Con los datos económicos en la mano, nos hallamos en una recesión global de la producción manufacturera; pero sin embargo, la inflación de precios sin contar los alimentos y la energía -la llamada inflación subyacente- no desciende en las principales economías, para las que todas las predicciones siguen indicando que se encaminan a la recesión. La inflación se mantiene persistente, pero no debido -como intentan hacer creer los bancos centrales y los economistas del sistema- a que los aumentos de los salarios de la clase trabajadora hayan sido excesivos (la realidad es la contraria). La espiral inflacionaria se disparó a causa de la escasa recuperación de la producción y de la productividad, combinada con una recuperación muy lenta del transporte internacional de materias primas y componentes. ¡Y son los beneficios excesivos los que han empujado al alza los precios. Aprovechando los bloqueos de las cadenas de suministros tras la pandemia de COVID-19 y la escasez de materiales vitales, las multinacionales de la energía, la alimentación y las comunicaciones aumentaron precios para cosechar beneficios más elevados.

Esto ha sido tan descarado que incluso el FMI se ha unido al coro de protestas: “Los crecientes beneficios empresariales determinan casi la mitad del aumento de la inflación en Europa durante los dos últimos años, a medida que las empresas han incrementado precios por encima de los costes disparados de la energía importada”.

En los tres años transcurridos desde 2019 los precios medios de los bienes de consumo aumentaron un 16,8 % en el Reino Unido, un 13 % en EEUU y un 14,7 % en la eurozona. El FMI considera que si los trabajadores reivindican aumentos salariales para compensar el alza de precios, “las empresas tal vez tengan que aceptar un margen de beneficio menor si se trata de controlar la inflación”.

Para combatir estas tendencias “radicales” del FMI se levantan las voces autorizadas del sistema. Así, el archikeynesiano Martin Wolf, del 'Financial Times' responde a la pregunta ¿Deberían ayudar los gobiernos a los hogares para abordar el coste creciente del crédito y de la amortización de la deuda? “De ningún modo, ya que esto desbarataría el objetivo de subir los tipos de nuevo, que es la reducción de la demanda. Si la política presupuestaria pretende compensarlo, la política monetaria tendría que ser mucho más estricta de lo normal. Si el propósito es moderar la restricción monetaria, la política debería ser más estricta, no más laxa”. Y Wolf repite el punto de vista de Keynes sobre la inflación: “Lenin sin duda tenía razón. No hay medio más sutil ni más seguro para cambiar la base de la sociedad que corromper la moneda”. Esto significa para muchas economías 'emergentes' que, si son más estrictas con la austeridad, podrán evitar el debilitamiento de la moneda y la inflación, pero en su lugar caerán en una profunda depresión. Lo uno o lo otro.

Datos del Banco de Inglaterra revelan que cuanto más bajo es el aumento de la productividad, tanto más elevada es la persistente tasa de inflación subyacente. Y el Banco de Pagos Internacionales (BPI) señala que la inflación no descenderá sin una recesión a menos que la productividad del trabajo aumente drásticamente.

Pero vemos que la inversión en tecnología no repunta, pues las empresas prefieren encontrar mano de obra barata. Y en general la inversión no repunta, porque la rentabilidad del capital sigue siendo baja y no ha experimentado ningún cambio alcista significativo, excepción hecha de las mega-empresas de la energía, la alimentación y la tecnología.

Observamos, por ejemplo, una divergencia significativa entre el Producto Interior Bruto (PIB) de EE.UU., que ha aumentado, y la Renta Nacional Bruta (RNB), que no lo ha hecho, por el descenso de los salarios y los beneficios. Y la tenaza entre la caída de los beneficios y la subida de los tipos de interés está cerrándose. Este año vencen en EE.UU. hipotecas comerciales por importe de unos 270.000 millones de dólares, la cifra más alta jamás registrada.

La eurozona ve su economía deslizarse hacia el desplome y EE.UU. se acerca también. Lejos de un aterrizaje suave pasaremos, de la mano de la inflación, del estancamiento a la recesión.

Marcos Pestana

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