​Declaración Comité Ejecutivo del CC del PCPE

No será el PCPE quien entre en conjeturas sobre las intenciones de Pedro Sánchez, menos aun quien muestre empatía con quien es el Secretario General del Partido de los GAL, la OTAN, del 155 y de la represión al movimiento obrero y popular que ha llevado a miles de compañeros y compañeras a la cárcel y el exilio. Ahí resuelvan ellos sus problemas, que al PCPE solo le atañe defender los intereses y necesidades de la clase trabajadora.

Pero, no por ello, dejamos de situar esta Declaración de su CE, para alertar de la doble necesidad de, por un lado, tomar en cuenta todos los elementos que condicionan la política española e internacional y, por otro situar la urgencia de levantar la más amplia alianza social por la Paz y contra el Imperialismo y no dejarse engañar con cortinas de humo que ocultan la realidad.

LA CRISIS INSTITUCIONAL DESBORDA LA ECONÓMICA

El desarrollo económico, social y político del Estado español, está absolutamente determinado por la crisis general del capitalismo que es el hecho central de su existencia y el que lo condiciona todo.

Una crisis ligada al desarrollo de sus propias leyes económicas, que son las que objetivamente demuestran la inviabilidad histórica de un Sistema que es urgente derrotar para situar a la Humanidad en un escalón civilizatorio superior.

Pero más allá de la inevitable caída tendencial de la tasa de ganancia y del colapso económico que provoca la ley de acumulación del capital, las formaciones sociales capitalistas están inmersas en una profunda crisis general que afecta a todas las esferas de su existencia y que se expresa en situaciones como el asalto al Capitolio de los EE.UU o la legitimación del nazismo.

Una realidad que cuestiona su hegemonía y que, en el marco de un mundo crecientemente diverso y multipolar, el Imperialismo enfrenta con el recurso a la guerra como su principal analgésico para tratar de sobrevivir a su decadencia e iniciar un ciclo de reproducción ampliada del capital.

Una situación que impone un absoluto lineamiento con todas las decisiones estratégicas que adopten los EE.UU y la OTAN y a las que, disciplinadamente, se someten la UE y todos los gobiernos que la conforman. Una subordinación absoluta, pero que, a pesar de ello, no es absolutamente lineal y se expresa con diversas caras y particularidades en cada Estado.

En el Reino de España, esta crisis adquiere unas características muy particulares que están plenamente ligadas a la historia más reciente de nuestra formación social y, más concretamente, a cómo se ha desarrollado en este país la dictadura del Capital durante los últimos 88 años, con 39 años de dictadura fascista y los últimos 49 con diversos grados de formalidades democráticas.

Un complejo proceso determinado por la lucha de clases en todo momento, pero en el que a la normal dictadura de clase de la burguesía, se le ha añadido, marcada con sangre y fuego, la impronta más criminal, reaccionaria y carpetovetónica del españolismo fascista que tan bien representó el nacional-catolicismo franquista.

Una dictadura genocida que quiso exterminar a una clase obrera consciente de su papel histórico y a todas sus organizaciones, pero que también se dispuso a acabar con el proceso de reconocimiento de las diversas realidades nacionales que, solo con el nuevo poder obrero y popular, dejaban de estar sometidas por España.

Una dictadura que gestionó su continuidad y la defensa de sus intereses en la Transición y que, con la inefable colaboración del Eurocomunismo, no solo volvió a derrotar a un reorganizado movimiento obrero y popular, sino que impuso una Constitución que volvía a consagrar al Estado español como una cárcel de pueblos y naciones.

Unos antecedentes que están en la base de las contradicciones que pueden hacer estallar por los aires la institucionalidad del llamado Régimen del 78 y del que “el periodo de reflexión de Pedro Sánchez” no es más que un nuevo episodio.

EL CONTINENTE YA NO SOPORTA LAS CONTRADICCIONES.

