64 años después que en “Una Vida Violenta”, la aguda y radicalmente crítica pluma de Pier Paolo Passolini, describiera con extrema crudeza y maestría, la realidad material de la pobreza en la Roma de la postguerra y sus consecuencias morales entre los condenados que la padecían, su texto vuelve a sernos especialmente útil. Era una Italia que, poco a poco, abandonaba el fraternal espíritu partisano y se entregaba de bruces al capitalismo y los valores del consumismo. Un país donde la referencia organizativa del pueblo trabajador era el “Partido”, pero el paradigma de lucha ya había dejado de ser el Socialismo con todas las consecuencias que ello conllevaba.

Pero no, no vamos a hacer una crítica de esta apasionante novela que tanto os recomendamos. Solo la hemos situado porque nos va como anillo al dedo, para situar una consideración sobre las 54.5861 personas que, al finalizar 2022, tenían privada su libertad de movimiento2 y pasaban sus largas 24 horas de cada día encerrados en una de las 92 cárceles que hay en el Reino de España.

Una realidad, la de estas cárceles, que como muros cada vez más alejados de las ciudades, tratan de ocultar las miserias de esta sociedad descompuesta y a una parte importante de sus víctimas.

Cada persona presa es un drama personal que arrastras consecuencias terribles para quien lo padece y su familia, pero, sobre todo, es un fracaso de la sociedad, y así se debiera considerar para corregirse y evitarse.

¿Pero de verdad nos pensamos que eso le importa a quienes determinan esta sociedad enferma? Burgueses y toda la cohorte de políticos, curas, periodistas, profesores, artistas, a su servicio, toda esta gente que son los verdaderos ladrones, los que roban millones y se exhiben sin pudor en revistas y en los palcos de los campos de fútbol y las plazas de toros, solo les preocupa su creciente propiedad y su decadente moralidad.

Son unos golfos, pero son los que mandan y quienes imponen las reglas del juego y también las de cómo tenemos que pensar y sentirnos.

Y como pareciera que con la canícula no son es suficiente ideología la que nos transmiten con el minuto a minuto de las negociaciones para la formación del gobierno y la mili de la borbona, nos apabullan con la tragedia de una familia de famosos que tienen detenido a su hijo en Tailandia acusado de asesinato; para que sintamos empatía con su dolor y preocupación por su destino.

48.400.000 personas, desayunando, comiendo y cenando con la noticia de un “preso de bien”, pero sin datos de esas 54.586 que pasan sus días sin que nadie se acuerde ellos.

La única razón, sin duda, una cuestión de clase. Así de sencillo y así de cruel.

Cuando se abrían las noticias de todos los canales con las imágenes de la madre de este chico llegando a la cárcel acompañada del personal consular, ¿alguno de los programadores pensaba en lo que podía pasar por la cabeza de la madre o de la compañera del joven preso en una cárcel a la que no llega el transporte público y tiene que destinar todo el dinero del que dispone, a pagarse el autobús y después el taxi que le lleve a una cárcel alejada de cualquier población? ¿pensaban en los presos FIES que siguen existiendo, o en los miles de personas retenidas en los siete Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE)?

No, seguro que no. Puro desprecio y odio de clase. Quienes son considerados los despojos de “su” sociedad no cuentan, son personas fallidas –como los estados que invaden- que no merecen ninguna consideración, ni respeto… sus madres tampoco, ¡qué no los hubieran parido!

Sin embargo, la realidad es que este hecho vergonzoso de manipulación mediática de las conciencias, lejos de provocar una respuesta masiva y generar un espíritu de denuncia de esta lamentable manipulación de las conciencias, ha vuelto a darle la razón a Passolini y, pese a las evidencias que justificarían incendiar este mundo burgués hasta sus cimientos, la mayoría de la sociedad sigue siendo “la imagen misma de la felicidad: no sé fijaban en nada, pero iban directamente hacia donde tenían que ir, como un rebaño de cabritas, listos y despreocupados”.

Julio Díaz

PD: Ojalá sirvan estas líneas para sacar del cajón “ese trapo rojo, empapado y sucio que…parecía parpadear, todavía, un poco de esperanza”


1 El 93% de ellos varones y un 30,1% personas extranjeras.

2 9.025 de ellos en situación de preventivos. Presos a la espera de juicio.

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