No parece que estemos aprendiendo mucho de la Historia. En la etapa que hemos venido llamando “contemporánea”, muchos episodios se han repetido insistentemente y las llamadas fuerzas revolucionarias no han conseguido identificar la causa que los ha propiciado. La prevención o contención de la violencia no se ha conseguido articular a través de organización, organización... ¡organización para la lucha!

En esta fase final del capitalismo, denominada por Lenin imperialista, existe una distinta interpretación de la crisis que provoca una distracción sobre las prioridades de la lucha. No es lo mismo caracterizar la crisis como elemento cíclico mecánico del capitalismo, provocada por una práctica errónea de una avariciosa oligarquía; que considerarla en su auténtica naturaleza sistémica y general, que afecta por igual a toda la clase obrera de todos los Estados en base a las contradicciones inherentes al desarrollo del capitalismo, que tiene su máxima expresión en la imposible recuperación de la tasa de ganancia, centro neurálgico talámico donde opera este modo de producción, y donde los Estados que están desarrollando procesos socialistas disponen de un sistema inmunológico superior para hacer frente a la viriasis, que les puede afectar, procedente del imperialismo.

Bien, recuperemos la famosa frase “ya hemos comprendido el mundo, ahora nos toca transformarlo”. Viene a colación por los últimos episodios desatados, donde la abominable y criminal masacre perpetrada por la organización terrorista Tsahal - entrenada para matar - en Gaza y Cisjordania contra el pueblo palestino, adquiere unos niveles nunca vistos, porque el genocidio que se viene ejecutando desde 1947, cuando la ONU resolvió el fraude del “pueblo elegido” de los farsantes textos de la Torá, el Talmud y la Cábala.

Demasiados horrores perpetrados por el imperialismo desde el final de la II Guerra Mundial culminan, por el momento, con el salvaje exterminio del pueblo palestino, disperso desde la fecha de autos, perseguido desde entonces y ahora acorralado en las cárceles gazatí y cisjordana.

¿Qué hacer que no se ha hecho hasta ahora? La crisis del capitalismo nos sitúa en la compleja unidad antiimperialista y antifascista de los pueblos que continúan respondiendo a la coyuntura del momento con importantes y, en algunos lugares, masivas manifestaciones; manifestaciones y protestas que se disuelven con el tiempo en cuanto los media orillan las escenas espeluznantes con que se nos ilustra. Unas imágenes que buscan la sensibilidad y la solidaridad aséptica, apolítica, desideologizada, de la “sociedad civil” que dona ayudas a través de las ONGs, organismos encargados de socorrer en los momentos graves las muestras de las crisis inocultables, que sirven para lavar la cara del sistema con la “bondad humana” de la “democracia”.

No es posible soportar tanta estulticia, que sólo sirve para continuar abonando los terrenos del capitalismo, los terrenos de la injusticia estructural, de la barbarie. Articular, de hecho, un militante, por comprometido, Frente Mundial Antiimperialista (FMA) nos capacita para enfrentar abiertamente la guerra en su multivertiente híbrida, que no sólo se manifiesta con las atrocidades que estamos presenciando en el proceder de los “escuadrones de la muerte” del sionismo, que impregna a todos los sectores productivos y sociales palestinos, sino que destruye escuelas, hospitales, infraestructuras vitales, vías de comunicación, viviendas, etc. y que, a pesar de todo, de manera consecuente, teje el tapiz del presente y del futuro de los pueblos. Un tapiz que debe ilustrar el acuerdo y el proyecto emancipador del pueblo trabajador que se organiza y emplea tácticamente en un marco de alianzas con sectores afectados también por la violencia del Capital, que continúa nutriéndose de la sangre de las grandes mayorías explotadas.

Asistimos, pues, a un momento crucial en la lucha de clases, que merece un fuerte trabajo para encauzar victoriosamente la batalla contra el imperialismo y postular la alternativa por el socialismo, no como una opción, sino como LA OPCIÓN. El FMA es el instrumento de agrupación de fuerzas y luchas que, con un principio inexcusablemente internacionalista, se estructura y coordina en clave defensiva; pero donde dialécticamente proyecta una etapa superior a la ofensiva que coincide con la lucha por el socialismo y donde la gravedad de la lucha de clases impulsa evolutivamente para desempeñar un rol relevante en el fin estratégico. Palestina, Sáhara, Yemen, Mali y tantas zonas y territorios, encuentran así su salida de soberanía e independencia, encuentran el Socialismo.

Victor Lucas

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