A mediados del pasado octubre tuvo lugar en Turquía el 23º Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros (EIPCO). Quien escribe formó parte de la delegación del PCPE, así que pude observar de primera mano el grave nivel de retórica que se usa en este tipo de eventos, dedicando enormes esfuerzos en debates e intervenciones que en la práctica, de un año a otro quedan en una inacción práctica absoluta y en resumen que dejan al movimiento comunista internacional en la irrelevancia respecto a la lucha de clases internacional.

Un panorama verdaderamente preocupante, que enfatiza el deber y la necesidad de trabajar con partidos y organizaciones revolucionarias y antiimperialistas de nuestro entorno (también más allá de él), para construir un Frente Mundial Antiimperialista a la altura de su relevancia histórica. Así, es tarea urgente disputar la batalla político-ideológica y deslindar los campos frente a partidos que, por mucho que se reclamen M-L y usen siglas comunistas, tienen posicionamientos revisionistas y trotskistas - muy útiles al imperialismo, en definitiva; además de actitudes nefastas, como auto-atribuirse un supuesto liderazgo del MCI, impulsar ataques fraccionalistas al interno de partidos de múltiples países y actuar como si el EIPCO fuera su 'tinglao' particular.

En boca principalmente de estos partidos y sus acólitos, durante las sesiones plenarias se escucharon planteamientos inaceptables, repugnantes incluso. Hubo quienes, después de denunciar -para la galería- el genocidio contra Palestina, propusieron como 'solución' los dos Estados y las fronteras de 1967; condenando así a la Resistencia Palestina ("es que Hamás...") y de este modo legitimando implícitamente el proyecto imperialista de colonización nazi-sionista (¡ah, pero en una parte de Palestina solo, eh!). Son notorias y profundas sus desviaciones ideológicas, que en la práctica les llevan a no entender y a rechazar la lucha de los pueblos por su liberación nacional y su autodeterminación; reduciendo el análisis científico y dialéctico de las características políticas, económicas y militares del imperialismo a un esquematismo vulgar: "todo país capitalista es imperialista en mayor o menor grado, porque su burguesía exporta capital" (ya que estamos, también p.ej. Tanzania imperialista, ¿¡por qué no!?).

De este modo, algunas delegaciones ningunearon al pueblo del Donbass y su resistencia antifascista contra el régimen ukronazi del Maidán desde 2014, etiquetando la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania como "una agresión rusa, una guerra de competencia inter-imperialista por los mercados y las materias primas"... con el argumento de que Rusia es capitalista y ya no es la URSS (¡menuda novedad!). Tampoco faltaron a la fiesta los de "China imperialista". Con este panorama, fue del todo imposible llegar a una resolución general del Encuentro.

Por supuesto, entre los partidos asistentes sí los hay nítidamente revolucionarios y que tienen una operancia práctica en la lucha de clases; mención especial (¡cómo no!) a aquellos que ya están construyendo el socialismo en sus países. Es con estos, así como con otros partidos que reconocen este grave problema de retórica, con quienes el PCPE debe mantener relaciones camaraderiles estrechas, que permitan superar el sectarismo, la inacción y la irrelevancia hacia las que las otras actitudes quieren arrastrar al MCI. Al fin y al cabo, es imprescindible un MCI ideológica y políticamente sólido, capaz de jugar su papel histórico de guía de la clase obrera internacional; para organizar la revolución socialista-comunista en la que el pueblo trabajador sea protagonista.

Fernando

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