En diciembre del pasado año 2013, el gobierno del Partido Popular celebraba la bajada de la siniestralidad laboral en dicho año, la socialdemocracia y el reformismo lo reconocían, los medios de comunicación burgueses lo difundían en noticias y reportajes. Pero la verdad es revolucionaria y es nuestra labor desenmascarar esa verdad, quitar el velo y enseñar realmente lo que la clase obrera estamos sufriendo bajo el yugo del capitalismo, agravándose más en su última fase monopolista y bajo su crisis general. Ya expresaba Lenin que “los hombres son víctimas del engaño ajeno y propio hasta que no aprendan a descubrir detrás de cada frase, declaración, promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase”. Y si analizamos desde el punto de vista de la clase obrera la siniestralidad del año que acaba de finalizar confrontaremos directamente con la visión burguesa.

Si bien es cierto que el número de accidentes laborales comunes, graves y mortales ha bajado respecto a las cifras de años anteriores al 2013, la burguesía en su necesidad de enmascarar la precarización laboral no realiza el cómputo de porcentajes sobre el número de trabajadores en activo reales, o sea trabajando en sus puestos, sino que lo hace desde los trabajadores afiliados a la Seguridad Social y contándolos como trabajador activo. Veamos, de noviembre del año 2012 al mismo mes del 2013 el número de accidentes totales fue de 389.426 y en el periodo 2011 a 2012 fue de 405.778, 16.352 accidentes menos. Veamos en el mismo periodo el número de afiliados a la Seguridad Social, en el periodo del 2013 fue de 13.848.606 y en 2012 fue de 14.377.457, el número de trabajadores afiliados bajó, por lo tanto, en 528.851.

E aquí un mecanismo para encubrir la verdad, para transformar una verdad en mentira, un verdadero ejercicio de demagogia. Miles de obreros y obreras, especialmente jóvenes que fueron condenados al paro en 2013, familias que viven con prestaciones de miseria condenados a siniestros de otro tipo, no dentro del centro de trabajo, pero siniestros al fin y al cabo.

Pero qué pasa si nos centramos en aquella clase obrera y trabajadora que siguió trabajando y no fue presa de despidos masivos. Aquí, y aunque de esto no hablen mucho, la cosa cambia bastante, la precarización de los trabajos está conllevando una mayor siniestralidad. El exceso de jornada, el aumento de carga de trabajo, de producción, bajo el lema “hay que ser competitivos”, está matando a nuestra clase obrera, nos está destrozando la salud tanto física como psicológica. Y es que la competitividad mata y es así, el capitalismo es lo que nos ofreció en 2013 y lo que nos ofrece hoy, la reconstrucción de la tasa de ganancia para la superación de la crisis se escribe con sangre obrera. Esto es grave de por sí, pero no acaba aquí, seguramente el trabajador que lea esto se sentirá identificado: ¿cuántos trabajadores no acuden a la mutua tras un accidente o un síntoma por miedo a represalias y al despido? Éste es el rostro del capitalismo. O sea que, en muchísimos casos, solo se reflejan como siniestros los accidentes graves y las muertes y a las bajas de larga duración lo llaman “absentismo laboral”, solo falta poner “y voluntario”.

Imaginémonos la magnitud del aumento en la siniestralidad laboral en el 2013, teniendo en cuenta la pregunta hecha en el párrafo anterior e imaginando la respuesta y la bajada de afiliados a la Seguridad Social, según datos del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (los datos son hechos según los partes de accidente recogidos por comunidad autónoma) 9 de las 19 comunidades registraron una subida media del 2% en accidentes laborales con parte. Hubo en total en todo el Estado: 433 muertes, 385.803 atenciones leves y 3.190 atenciones graves.

Por sectores, el agrario encabeza la lista de siniestralidad laboral, seguido de la construcción, la industria y el sector servicios.

Por poner varios ejemplos y recordar algunos accidentes graves y mortales del 2013 podemos ver el caso de los intoxicados por mercurio en Asturiana de zinc, reconociéndose en prensa que “los trabajadores sufrieron una intoxicación por mercurio y un año después del accidente sufren todo tipo de síntomas y enfermedades. Sin embargo, las autoridades sanitarias no reconocen que sus dolencias estén relacionadas con el accidente laboral que sufrieron. Algunos de ellos superaron los límites de mercurio en sangre en niveles de los que ni siquiera existen estudios que concluyan qué consecuencias pueden tener”.i O los 6 compañeros muertos en el pozo de carbón Emilio del Valle en León, donde las investigaciones siguen abiertas. En el sector servicios las jornadas y el estrés son alarmantes, como el caso de un becario alemán que murió tras 72 horas de trabajo con escasos descansos: la autopsia reveló que murió de agotamiento.

Este es el panorama al que nos enfrentamos millones de trabajadores diariamente, panorama que solo es posible cambiar destruyendo el sistema que lo provoca y sus estructuras: UE, EURO y OTAN, derribando el capitalismo, situándose como clase obrera a la ofensiva, acumulando fuerzas hacia la revolución y construyendo el socialismo-comunismo en el Estado español.

Saúl Carcarosa


 

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