El materialismo dialéctico es la ciencia que estudia las relaciones entre la conciencia y el mundo material objetivo, las leyes más generales del movimiento y desarrollo de la naturaleza, de la sociedad y del conocimiento. Este concepto fue desarrollado inicialmente por Marx y Engels, constituyendo la base científica de la filosofía marxista, donde confluyen el materialismo y la dialéctica. Es materialista porque parte del reconocimiento de la materia como base única del mundo, considerando la conciencia como una propiedad  más de la materia altamente organizada, una función del cerebro humano que refleja el mundo objetivo; es dialéctico porque reconoce la concatenación universal de los objetos y fenómenos del mundo, el movimiento y desarrollo de éste como resultado de contradicciones internas que actúan dentro de él.

La interpretación dialéctica consecuente de la materialidad del mundo es incompatible, por ejemplo, con la afirmación idealista de que las fuerzas motrices de desarrollo del mundo se encuentran fuera de los límites de éste.

Iniciamos este artículo situando este elemento fundamental del pensamiento científico revolucionario debido a que hoy día no se deja de repetir el pensamiento revisionista que, pretendiendo  hacer creer que las fuerzas motrices de desarrollo del mundo se encuentran fuera de los límites de éste, y  por consiguiente, nada podremos hacer para variar el curso de la historia con nuestra militancia e intervención revolucionaria.

Nos puede servir de ejemplo de lo anteriormente dicho el desarrollo que ha tenido el movimiento sindical desde sus inicios. Éste, en su mayoría, ha ido abandonando con el paso de los años el principio de confrontación entre clases antagónicas -capital/trabajo-, sustituyéndolo por el de colaboración y pacto entre esas mismas clases. Este paulatino cambio no se debe a intereses personales de algún dirigente corrompido, sino que esta situación es producto de todo un proceso donde se han ido situando elementos ideológicos propios de la clase dominante, la burguesía, que han ido alejando a la clase obrera del pensamiento filosófico marxista. Pensamiento superador de los conceptos metafísicos de la filosofía burguesa y que, llevado a la práctica, supuso que una parte de la Humanidad se liberase de la dictadura del capital, ayudando a que millones de obrera y obreros se organizasen en estructuras revolucionarias.

En el estado español, fue la penetración de la ideología revisionista, anti marxista, en el PCE lo que tuvo como consecuencia que el sindicato CC.OO, donde este partido mantenía la hegemonía, se posicionara en la práctica de la conciliación entre explotador y explotado, mediante el llamado “pacto social”, lo que ha tenido consecuencias terribles para el conjunto de la clase obrera. No podemos pasar por alto que CC.OO fue y es el sindicato con más afiliación de obreras y obreros del estado.

En un periodo histórico donde capitalismo, como sistema de producción y comercio, entra en una fase de crisis irresoluble; periodo que, producto de la elevada capacidad de producción, la tasa de ganancias desciende vertiginosamente, es el proletariado quien en primera instancia sufre la implementación de medidas anti obreras con las que mantener la extracción de plusvalía, una fórmula que pretende garantizar al capital la supervivencia.

Ante esta necesidad del capital de intensificar las políticas y medidas de sobreexplotación, solo puede haber una respuesta que sitúe al conjunto de la clase obrera en posición de confrontación directa entre clases, recobrando vigor el concepto de “lucha de clases”.

La clase obrera necesita recuperar el genuino sindicalismo con el que frenar la criminal política de extracción de plusvalía del capital. Pero somos conscientes que esta recuperación de la herramienta sindical será imposible sin la implantación del proyecto revolucionario del Partido Comunista de los Pueblos de España.

Realidades con las que situar nuestras aseveraciones.

El incremento de las rentas del capital apabulla al leerlas, cada vez mayor proporción de dichas rentas del trabajo productivo van directamente a las manos de capitalistas. La situación en las condiciones laborales se ha deteriorado en perjuicio de obreras y obreros, condiciones contractuales que les sitúan en la precariedad laboral, desvalorización de la fuerza del trabajo, expresada  en salarios que no garantizan el poder de reproducción de la fuerza de trabajo, es decir, de la propia vida de la clase obrera. Millones de obreras y obreros están sumergidos en el mercado laboral denominado negro, muchos son obligados al pluriempleo con el que llegar a fin de mes, incluso pensionistas. Las condiciones sociales de millones de familias obreras son cada vez más graves, 13 millones de personas de extracción obrera están en el umbral de la miseria, de los cuales 8 millones son reconocidos como desahuciados sociales. Se vuelven a poner en manos privadas todos los servicios sociales públicos, educación, sanidad, transportes, pensiones, derechos y servicios que en su día, a través de la lucha de clases, se arrebataron al capital. Se destruye el nicho ecológico que nos alberga, con la intención de implementar modelos de extracción y producción que de alguna forma palie la crisis capitalista. El estado español a través de sus gobiernos gestores de los intereses del capital participa en guerras de rapiña a nivel planetario.

La clase obrera está siendo duramente castigada, viviendo una realidad que la sitúa en el umbral de condiciones de extrema precariedad. 

Con este panorama podemos afirmar que la clase obrera nada tiene que esperar de un sistema obsoleto, decrépito y senil que ya ha tocado su fin histórico, pero que jamás aceptará ser cambiado por ninguna otra forma de organización social que abola la propiedad privada de los medios de producción y cambio así como la apropiación de todos los resultados generados a través de las fuerzas del trabajo. 

Y ante esta situación, entran en juego las posiciones, o lucha ideológica, de quienes se mantienen firmes en los principios científicos del Marxismo y quienes lo abandonaron o nunca lo asumieron. En esta batalla de ideas el proletariado, la clase obrera, se juega mucho más que un incremento puntual de su salario, que sigue la tendencia de estar por debajo del incremento del precio de la cesta vital. Se juega su propia existencia y con ella la existencia misma de la Humanidad.

Cuando llamamos a que la clase obrera debe recuperar su independencia ideológica, lo hacemos desde la convicción de que la ideología que la dota de independencia es el Materialismo Histórico, es la dialéctica materialista, con la que poder comprender la verdadera composición orgánica de la sociedad capitalista. Comprender que desde dentro de esta sociedad del capital, el obrero y la obrera, jamás podrán desarrollar todas su capacidades humanas y políticas. El marxismo es la ideología del proletariado revolucionario.

Hoy es necesaria la más alta unidad de clase, es necesario derrotar las posiciones claudicantes en el seno de la clase obrera, es necesario otro sindicalismo, sindicalismo de confrontación, sindicalismo asambleario, sindicalismo político-social.

Pero para ello, hace falta elevar las capacidades de intervención del Partido Comunista, PCPE, única herramienta que hará posible la derrota del Capital, en el seno de la clase obrera y de sus organizaciones. Esta es una tarea vital que debe afrontar la militancia comunista.

Secretaria de Movimiento Obrero del PCPE 

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