Los ignorantes o malintencionados, los medios de comunicación burgueses al servicio del imperialismo yanqui y del sionismo, los gobiernos de los países satélites de los Estados Unidos, entre ellos el de España, los llaman, nada más y nada menos, que  “terroristas”. Son los palestinos: hombres, mujeres, ancianos y niños que sobreviven en la actualidad en régimen de apartheid en Cisjordania y en la Franja de Gaza, la actual Palestina, con unos 4 millones de habitantes. Un sistema político y social basado en la segregación racial impuesto por los descendientes de quienes un día de 1948, con el beneplácito de la comunidad internacional, invadieron su tierra y fundaron unilateralmente el Estado sionista de Israel. 75 años han pasado desde aquella fecha nefasta, y aún no se ha hecho justicia con ese pueblo heroico de más de 12 millones de seres humanos repartidos por el mundo que reivindica, al precio de decenas de miles de muertos y miles de heridos, la creación de un Estado palestino.

Temibles terroristas

Hoy, un impresionante documental español, Nacido en Gaza, rodado en 2014 por el reportero de guerra y cineasta italo-argentino, Hernán Zin, durante la ofensiva de Israel en la Franja de Gaza,  denuncia tan terrible situación y muestra, a partir de la vida sobrecogedora de diez niños palestinos, los estragos ocasionados por la intervención militar. Una  guerra que provocó, en ese caso concreto, la muerte de 506 niños palestinos y 3598 heridos, a quienes se les dedica la película. Los niños se llaman Mohamed, Udai, Mahmud, Sondos, Rajaf, Malak, Hamada, Mothasen, Haia y Bisan. Cada uno de ellos ronda los 10 o 12 años, pero por los sufrimientos encajados parecen ser adultos. Todos quieren “vivir un  día como niños normales”, explican entre sollozos y lamentos. Pero mientras llega ese día para “ser como los otros niños del mundo”, sobreviven como pueden en medio de los escombros dejados por los edificios derruidos por los bombardeos del ejército israelí. Hernán Zin filma imperturbable y sobriamente  la catástrofe perpetrada, dejando hablar a su aire a las niñas y niños.   Mohamed recoge en los vertederos plásticos por 5 shekel (1 euro) al día para ayudar a sus padres, que, con un desempleo de más del 45% de la población, no encuentran trabajo. Sondos, una niña de 10 años, cuenta traumatizada que la metralla de un misil le alcanzó y le hirió la barriga, desparramando las tripas. Mahmud desearía entrar en la Resistencia, porque “esto no es vida”, mientras Udai explica desesperado que no puede dormir porque tiene muchas pesadillas desde que vio morir a su hermano de 22 años durante un bombardeo israelí. Y así, uno tras otro, estos temibles “terroristas” van narrando sus carencias y sueños, al tiempo que, impunemente, se va cometiendo un holocausto progresivo de Israel a Palestina.

Rosebud

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