Los ataques dirigidos a cortar el agua, la electricidad y la calefacción

a hombres, mujeres y niños con la llegada del invierno

son actos de puro terror.

Efectos del fósforo blanco

Estas palabras, que van en la línea del Derecho Internacional Humanitario, fueron pronunciadas por la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen: según el artículo 8 (2) (b) (ii) del «Estatuto de Roma» de la Corte Penal Internacional, está prohibido «dirigir intencionalmente ataques contra bienes civiles, es decir, bienes que no son objetivos militares».

Según la OMS, a 20 de octubre, Israel había realizado más de 136 ataques a centros de salud de Palestina (de los cuales 59 fueron en Gaza) desde el inicio de esta última contraofensiva del 7 de octubre. Al momento en que se escriben estas líneas, el hospital Al Shifa, el más importante de Gaza, está siendo atacado por las fuerzas de ocupación israelíes, lo que contraviene también el Derecho Internacional Humanitario, que prohíbe los ataques a «edificios dedicados a la religión, la educación, las artes, las ciencias o la beneficencia, los monumentos históricos, los hospitales [...]» (artículo 8 [2] [e] [iv]). Igualmente, está penada la utilización de armas como las bombas de racimo o el fósforo blanco por el artículo 8 (2) (b) (xx), que contempla como crimen emplear «métodos de guerra que, por su propia naturaleza, causen daños superfluos o sufrimientos innecesarios». Aquí mismo podrían incluirse los cortes de electricidad y de combustible, así como del suministro humanitario de alimentos, que el Estado genocida de Israel está perpetrando en Gaza. Por último, el apartheid al que lleva sometido el pueblo palestino desde hace 75 años está condenado en el artículo 7.

Si todos estos hechos están catalogados por la Corte Penal Internacional como crímenes de guerra, ¿por qué instituciones como la UE o la OTAN no sancionan o invaden el Estado sionista? Lenin tiene una frase que explica esta situación: «los seres humanos han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase» («Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo», 1913). Pero, entonces, ¿acaso la presidenta de la Comisión Europea apoya al pueblo palestino en la lucha por su liberación? Nada de eso: sus palabras se enmarcan en una comparecencia suya en el Parlamento Europeo el 19 de octubre de 2022 en referencia a un ataque de Rusia contra el ejército fascista de Zelenski.

De hecho, la postura oficial de la Unión Europea es reivindicar el supuesto derecho de Israel a defenderse, apoyando a Palestina en cuestiones humanitarias que, tristemente, solo suponen soluciones a corto plazo. ¿Por qué Israel tiene derecho a defenderse y Palestina no? Porque Israel es una base militar estratégica que salvaguarda los intereses del imperialismo anglo-yanki-sionista, vital en este momento de transición hacia una realidad multipolar. El Gobierno PSOE-UP-PCE se pliega a este movimiento estratégico solicitando la evacuación de los españoles residentes en Gaza para facilitar la violencia contra el pueblo palestino, además de mantener 650 soldados en la frontera entre Líbano y la entidad sionista.

El imperialismo anglo-yanki-sionista está en un proceso de descomposición que solo puede ir retrasando mediante la guerra contra los pueblos del mundo. Sin embargo, los pueblos oprimidos se están alzando contra él y Palestina es el mejor ejemplo. La derrota del sionismo significará un punto de no retorno hacia la destrucción definitiva de la unipolaridad y dejará un escenario objetivamente más favorable para el avance de la clase obrera en la lucha de clases. Tal y como diría Antonio Gramsci: «el viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos».

Gabi

 

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