Nayib Bukele, fue elegido presidente de El Salvador en 2019, y este 2024 vuelve a presentarse como candidato a la presidencia, rodeado de una fuerte polémica, ya que la constitución salvadoreña impide la reelección.

El Salvador, el Pulgarcito de América de Roque Dalton, vivió en los años 80 una sangrienta guerra entre el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el Estado. A principios de los 90 se firmó la paz y el FMLN llegó a la presidencia de El Salvador el año 2009, y fue a la sombra de la presidencia del FMLN dónde la carrera de Bukele creció. Bukele, joven empresario de las empresas de su padre se hizo militante del FMLN, primero fue alcalde de Nuevo Cuscatlán, y posteriormente de la capital, San Salvador.

Tras romper con la izquierda se alió con la derecha y se lanzó a la conquista de la presidencia, con un programa basado en consignas contra la casta política y la lucha contra la corrupción, y con un fuerte aparato propagandístico gracias a las empresas de su padre. Una de sus primeras medidas “estrella” fue adoptar el Bitcoin como moneda de curso legal junto con el dólar, que se adoptó en 2001. Ya se sabe que no hay nada más “cool” que pagar una pizza con bitcoins.

Hasta aquí estamos ante un camaleón más de la política, un showman que no duda en aplicar la consigna marxista (de Groucho) de “estos son mis principios, si no le gustan tengo otros”.

 El Salvador es el país más pequeño y pobre de América Central, con una población de 6 millones, más de 3 están en el extranjero y sustentan la economía con las remesas que mandan cada mes. Es el país de las 40 familias, dónde las 110 personas más ricas poseen más que todo el presupuesto nacional.

En este contexto, en El Salvador han crecido las conocidas Maras, que son bandas (principalmente dos, la Mara Salvatrucha y la Mara 13) que se disputan el control territorial y de las economías ilegales. Las Maras nacieron a finales de los 90, y su origen no es propiamente salvadoreño. La población salvadoreña ha migrado históricamente a los EEUU, allí los más jóvenes, sin oportunidades ni arraigo cayeron en gran número en las bandas latinas que se disputaban el territorio en los barrios pobres de las grandes metrópolis yankees. Las Maras fueron creadas por esos migrantes que después de pasar por las duras prisiones norteamericanas eran expulsados a El Salvador. Durante la década de los 2000 y de 2010, con la pobreza en aumento, y una sociedad cada vez más descompuesta por la falta de perspectiva, las bandas tomaron un gran impulso y los índices de asesinatos y criminalidad se convirtieron en insostenibles, la creciente militarización de la policía no era capaz de frenar su ascenso.

Bukele, en esta situación, decretó el estado de excepción y declaró la guerra a las Maras. En 2023 inauguró una mega cárcel para internar a todos los “mareros” y promulgó leyes de excepción, en las que puedes ser encarcelado sin intervención judicial y sin cargos (solo porque la policía te considere de una Mara), se pueden allanar casa sin orden, y muchas otras medidas más propias de un estado fascista que de una democracia liberal clásica.

Actualmente en El Salvador hay 75.000 reclusos acusados de pertenecer a las Maras. Se estima que 25.000 no tienen nada que ver con ellas, más allá de ser pobres y vivir en barrios históricamente controlados por ellas.  Con esto la criminalidad ha descendido brutalmente, pero las consecuencias a medio plazo pueden ser dramáticas. Eso sí, es el favorito en las próximas elecciones.

Ferran N.

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