o pocos candidatos que competían por la presidencia debatían en presencia del pueblo, hace ya mucho que esto se convirtió a través de los medios en espectáculo, la democracia es como seguir la liga de fútbol.

El mundo asistió con asombro y perplejidad el día 23 de agosto de 2024 a la situación surrealista del ataque de un diplomático marroquí a su homólogo de la República Saharaui en medio de la sala de conferencias en Tokio donde se celebraba una cumbre anual entre Japón y el conjunto de la UA sobre el desarrollo del continente.

Situación, sin embargo, nada nueva para los observadores del conflicto que enfrenta a la República saharaui y la monarquía marroquí desde la ocupación ilegal de parte de territorio saharaui por Marruecos en 1975, acostumbrados a las gesticulaciones y maniobras de una diplomacia marroquí que hastiada de sus propios fracasos y de aislamiento internacional por sus conductas que traspasan toda regla de civilización y de relaciones internacionales, no le queda más remedio que recurrir al chantaje, compra de voluntades, creación de consulados fantasma en ciudades saharauis ocupadas, o el “reconocimiento” de la llamada “propuesta de autonomía marroquí”, mendigada por el Rey Mohamed VI a algunos presidentes - que no estados – en sus momentos más bajos de popularidad en sus propios países.

La acomplejada monarquía marroquí por su interdependencia de Francia, siempre ha intentado jugar al gran imperio que nunca existió más que en su fantasía política, y en esa pose de grandeza utiliza una forma de imperialismo desmesurada para su propia realidad.

El Marruecos de hoy no es más que un régimen feudal que no reconoce sus límites geográficos ni sus poderes, a diferencia de un estado nación como se reconocen los países actualmente. Y en esa pérdida de identidad como estado contemporáneo soberano e independiente ha ido fraguando conflictos con todos sus vecinos, aquejado por un nacionalismo exacerbado que busca su expansión a través del conflicto armado con otras naciones, como lo hizo en su agresión a la recién independiente Argelia en 1963, su constante amenaza a la independencia de Mauritania, su agresión y ocupación ilegal a la vecina República Saharaui, o las constantes amenazas a las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, Canarias e islas colindantes.

Dicen los historiadores que una de las formas del imperialismo basado en un ultra nacionalismo sin razón envalentonado por un régimen arrogante y preocupado por su propia existencia, surgió en la era victoriana, en el siglo XIX, en respuesta a la amenaza que representaban ciertas potencias como Francia, Turquía, Rusia y Alemania a la grandeza del imperio británico y lo llamaron “jingoísmo”, que la RAE, a su vez, define como «patrioterismo exaltado que propugna la agresión contra otras naciones».

Los imperios y reinos del norte global reivindican su derecho discrecional a “verificar” elecciones en ciertos y determinados países. Los partidos y movimientos de la derecha —y hasta buena parte de la izquierda— en esas naciones, apoyan ese supuesto derecho y hasta claman porque los procesos electorales sean supervisados por potencias extranjeras.

 ¿Qué subyace en esta actitud? Neocolonialismo, injerencismo, supremacismo racial, tutelaje y unilateralismo se aprecian entre los jerarcas del imperio y de los países europeos. Mientras, del lado de nuestras naciones, afloran el cipayismo, la subordinación, el endorracismo y, por supuesto, todo ello envuelto en la visión pragmática de quienes ven en la intervención extranjera su pasaporte al ejercicio del poder.

Las viejas potencias coloniales, desplazadas por movimientos emancipadores, nunca renuncian a la idea de volver a serlo. En la práctica, lo han sido en el plano económico y también en la esfera cultural. Y cada vez que pueden, tratan de imponerse de nuevo en lo político. Para ello se presentan como ejemplos del orden democrático, paradigmas del modelo que todas sus excolonias deberían asumir como ideal.

Esto requiere un alto grado de cinismo, pues en varias de esas naciones operan democracias bastante cuestionables, ya sea porque se trata de monarquías parlamentarias o porque son, a la vista de todos, corporatocracias en las que mandan los grupos económicos, representados por empleados que desempeñan el rol de políticos y líderes.

