Ahora que algunos/as tendremos un poco de tiempo libre en estos dos meses de cálido y vacacional verano, estaría bien ver, o rever, algunos de los clásicos cinematográficos que suscitaron en nosotros y nosotras, jóvenes aspirantes a comunistas en los años 1960, una inextinguible llama de rebeldía. Esperando interesen también a los jóvenes que nos leen hoy, y en particular a la juventud comunista del PCPE. Anacrónicamente, y sin que esta escueta propuesta sea producto de una exhaustiva reflexión cinéfila, sino de una forzosa elección y del espacio acordado a esta sección, yo propondría en primer lugar “La madre” (1926) de Vsevolod Pudovkin, una auténtica joya del cine soviético. En esta película, primer film de ficción del gran maestro del cine ruso, Pudovkin adapta la obra homónima de Máximo Gorki, publicada en 1907 y ambientada en la revolución de 1905. En ella el cineasta soviético, en un montaje ágil y trepidante al servicio de la acción, muestra la toma de conciencia revolucionaria de una madre proletaria ante la represión zarista. Mi segunda propuesta revolucionaria sería para una de esas películas que suelen acompañarnos casi toda la vida: “El Gatopardo” (1963), del cineasta marxista italiano Luchino Visconti. Un film en el que el materialismo histórico se hace celuloide para comprender visualmente la evolución dialéctica de la Historia. Ambientada en Sicilia, en 1860, Visconti narra magistralmente el fin de una época: la de la clase nobiliaria representada por el príncipe Frabrizio di Salina; y el inicio de otra: el de la codiciosa burguesía capitalista catapultada por Garibaldi y sus “camisas rojas”.
Despertar revolucionario
Mi tercera opción subversiva recae sobre la impresionante cinta española “Calle mayor” (1956), del realizador comunista Juan Antonio Bardem. Revolucionaria, porque tras las famosas Conversaciones de Salamanca en 1955, supuso, junto a otras obras cinematográficas españolas muy relevantes como “Muerte de un ciclista” (1955), igualmente de Bardem, la ruptura con el cine alienante del franquismo. Pero asimismo, porque disecciona el fascismo sociológico en una ciudad de provincias en los años 1950 como pocas películas españolas lo han hecho. Por tanto, un film trascendental que debiera proyectarse en colegios y universidades como prueba tangible de nuestra vilipendiada Memoria Histórica. Y ya que hablamos de memoria histórica, ¿qué mejor película para rendirle homenaje y concluir con ella esta oferta revolucionaria, que el contundente documental sobre la guerra civil española “Morir en Madrid” (1963) del director francés Frédéric Rossif? Excepcional film, que recopilando imágenes impresionantes de la contienda, textos y otros documentos históricos, muestra “la tragedia española” y sus terribles consecuencias. Película que, además, permite entender un momento clave de nuestra historia contemporánea: el del fascismo como arma del capital frente al despertar revolucionario de los pueblos de España. No sorprende, pues, que Franco quisiera hacerse del negativo para quemarlo.
Rosebud