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Editorial Mayo 2024

Inmersos en plena campaña de las Elecciones al Parlamento Europeo, las distintas opciones que representan los intereses políticos y económicos de las diferentes fracciones del capital europeo, se enredan en acalorados debates que es preciso interpretar correctamente para no llevarnos a engaño.

Más allá de ciertos aspectos y formalismos de orden secundario que les separan y sobre los que polemizan sin parar, todas ellas expresan un acuerdo indisimulado en cuanto a la defensa de la Unión Europea como el proyecto político y económico más avanzado del capitalismo europeo, con el que se identifican aun cuando sea con matices.

Esta es la razón por la que, una vez la realidad demuestra que el debate electoral solo es una puesta en escena entre dos visiones diversas –que no antagónicas- sobre cómo seguir construyendo la UE, la responsabilidad que asume el PCPE es evidenciar este hecho y caracterizarlo a ojos del pueblo trabajador.

Una de estas fracciones, más acorde a las tendencias de internacionalización del capital y los marcos legales de su desarrollo, se ajusta a las necesidades que impone la existencia de un capitalismo crecientemente concentrado y centralizado para el que la globalización es una necesidad sine qua non y cuyos máximos exponente son los grandes fondos de inversión, energéticas, telecos, fabricantes de armamento…

Otra que, sin renunciar al mercado común que ofrece la UE, ancla su programa en un intento de poner barreras “nacionales” a la internacionalización del capital y practica un cínico juego de tahúres que confunde a amplios sectores populares, exigiendo la defensa de su mercado nacional y la liberalización de sus exportaciones. En gran medida, las recientes movilizaciones agrarias han sido expresión de ello.

Dos realidades del capital que se enfrentan en el tablero político con diferentes representantes, que abarcan desde la extrema derecha neofascista, a conservadores, liberales, socialdemócratas, verdes, reformistas… pero, que insistimos, tienen el denominador común todos ellos, de representar los intereses del Capital y defender la existencia de la UE.

Y claro, la pregunta como siempre es, ¿dónde quedan representados los intereses de la clase trabajadora? ¿Es posible defenderlos sin cuestionar la UE? ¿Acaso hay comunidad de intereses entre la clase burguesa y la trabajadora en el seno de UE?

Vayamos a ello, pues más allá de soflamas discursivas y bellos anuncios reformadores tan propios de la socialdemocracia, corresponde identificar a la UE conforme a la realidad de la práctica de sus instituciones y, desde una perspectiva de clase, valorar sus políticas, marcando una posición diferenciada del acuerdo compartido por las fuerzas del sistema.

Para empezar y solo a modo de ejemplo, proponemos considerar la orientación de los fondos de la PAC (Política Agraria Común de la UE) a favor del complejo entramado agroindustrial, el carácter de los fondos Next Generation y el destino final de los mismos, la evolución de los tipos de interés marcados por el Banco Central Europeo, las recientes nuevas medidas del Pacto europeo de Migración y Asilo, la política de Defensa de la UE y su compromiso con la guerra de la OTAN en Ucrania y el rearme, la agenda marcada por el Libro Blanco de las Pensiones orientando el retraso en la edad de jubilación y el fomento de los planes de empleo privados frente al Sistema Público de Pensiones, los objetivos de los 40 Acuerdos Comerciales Preferenciales que sostiene con más de 80 países, la estrategia definida por la Unión de la Energía de 2015 y sus consecuencias para la soberanía de cada país, las recientes nuevas exigencias del pacto de Estabilidad y Desarrollo priorizando ante todo el pago de la deuda…, medidas, todas ellas, que confirman la afirmación realizada por Lenin que situaba con claridad que “los Estados Unidos de Europa, bajo el capitalismo son imposibles o son reaccionarios”.

Por eso la necesidad del compromiso con una intervención decididamente opuesta a la existencia de la UE y por la salida de la misma y el abandono del Euro, que se sitúe en la defensa exclusiva de los intereses y necesidades de la clase trabajadora y la soberanía de los pueblos de Europa. Una opción confrontada con los sectores oligárquicos representados por la burocracia de la UE y los lobbys que actúan en sus instituciones, pero que, igualmente, identifica con claridad a los falsos opositores de la única UE posible, que es la que hoy existe.

