No se trata de ninguna película distópica en la que los Estados Unidos se descomponen en repúblicas después de una cruenta guerra civil. Los fenómenos políticos y sociales enfrentados al poder federal de Washington son algo recurrente, que, en lo mediático, de vez en cuando asoman en los titulares.

El ejemplo más conocido son las milicias “libertarias”, pequeños ejércitos amparados en la libertad de posesión de armas que, abiertamente, manifiestan su oposición al gobierno federal. Grupos formados por neonazis, cristianos y conspiranoicos de diverso pelaje, consideran que el gobierno federal ataca las esencias fundacionales americanas, es decir la libertad (de empresa, claro) y la superioridad blanca anglosajona y protestante.

Últimamente se ha dado a conocer la existencia de un movimiento independentista en el Estado de Texas, un movimiento latente que lleva décadas trabajando y que en los últimos meses ha tomado impulso a partir de la decisión del gobierno federal de desmontar la alambrada instalada en la frontera con México por el gobierno estatal. El Movimiento Nacionalista Texano ya ha conseguido reunir más de 600.000 firmas que apoyan la proclamación de un Estado independiente en Texas.

Como podemos ver no se trata de ningún movimiento de liberación nacional, ni de ningún movimiento que pretenda volver a formar parte de los Estados Unidos Mexicanos. Al contrario, su argumentario, al igual que el de los llamados “libertarios” es que el gobierno federal ha abandonado las esencias fundacionales, y acusan a Biden, Obama y los Clinton de comunistas, de enemigos de la libertad y de la propiedad.

Hay que levantar un muro contra los chicanos, si no lo hace Washington, lo haremos nosotros solos. Tenemos derechos a armarnos para proteger nuestras propiedades, y ningún burócrata de Washington nos lo impedirá.

En California, en Dakota, en Vermont, o los neoconfederalistas sureños, son expresiones políticas que de vez en cuando surgen en titulares más o menos sensacionalistas. La inmensa mayoría de estos movimientos secesionistas provienen de la extrema derecha y son muy minoritarios. Pero lo que sucede en Texas ya supera lo anecdótico y está cogiendo cuerpo.

¿Nos encontramos ante una implosión del gran hegemón? Rotundamente no. Pero sí significa un debilitamiento de la cohesión interna y de la capacidad de mantener el consenso básico en el Estado-nación. El Movimiento Nacionalista Texano cuenta con grandes simpatías dentro del Partido Republicano, cuenta con apoyos financieros dentro de la mediana burguesía local y en definitiva es una expresión de pugnas feroces dentro del bloque de poder estadounidense, pugnas que se expresan en Trump de la forma más descarada.

Es el reflejo doméstico de la incapacidad de los EEUU de imponer su política en México y en buena parte de su “patio trasero”. Es el reflejo de la incapacidad de los EEUU de imponer sus intereses en Yemen, Irak, Palestina, Ucrania o el mar de China, por poner unos pocos ejemplos. Y por último, son el reflejo de la pérdida en la guerra económica con China.

El declive de los Estados Unidos va a provocar que expresiones similares al Texit cada vez tengan más fuerza y protagonismo, y que se muestren cada vez más orgullosamente reaccionarias.

Ferran N.

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