Uno de los «cuentos» más conocidos y repetidos por la historiografía oficial del Estado español ha sido sobre cómo la Transición supuso un gran ejemplo para las democracias occidentales, pues habiendo salido de una dictadura fuertemente represora, se consiguió un período de paz y conciliación entre las viejas y nuevas fuerzas políticas, mientras se liberalizaba y democratizaba todo el país con la aprobación del pueblo. Sin embargo, este relato sobre la mal llamada Transición (1975-1978) no ha supuesto más que un blanqueamiento de las antiguas estructuras y organismos del franquismo bajo formas más o menos equiparadas de los gobiernos capitalistas de Europa.

De lo más destacado en esta época, se puede señalar cómo la burguesía realizó una guerra sin cuartel y practicó una violencia generalizada contra los elementos más concienciados de la clase obrera, haciendo uso desde la tortura hasta los asesinatos políticos, pasando por las desapariciones forzadas. Incontables son los crímenes del franquismo durante la dictadura, pero también se cometieron cientos de maldades durante estos años, a veces de forma directa por los cuerpos represivos (Guardia Civil, policía armada, Brigada Político-Social, etc.) o de forma más encubierta a través de bandas fascistas (Batallón Vasco Español, Acción Nacional Española, Triple A), eso sí, siempre con la complicidad de los cuerpos estatales.

Por dar una dimensión al dolor y sufrimiento que provocaron estos grupúsculos, se estima, por parte de lo que se denomina «terrorismo tardofranquista», que entre 1977 y 1980 se registraron más de 200 ataques terroristas, dejando un saldo de más de 50 muertos y cientos de heridos. Entre los blancos preferidos se encontraban políticos, sindicalistas y personas que estuvieran relacionados con los movimientos de izquierda. Por recordar uno de estos casos y aprovechando su aniversario del 24 de enero, nos encontramos con la famosa Matanza de Atocha, donde se cobraron la vida de 5 personas (entre ellas 3 abogados laboralistas) y dejando gravemente heridas a otras 4.

Sin embargo, habiéndose aprobado el nuevo período político (Régimen del 78) en la historia del Estado español y metiendo bajo la alfombra todas las desgracias de esta falsa Transición, la represión no había acabado, pues en el periodo 1983-87, bajo el gobierno de Felipe González, se crearon los GAL, que, con el supuesto objetivo de contrarrestar las acciones de ETA, aplicaron un terrorismo de Estado que llegó a saldarse con 27 asesinatos, aunque también incurrieron en secuestros, desapariciones y torturas.

Ya para terminar, nos volvemos a estos días en donde el mal llamado «Gobierno más progresista de la historia» viene a sacar pecho de su gestión, en cuanto a la memoria histórica, al aprobar una nueva ley en el año 2022, pero bien sabemos que, al igual que la del 2007, solo ofrece avances simbólicos y carece de medidas reales. Porque si de verdad hicieran algo, se atreverían a derogar la ley de amnistía de 1977, pero, al ser una de las partes que participaron en aquel teatro de dictadura a democracia, se mantiene firme al hacer silencio sobre nuestros mártires.

Desde el Partido Comunista de los Pueblos de España tenemos claro que solo bajo un modelo de producción socialista se podrá rendir el honor que se merecen a las heroínas y héroes de la Guerra Nacional Revolucionaria (conocida mejor por guerra civil). Bajo el modelo de producción capitalista es imposible realizar una reparación efectiva a aquellas personas que sufrieron los más grandes sacrificios desde 1936 hasta 1978 por la liberación y emancipación de la clase obrera, y por liberar todos los pueblos del Estado español del yugo del fascismo. El PCPE seguirá dando la batalla incansable hasta implantar el proyecto que nos conduzca hasta el socialismo-comunismo: la República Socialista de carácter Confederal.

Daniel González

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