Esa es la opción que defiende el PCPE y la plataforma política con la que, desde una posición de clase y revolucionaria, le sitúa a los más amplios sectores obreros y populares, la necesidad de tejer una amplia alianza social y política contra la UE y el Euro, que necesariamente debe ir más allá de las elecciones.

Una plataforma que es la base de nuestro programa electoral y que, además del claro rechazo al € y al conjunto de las directrices que impone la política Común - todas ellas de claro carácter antiobrero y antipopular-, en este momento, absolutamente crucial para el presente y futuro de los pueblos de Europa, define la urgencia de un Frente de rechazo a la Guerra para la que activamente se prepara la UE, de la mano de la OTAN y los EE.UU.

Es este, sin duda, el gran reto que corresponde asumir, pues es el que lo determina todo. Sin duda, es la guerra la realidad ante la que no cabe mirar a otro lado y frente a la que hay que significarse con hechos concretos que vayan más allá de proclamas huecas.

Nada será igual si avanza la Guerra en Europa, nadie quedará a salvo de una confrontación que dejará de retransmitirse como algo de terceros y nos afectará directamente.

Para el PCPE, este es el fiel de la balanza que, deslindándose claramente de cualquier posición chovinista o filofascista con la que es incompatible cualquier acuerdo, debe ser la base de una amplia alianza social por la Paz y contra el Imperialismo.

Un proyecto que necesita avanzar y que solo lo hará si se fundamenta en un en un creciente proceso de organización y movilización popular contra la Guerra. Una dinámica de confrontación con todas las políticas que desarrollan los planes belicistas de la UE y la OTAN, destinada a generar un proceso de acumulación de fuerzas que, desde la defensa de una posición de no beligerancia que se constituya en el referente de la movilización de masas, quiebre la militarización social que se impone desde la UE.

Sin duda, junto al rechazo al incremento del presupuesto militar, la oposición al Fondo de Defensa de la UE, a la leva forzosa de la juventud, al sostenimiento de la guerra de Ucrania, al cerco a Rusia y al compromiso con la OTAN y las bases yanquis, son las palancas desde las que avanzar en esta necesaria e insustituible dinámica de movilización social que ya llega demasiado tarde.

Por otra parte, es necesario aclarar que, quienes confundidos o no, instrumentalizan este sentimiento antibelicista, arrogándose la representación de lo que aún solo es un embrión de lo que debe llegar a ser un creciente factor de confrontación política de masas con el Estado, se equivocan y cometen un grave al promover candidaturas que, sin serlo, se definen como “expresión de la movilización ciudadana en defensa de la Paz”. La lucha de clases no permite atajos y menos actuaciones que pretendan suplir la acción de las masas y la movilización por maniobras electoralistas.

Ahí no estará nunca el PCPE, sin embargo, dejamos siempre abierta la puerta a la rectificación por la vía de los hechos y reiteramos el llamamiento ya realizado, a dar los pasos concretos que permitan avanzar en la constitución de la necesaria Alianza social por la Paz y el Imperialismo.

Para el PCPE el programa sobre el que se debe sustentar la unidad de acción de esta Alianza social, debería ser:

  • No a la economía de guerra, reducción urgente del gasto militar y prioridad a los servicios públicos. No al progresivo desmantelamiento de las estructuras públicas de protección social conquistadas por la lucha obrera y popular.
  • Regreso de todas las tropas españolas desplegadas en otros países

  • No a la leva forzosa de la juventud. Ningún hijo/a del pueblo puede ir a la guerra.

  • Salida de OTAN.

  • -Negativa a participar en cualquier escenario de guerra.

  • Cierre inmediato de las bases militares yanquis de Rota, Morón y la británica de Gibraltar, así como todas las instalaciones al servicio de la OTAN, (Bétera, Torrejón, Cartagena, Maó, Viator…)

  • Cese de inmediato de cualquier envío de dinero o armamento a Ucrania

  • Ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales con Israel.

  • No a los bloqueos y sanciones del imperialismo. Solidaridad con los pueblos y su soberanía.

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