En torno al solo sí es sí, tanto la ley como en el ejercicio del consentimiento, se crea un debate continuo y universal en nombre del feminismo, en el que cada vez queda patente la falta de criterio por un lado y el descoloque vital en el que viven algunos que aun no saben de qué lado sopla el viento, no vamos a repetir aquí los acontecimientos de las últimas semanas, que son solo un ejemplo del océano de agresiones y posteriores controversias que sufren las mujeres, dado que son mundialmente conocidos y se hace un análisis en las páginas de deportes de este mismo número, pero sí queremos aprovechar para aclarar nuestra postura ante los Ni Nis y todo el cuñadismo ilustrado que ha hecho gala de todo su poderío en este mes.

La agresión a Jenni Hermoso, suceso televisado que aún continúa y que está teniendo consecuencias que nadie hubiera podido imaginar, ha hecho que se desarrolle, aparte de la campaña habitual de la derecha negacionista, que niegan la mayor, y a la que ya hemos dado respuesta en estas páginas; la de los paladines del marxismo, en todas sus vertientes, al defender el carácter burgués del pensamiento feminista y, por lo tanto, de toda su lucha, el carácter subsidiario de la lucha de las mujeres por sus derechos y el poco pedigrí revolucionario de sus reivindicaciones. Es a estos “cuñaos” propios y extraños a los que queremos dar respuesta en este artículo.

Así, en vez de colocarse detrás de las posiciones más adelantadas de la lucha feminista, ellos están en el no es no, no en la etapa anterior del debate del consentimiento, sino en el NO es para tanto, NO existe la agresión como tal, NO sé por qué se arma este revuelo cuando hay tantas luchas obreras por atender y NO es prioritario, porque cuando llegue la revolución, resuelta la contradicción principal, desaparecerá la violencia machista y resto de males del capitalismo.

No entender, a estas alturas, el vínculo entre capitalismo y patriarcado,analizando sus relaciones y condicionamientos mutuos, es no entender el mundo en el que vives, y seguir negando la necesidad de unir la lucha contra la alianza patriarcado-capital es ser un ignorante de lo que es la lucha de clases hoy.

Y sí, la contradicción principal es la de capital-trabajo, pero la de género no es reducible a las contradicciones secundarias (generacional, xenófoba, etc.). La contradicción de género, en cuanto supone opresión, es transversal a las clases sociales y tiene un carácter específico, integrarlas con el conflicto del movimiento obrero con el capital puede llevar a hacer hegemónicas las posiciones de un cambio de sociedad, no solo una parcelita de la sociedad. Ciertamente, en una sociedad dividida en clases, el feminismo siempre estará dividido y conjugará las reivindicaciones de género con los intereses de la clase social a la que se pertenece. Como feministas de clase defendemos que la lucha de las mujeres no solo obedece a su relación con el sistema económico, no es solo una cuestión de clase, no está únicamente vinculada a la explotación laboral y salarial: la lucha de las mujeres es también una lucha contra las desigualdades por razón de género, en el ámbito familiar y privado, por razón del predominio y subordinación histórica de la mujer al hombre.

Afirmamos que lo que nos corresponde como comunistas en mantener una posición de vanguardia en la lucha feminista y profundizar en el análisis del papel del patriarcado en el capitalismo desde esos parámetros, posicionarnos teniendo en cuenta las distintas y complejas relaciones sociales, productivas, ideológicas, etc. que condicionan el papel de las mujeres en las sociedades capitalistas, atravesadas por una crisis estructural sistémica que acelera los procesos de concentración y, consecuentemente, de explotación.

Entender, desde la construcción colectiva de nuestra política, el papel que las mujeres juegan en la reproducción de la clase obrera, en la esfera de la producción y reproducción, ambas constitutivas del concepto mujer en el capitalismo, donde la división sexual del trabajo impone la doble opresión de las mujeres trabajadoras y de las capas populares.

Hoy, cuando resulta evidente que el sistema no se sostiene y pretende, por todos los medios, cargar el peso de los costes sociales de la crisis sobre los hombros de las mujeres trabajadoras, especialmente las migrantes, tanto en trabajo asalariado como en el no asalariado, sería muy preocupante desdeñar la situación por un análisis binario, por una cuestión semántica sectaria, por el conservadurismo envuelto en retórica, o por una combinación de todos ellos.

Desde luego, el PCPE no lo hará, nuestra política está diseñada desde el SÍ a la lucha contra desigualdad de género, SÍ a la denuncia de la violencia contra las mujeres y SÍ a combatir la opresión que sufren las mujeres. Lo hacemos desde ahora en lugar de esperar el triunfo revolucionario. Los del NO al feminismo son otros, los falsos revolucionarios, que están quizá sin saberlo cometiendo un suicidio político.

Tatiana Delgado

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