Porque pese a la amplia unidad que expresan todas las fuerzas parlamentarias en torno a la forma de enfrentar la crisis y de alinearse con los centros de poder del Capital, el grado de contradicciones que internamente expresa la institucionalidad en el Reino de España, la sitúa al borde del precipicio.

No hay contradicción de modelo económico, pues todas las fuerzas parlamentarias hacen suyas las políticas del Capital y solo difieren en pequeños matices. Hay unidad en cuanto a la pertenencia a la UE y la OTAN y el desarrollo de todas sus políticas, el Pacto Social se mantiene, las grandes empresas marcan beneficios extraordinarios año tras año,..y, sin embargo, este es un país que, con los órganos judiciales caducados y un rey emérito que es un ladrón confeso y se autoexilió para huir de la justicia, vive instalado en un grado de contradicciones y emergencia política e institucional que no se corresponde a la estabilidad social y laboral que mantiene.

Porque por más que la realidad sea la de unos alquileres absolutamente insoportables, de más de un 21% de las familias bajo el umbral de la pobreza, un desmantelamiento creciente y acelerado de los servicios públicos, una imparable carestía de la vida que hace imposible llegar a fin de mes y una economía de guerra con un incremento desmesurado de los presupuestos militares, no son estas circunstancias las que marcan la actualidad política y el desarrollo de la lucha de clases, sino que lo es la agenda impuesta por la confrontación propiciada por los sectores reaccionarios para los que la única España posible es la que ellos representan

Una España rancia que impone su hegemonía cultural y social sobre el odio y la mentira, y para la que la defensa de sus intereses y privilegios es incompatible con el reconocimiento de otras identidades nacionales a las que niegan su derecho a existir.

Justamente, es en esta contradicción de la España dominante de una, grande y libre, con la determinante fuerza parlamentaria y social de los partidos nacionalistas que exigen su espacio, donde se evidencian los límites del marco constitucional del 78. En ella está la base de una insalvable contradicción institucional que crece día a día y aboca a la estructura del Estado al precipicio.

Unas contradicciones que el poder burgués no es capaz de resolver como ha demostrado a lo largo de la Historia y que solo con un nuevo proyecto de Estado fundamentado en el poder material de la clase obrera y el reconocimiento a la libre autodeterminación de los pueblos, podrán superarse.

UNA DESCOMPOSICIÓN QUE EXPANDE SU HEDOR POR TODOS LOS RINCONES

Conscientes de ello y sabiendo que, en última instancia, todo pasa por la destrucción de su poder de clase, los sectores económicos y sociales más reaccionarios han activado todos los recursos a su alcance para imponer su proyecto de país y seguir garantizando su dominación secular. Su crisis es también su debilidad, pero su debilidad también es más violencia.

La judicatura, los medios de propaganda y el fascismo son sus herramientas para imponer su modelo económico y social y, ciertamente, ahora ya no solo lo hacen contra el movimiento obrero y el independentismo para los que no es nada nuevo la represión, la tortura, la cárcel y el exilio, sino que también lo hace contra la pata socialdemócrata que sustenta la dictadura del capital en el Estado español y se han lanzado contra el gobierno de coalición PSOE/Sumar y, expresamente, contra su Presidente.

El Capital se está preparando para una fase más reaccionaria que dé cobertura legal a la posible respuesta que el movimiento obrero y popular dé a la implementación de sus planes de guerra y recortes de servicios públicos mandatados por los “hombres de negro” de la Comisión Europea..

Es por todo ello, que frente a esta realidad en la que están en juego todos y cada uno de los derechos conquistados a la burguesía, el PCPE asume la responsabilidad de orientar la lucha obrera y popular contra los planes del Capital.

En definitiva, una batalla decidida por el poder obrero y el Socialismo que no puede esperar más porque nos va la Vida en ello.

PAZ, PAN, TRABAJO Y LIBERTAD

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