Una de las formas de neocoloniaje político ha sido la imposición de estas supervisiones en los procesos electorales de países que alguna vez fueron parte de sus dominios. Estas intromisiones las ejecutan a través de organismos públicos de las exmetrópolis, de entes intergubernamentales y de falsas organizaciones no gubernamentales, financiadas con fondos estatales del norte global.

Esta injerencia tiene varias características que las definen muy bien. Una de ellas es su aplicación discrecional; otra es que pretende ser una instancia de alzada supranacional e inapelable; una tercera es su unidireccionalidad.

El 3 de agosto fue  una jornada de apoyo a presas y presos palestinos, cuyo número crece incesantemente ante la pasividad, cuando no  complicidad, de la conocida como comunidad internacional. Sin embargo, la lucha por la liberación de todos los presos y presas palestinas es también nuestra causa, porque ninguna injusticia nos es ajena y porque Palestina y su liberación es hoy la causa de la humanidad.

Lo que sabemos

Cuando esto se escribe  el número de detenciones por la entidad sionista desde el 7 de octubre y sólo en la Cisjordania ocupada, asciende a más de 9.800 personas, entre las que se encuentran 340 mujeres y 680 menores. El último minuto de la Palestina ocupada decía  que las fuerzas de ocupación  allanaron la casa del Sheikh de la mezquita Al-Aqsa,  Ikrima Sabri de 85 años, en la Jerusalén ocupada y se lo llevaron arrestado. Posteriormente liberado y desterrado...Da igual cuando esto se publique porque  cientos de personas más habrán sido secuestradas ilegalmente y violentadas por las fuerzas terroristas de la ocupación. Personas  y no números. Reales, de carne y hueso como el niño  Khaled Saed Al-Shawa asesinado por un ataque sionista en la ciudad de Gaza. Cuantos nombres y vidas segadas estos meses por la barbarie sionista, aunque el horror viene de lejos y hunde sus raíces en el siglo XX, pero la  urgencia del momento no permite tanta  profundización histórica.  Y la masacre, torturas y devastación se ejecutan  ante nuestros ojos por los sionistas que juegan a ser “diosecillos” y la aquiescencia de EE.UU,  la Unión Europea y gobiernos árabes lacayuelos del imperialismo. 

Es imposible saber los datos totales de la Franja de Gaza, pues miles de palestinos y palestinas han sido detenidos en los asaltos a hospitales, escuelas, barrios, campamentos de refugiados… Lo que sí sabemos con certeza, los datos del  informe de 31 de julio  del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) están ahí, es que la mayoría  de esas  personas detenidas han sufrido todo tipo de torturas, trato inhumano y degradante, así como violencia física y sexual  y, además,  una detención arbitraria, lo que ya de por sí es una vulneración de todo derecho humano.

El pasado 29 de junio de 2024 tuvo lugar, en Beirut (Líbano), la reunión del Grupo de Trabajo previa al 24º Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros (EIPCO). En este marco, el Partido Comunista Libanés (PCL) - como anfitrión de dicha reunión y del próximo encuentro - organizó un seminario político titulado "Liberación nacional en un mundo cambiante". Por su particular interés y relevancia, reproducimos a continuación la ponencia del camarada Moufid Koutaish, del PCL.

Liberación nacional en un mundo cambiante

Bajo la crisis estructural del capitalismo globalizado, surge la necesidad de que los pueblos formulen vías y métodos para la transición desde esta realidad, marcada por la crisis, hacia el socialismo; teniendo en cuenta que el camino de decadencia del capitalismo será más sangriento que el de su nacimiento y desarrollo.

Debido al desarrollo desigual en la trayectoria histórica de los pueblos en el marco de la estructura capitalista, estos métodos de transición diferirán de un país a otro, aunque las leyes sean similares. Ha quedado claro que el camino apropiado para nosotros/as, como países en los que prevalecen las relaciones de producción capitalistas dependientes, es el camino de la liberación nacional. Por otro lado, su alternativa es continuar por la vía del capitalismo dependiente y sus consecuencias.

