Entre lo cochambroso y nauseabundo que resulta el relato diario del genocidio del pueblo palestino - como dicen los modernos - “nos desayunamos” con la noticia de las 7 víctimas del atentado contra la ONG World Central Kitchen que el triunfador chef José Andrés - español radicado en EEUU desde hace 23 años, obteniendo incluso la nacionalidad yanqui – creó para auxiliar a las personas que no han tenido suerte en esta vida.

Este chef, que ha servido los mejores manjares a la flor y nata de las celebridades norteamericanas incluyendo presidentes como Obama y Biden que han mantenido el terror del bloqueo sobre el pueblo de Cuba, recibe el reconocimiento de su generosidad y el ensalzamiento de su entrega, después de haber obsequiado a la reunión del G-8 en EEUU con los líderes de la OTAN con un menú discreto y prudente. El mérito cosechado ha establecido que estas 7 víctimas han sido ¡asesinadas!; el resto de los caídos hasta ahora (cuántos son, ¿50.000?) “han muerto” ante los bombardeos en ¡legítima defensa!, del ejército del único estado democrático de la zona (lea, escuche, vea, cualquier medio imparcial de la plural comunicación que existe y media en la España romana, católica, beata que llora las distracciones del Creador por no velar la salida de los pasos e impedir que los frentes de acción descarguen el único elemento indispensable en la vida de este planeta, ¡el agua! ).

Arrebato y perplejidad dan paso inmediato al “presidente más progresista de la Historia de España”, Pedro Sánchez, que, continuando con su papel estelar internacional, se engola y anuncia la disposición de su gobierno a “reconocer el estado palestino antes del 1 de junio, con la obligación de los estados de la zona del reconocimiento del estado de Israel”; ¡abran juego señores, ¿quién da más?

Y en medio del campo defecado, pestilente hasta quemar la pituitaria, llegan las huestes salvadoras para cubrir la atmósfera con ambientadores que no manchan, no transpiran, no huelen, no, no, no, no… ¡no jodan!

El sainete está montado, como farsa y como tragedia. “ Siga el baile, siga el baile de la tierra en que nací, la comparsa de los pueblos al compás del tamboril” (grupo “Los Auténticos Decadentes”).

Víctor M. Lucas Ranz

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