Ante todo debo reconocer que esta película fue toda una sorpresa. Acudí al cine con un grupo muy variado: una amiga en los 30, mi tía en los 40 y mi sobrina en plena adolescencia con 14 años. Puedo decir que todas íbamos con expectativas muy distintas. Mi tía iba a ver el mundo rosa de Barbie del que sentía nostalgia de su niñez; mi amiga y yo dispuestas a reírnos a carcajadas pues habíamos intuido que sería toda una sátira; y mi sobrina reconozco que no tengo ni idea de lo que fue a ver, hay adolescentes que no son muy habladores.

Lo que sí puedo afirmar es que ninguna esperábamos encontrarnos un contenido tan sumamente político, risas sí, muchas, pero también momentos de introspección, reflexión y de verse reflejada.

Pasando a materia, intentaré hacer un análisis sin spoiler. Para empezar, si bien es cierto que está película introduce muchas pinceladas de feminismo, debemos tener claro que no va a tratarse de un feminismo de clase. La película, como realza la campaña que la ha acompañado y todo el merchandising puesto a la venta, no es más que otro producto consumista del capitalismo. ¿Cuántas toallas, bolsos y camisetas de Barbie habremos visto este verano? Saltando además de su público objetivo, las niñas, a ampliar su mercado a mujeres de todas las edades.

Teniendo este punto claro la película tiene sus aciertos y sus lagunas. Lo cierto es que han hilado muy fino. Si bien dejan muchas problemáticas fuera, son capaces de representar los elementos más transversales del feminismo de forma sutil pero palpable.

La película inicia en un mundo donde mandan las barbies, los Ken se representan aquí como llevan representándose durante décadas a las mujeres en el cine, como un accesorio, algo bonito que es anexo a Barbie, un ser que solo se preocupa por complacer y gustar a su compañera femenina.

El mundo de Barbie, por supuesto, es el matriarcado ideal, pero ideal del capitalismo. Si bien en la película tratan de forzar una diversidad irreal presentándonos a Barbies de distintas tallas, razas y demás, lo cierto es que todas aspiran al mismo canon de belleza y perfección, de fiestas y opulencia. Lo cierto es que en este universo que se intenta mostrar diverso no se ve más allá del binarismo de género. No existe la Barbie trans, ni existe la Barbie no binarie; vamos que todo el sector femenino Queer está completamente excluido de este mundo perfecto gobernado por mujeres “diversas”.

Además, por supuesto, en ningún momento la perspectiva de clase hace acto de aparición en la película, no olvidemos que es una superproducción de Mattel, ¿por qué iban a querer incluir esto en su producto? El patriarcado se presenta como un ente independiente, y algo ridículo, al capitalismo, obviando toda la simbiosis necesaria entre estos sistemas.

Lo que sí consigue esta película en múltiples momentos, especialmente en algunos de los monólogos de las compañeras de aventura de Barbie, es conectar con las vivencias de muchas de nosotras. En el que se nos muestra cómo si no seguimos los cánones establecidos seremos las raras, o se pone en relieve las múltiples cargas y en la mayoría de casos contradictorias que recaen sobre nosotras en los ámbitos estéticos, laborales y familiares.

Otra de las cosas que ha conseguido Barbie es abrir el melón en muchas mujeres, y en los hombres que se hayan dignado a visionar la película. A las primeras quizá les haga debatir con sus amigas por primera vez algunos temas que arrastraban en sus vidas como algo normal sin plantearse que eso también forma parte del patriarcado; para los segundos quizá les haya mostrado de forma evidente lo que tan desapercibido les pasa de nuestro día a día.

Lo cierto, es que al margen de todas estas contradicciones, recomiendo verla. Vais a echaros unas risas y de paso podéis aprovechar para abrir debates en vuestros grupos familiares y de amistad. Pero ojo, no os olvidéis en estas conversaciones de meter el pie en el aspecto de clase y Queer que la peli excluye con muchas ganas.

Por cierto, cuando salimos del cine creo que cada una íbamos haciendo nuestros propios análisis. Mi tía le escribió inmediatamente a mi tío que ese mismo lunes fuera a verla con ella, tenía ganas de que él pudiera empatizar y abrir los ojos a muchas conductas asentadas, pero eso sí, salía contenta de verse mínimamente reflejada en una película. Mi amiga y yo íbamos quizá con un análisis más complejo con la capacidad que nos dan los años de debates entre cerveza y cerveza. Y mi sobrina, de nuevo no tengo muy claro que pensaba, lo que sí me dijo es que como se alegraba de que a ella nunca le hubieran gustado los Ken.

Inés

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