Hablar de liberación nacional no es algo nuevo, sino más bien una continuación de lo que se ha alcanzado en este proceso que nuestros pueblos iniciaron para deshacerse de los obstáculos a su progreso, sobre todo la dependencia estructural del imperialismo. Este proceso ha llegado a una crisis que nuestro partido ha diagnosticado en su segunda conferencia, diagnóstico desarrollado por el mártir Mahdi Amel al afirmar que es una crisis de los burgueses que lideran este movimiento y una crisis de su alternativa revolucionaria.

La entidad sionista, como construcción colonial de carácter racial, solo puede existir en base a la eliminación del otro. Para justificar esa razón de existir debe construir un relato y una mística que, al igual que los nazis, justifique el genocidio en base a dos elementos.

En primer lugar, ser un pueblo o raza superior con una misión predestinada. Ser el pueblo elegido de dios y poseer un espacio vital (el gran Israel que va desde Egipto hasta Irak y desde el sur de Turquía hasta el Yemen). En la retórica sionista, lo que hoy son los pueblos árabes, en realidad es el Israel bíblico prometido por dios a Abraham. Por lo tanto, su misión es hacer cumplir su destino.

El segundo elemento, al igual que el nazismo, se basa en que para cumplir su destino solo hay un impedimento, los árabes, y en primer lugar el pueblo palestino. Por ello deben ser expulsados o eliminados. Simple.

No existe genocida que justifique sus crímenes bajo la pátina de la superioridad moral, en todas sus esferas. El sionismo no escapa de esta práctica, no debe demostrar nada, su palabra es ley. Por eso observamos como el gobierno sionista no deja de afirmar que su ejército es el más moral del mundo (sic), por que para ellos, cumplir su destino es el mayor acto de moralidad. No importa asesinar a decenas de miles, matar de hambre y sed a niños, violar, decapitar, enterrar vivos, extraer órganos y despellejar personas. No deben justificar ante nadie sus actos. Al contrario, como si de una enfermedad mental se tratara, el sionismo proyecta sus atrocidades en el otro. Por ello, después de la gloriosa operación militar del 7 de octubre, afirmó que la resistencia palestina violó mujeres y asesinó bebés, hechos demostrados como falsos.

Cuando triunfó la revolución cubana y el imperialismo fue consciente de lo mal que le venía el ejemplo de esa pequeña isla, los diferentes gobiernos estadounidenses han destinado ingentes cantidades de su presupuesto para pagar a terroristas y a un lumpen carente de un ápice de dignidad.

Hace seis décadas que el imperialismo decidió matar de hambre a un pueblo valiente y soberano. Para que eso fuese llevado a la práctica sin errores, aprobaron medidas y leyes que se ampliaron con el tiempo y que tiene el objetivo de paralizar la economía cubana. No sólo prohíben el comercio entre EEUU y Cuba, el imperialismo sanciona a cualquier país que ose comercializar con Cuba. Cuba soporta un asedio constante desde hace más de sesenta años.

Ese bloqueo que cada día trata de asfixiar al pueblo cubano es económico, comercial y financiero y con un carácter extraterritorial que viola cualquiera de las leyes internacionales.

El imperialismo tiene todos los récords en impulsar ilegales listas a su medida, que luego respaldan los países títeres; es escandaloso repasar algunas de ellas, por ejemplo, “la lista de países patrocinadores del terrorismo”.

Los países incluidos entran y salen por decisión de los gobiernos estadounidenses. Esa lista se creó en 1979, algunos países cómo Siria nunca han salido, otros van y vienen en función de pagos monetarios, cesión de libertad o cómo consecuencia de injerencias. Cuba fue incluida por primera vez en el 1982, excluida en el año 2015, durante el gobierno de Obama y volvió a ser incluida en 2021 antes de concluir el mandato de Trump.

Para el pueblo cubano, estar incluido en esta lista es una vuelta de tuerca más en su economía.

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