La pequeña burguesía venida a menos y representada en su decadencia por la socialdemocracia posmoderna, gusta de zaherir al Capital actual “salvaje”, “depravado” e “insolidario”, preguntándose aquello de ”dónde quedó la responsabilidad social del empresariado”. Eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor, impreso en el ADN a sangre y fuego.
Sin embargo, la historia tozuda se empeña en ofrecer un relato distinto. Enumerar sin más los crímenes cometidos contra la humanidad por el capitalismo sería una tarea imposible, al menos cuantitativamente y tremendamente injusto desde la óptica cualitativa. Al final, el capitalismo viene al mundo como un proceso evolutivo socio-histórico necesario en el camino del emprendimiento humano hacia su emancipación, tanto de los avatares de la naturaleza, como socialmente de estructuras de sometimiento y explotación históricas de unos seres humanos hacia otros.
De ahí, a interpretar el advenimiento del fin de la historiai y lo perenne del capitalismo, es pura ilusión distópica a la que pretenden llevarnos partiendo de la negación de la lucha de clases, hasta aterrizar en la barbarie. Un despropósito, sin atisbo de lógica, desde la perspectiva de la dialéctica materialista sobre el devenir histórico.
En cualquier caso, tal y como Marx (2001: 646) expusiera, “El capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza".
La llamada acumulación originaria del capital, proceso que da viabilidad al capitalismo, al suponer una fase o proceso social y económico mediante el cual, se posibilita la disponibilidad de fuerza de trabajo libre, para ser explotada, está plagada de sufrimiento, explotación, robo y violencia.
Las élites dominantes de un capitalismo incipiente expropiaron a amplias masas de campesinos, expulsándolos de sus tierras, privatizando las comunales y obligándolos a buscar trabajo en las fábricas y las minas. La horca, la prisión o el castigo físico, fue la alternativa que se les daba, en muchos casos, a las personas que no tenían un empleo conocido. Los recursos financieros extraídos de la explotación de las colonias y el tráfico de esclavos sirvieron para complementar la otra cara del capital, la del capital constante lavado con sangre.ii
Paradójico como menos, que “la esclavitud en su forma más radical triunfara en los siglos de oro del liberalismo y en el corazón del mundo liberal”iii “Durante más de 400 años, 15 millones de hombres, mujeres y niños fueron víctimas del abominable comercio trasatlántico de esclavos...”iv. Otras fuentes hablan de unos 100 millones de africanos que fueron reducidos a la esclavitud. Sólo el 30% de los esclavos llegaron a su destino.
Sobre la base de este capitalismo primigenio, se asienta una sociedad que no ha cejado en usar la violencia destructiva hacia la naturaleza, contra los pueblos y la humanidad entera. Desde su etapa comercial, pasando por la industrial o la financiera hasta la actual fase del tanatocapitalismo, “capitalismo terminal, eminentemente despótico, basado en necropolíticas que tienen por objetivo el descuartizamiento de lo social y la eugenesia poblacional”v.
Hasta aquí, el capitalismo atravesó terribles vías sin las cuales, sus propias contradicciones le habrían llevado a la autodestrucción, pero prefirió echarse a las espaldas, millones de víctimas y, sobre sus cuerpos descompuestos, alzarse para continuar hacia el nihilismo.
La I Guerra Mundial causó entre 17 y 18 millones de muertos, la II podría haber llegado a 60 millones. Se trató de procesos planificados de destrucción de fuerzas productivas sin las cuales el capitalismo actual, encaminado por la misma senda, jamás habría sobrevivido a las profundas depresiones económicas y de manera natural y endógena, expirado in pace aeternum.
A partir de aquí, de forma expresa o tácita, asistimos a aquello de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, expresado desde las nóstálgicas posiciones socialdemócratas a las que el tiempo borró su espacio político y razón de ser y que, sin otra vía de escape, con poco o nada que redistribuir o reformar, se ha reinventado, por mor de la moda de la resiliencia, a otro modo de intervención social, más acorde a esta puerta trasera post del modernismo.
Es lo que vivimos en España con un PSOE reconstituido en lo ideológico y la alter-socialdemocracia de IU, Podemos, SUMAR, PCE y resto de siglas que conforman y conformarán este espectral espectro.
Su fijación en personalizar los males del capitalismo, la exigencia de la transfiguración de los monopolios en agentes económicos con responsabilidad social y la reivindicación de la superficialidad maquilladora de la injusticia social, son su nueva bandera. El flanco izquierdo de la batalla por el asentimiento de la unipolaridad. Único modo posible de entender su mundo.
Así, fiel a los dictados, no de quien les da de comer, sino de quien someterá y abandonará como un juguete viejo; es decir, la España del eje anglosajón, el occidente colectivo, el norte global… cómplice y artífice de las nuevas atrocidades del Capital. Tangibles como las de antes, pero más cibernéticas, como de cuarta revolución….
El pasado gobierno de la socialdemocrácia española se convirtió en vanguardia, junto con otros tantos mamporreros, de mil colores diversos tiznados, del apuntalamiento de un sistema en descomposición que con su pretendida unipolaridad puede arrasar con el mundo y la humanidad.
Y el trabajo bien hecho se paga, sino ¿cómo explicar la posibilidad de que vuelvan a poseer un cetro de mando engrasado con la sangre de los pueblos? Nada que no se pueda justificar con una mirada atrás que enardezca mejores tiempos y mantenga bien arriba la crítica a un presente que se empeñan en proteger.
Kike Parra
i El fin de la historia y el último hombre (The End of History and the Last Man). Francis Fukuyama (1992).
ii El descubrimiento de las comarcas auríferas y argentíferas en América, el exterminio, esclavización y soterramiento en las minas de población aborigen, la conquista y saqueo de las Indias Orientales, la transformación de Africa en un coto reservado para la caza comercial de pieles-negras, caracterizan los albores de la era de la producción capitalista. (Cap. XXIV Tomo1 El Capital)
iii Losurdo, “Contrahistoria del liberalismo”
iv Trata de Esclavos, Naciones Unidas
v. Última fase del capitalismo: Tanatocapitalismo, Andrés Piqueras, 2015