Corría el año 1920, empezaba febrero, y en la fábrica de tejidos de Bello las obreras tras varios intentos de pararla decidieron volver a intentarlo, pero esta vez organizadas.

Las trabajadoras de la fábrica colombiana no sólo trabajaban en unas condiciones nefastas, obligadas a trabajar descalzas durante 10 o 12 horas al día y cobrando un 250% menos que los hombres que trabajaban junto a ellas, sino que además eran víctimas de trato despótico y agresiones sexuales por parte de los patrones, la vieja historia que se repite aun en nuestros días.

Y aquí es donde aparece Betsabé, entre las 400 obreras que se sumaron a la huelga, destacó su papel. Con su iniciativa comenzaron las asambleas para organizar la huelga, los contactos con prensa y organismos gubernamentales, o la creación de un Comité de Solidaridad que recolectaba dinero y alimentos para mantener a las huelguistas mientras fuera necesario.

Sus reivindicaciones, que Betsabé se encargó de trasladar al gobernador de Antioquía eran: reducir su jornada laboral a 9 horas y 50 minutos incluyendo una pausa para comer, un aumento salarial del 40%, mejorar las condiciones higiénicas y, sobre todo, el despido de aquellos supervisores que habían cometido agresiones sexuales o ejercían un trato abusivo sobre las trabajadoras de Bello.

En sus viajes a la Medellín, Betsabé como portavoz de la lucha, logro el apoyo económico del estudiantado de medicina de la Universidad de Antioquía y el compromiso de la fábrica de tejidos de Medellín de sostener a las trabajadoras durante dos meses con el fin de que no se rindieran. Cabe destacar que mientras del exterior llegaban múltiples muestras de apoyo y solidaridad, los varones de la fábrica continuaron trabajando cual esquiroles.

Gracias a estos apoyos, a la organización y la determinación de las obreras organizadas, tras 24 días de huelga lograron que se cumplieran con todas sus exigencias. Con el triste matiz de un empresario despechado que quería que alguien pagara por la imagen dañada de su empresa y por los beneficios logrados por estas luchadoras, y tras la huelga, despidió a Betsabé junto con otras participantes activas del conflicto.

Si bien Betsabé Espinal nos deja un ejemplo de valentía esta historia nos deja una lección mayor que sobrepasa su figura, la de la organización. Si esas 400 mujeres no se hubieran organizado, trabajado juntas, debatido en asambleas y llevado su compromiso en unión y solidaridad, esa huelga hubiera fracasado al igual que los intentos anteriores, y estas mujeres que marcaron un hito en la historia feminista y obrera de Colombia hubieran trabajado en un infierno durante el resto de su vida laboral. Sin embargo lograron un hito histórico gracias a la organización.

Inés.

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