Varios meses han pasado desde que allá por el mes de octubre se hiciera pública la Estrategia de Seguridad Nacional de los EEUU para la administración Biden Harris, que a requerimiento del Congreso y con la participación de diferentes administraciones presidenciales, programan la política exterior y la defensa del país para los siguientes cuatro años.
Partiendo de que la línea de intervención estadounidense es impermeable a las mínimas diferencias que pueden existir en relación a mandatos presidenciales anteriores o futuros, es necesario profundizar en los análisis que incorporen nuevos datos y estrategias, para añadirlos a la lucha “a muerte” que el Proletariado internacional sostiene contra el imperialismo.
En esta ocasión el plan de estrategia giró en torno a la guerra ruso-ucraniana que la propia vanguardia imperialista de barras y estrellas ha diseñado para Europa, en un claro intento de desestabilizar el avance de los mercados internacionales que escapan a su control, y que año tras año incrementan su importancia e influencia dentro del marco decadente que corresponde a la última y más violenta fase del sistema de producción capitalista.
En su introducción, el cuadragésimo sexto presidente de la “la nación más libre y democrática de la galaxia” , sentenció: “Alrededor del mundo, las naciones están viendo una vez más por qué nunca es bueno apostar contra Estados Unidos”, toda una declaración de intenciones para cualquiera que ose interponerse en la consecución de sus sagrados designios.
Desde el 2001, la continuidad del paquete de estrategias con las diferentes administraciones (demócrata/republicana), tuvo “late motiv” la lucha contra el yihadismo internacional como excusa omnipresente que legitimó las diferentes intervenciones económicas y militares fuera de sus fronteras, núcleo que fue desplazado por la administración Donald Trump en el 2017, presentando a otros actores internacionales como enemigos prioritarios del “american way life”, haciendo referencia específica a “una alianza europea” contra el “enemigo común”, y preparando así un nuevo escenario mundial de amenazas, sabotajes y conspiraciones a las que el resto del planeta asiste sin posibilidad de elección.
En este documento Rusia es presentado como un “estado peligroso” por delante de China, que queda reflejada como una amenaza más a largo plazo. Los términos de este texto aluden a promocionar la democracia por todo el planeta, calificando expresamente al estado ruso como “dictadura”, y al chino como “tecno-autocracia”, conformando una polarización mundial en la que los Estados Unidos serían los abanderados de “la libertad”, con aliados tan “progresistas” como Ucrania o Catar.
La síntesis de los 4 grandes puntos de este informe de seguridad sería:
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EEUU representa el núcleo de la firme respuesta a estas “dictaduras” en la competencia global que se avecina, como ejemplo de “bondad y moral humana” y defensor de los verdaderos “Pueblos Libres” del planeta: “Democracia Vs Autocracias”
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Señala las fortalezas internas de EEUU: la industria, la diplomacia y la innovación tecnológica, presentando a China como único competidor a tener en cuenta en capacidad e intenciones.
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Se centra en las “prioridades globales” ya mencionadas anteriormente: Rusia y China, y desarrolla otras en un segundo plano como el cambio climático, la seguridad energética, las pandemias, el control de la escalada armamentística y el terrorismo cibernético (nótese su maestría en el cinismo más descarado), la seguridad alimentaria, o la economía y el comercio.
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Aborda las alianzas estratégicas que pretende fomentar la administración estadounidense: apertura del indopacífico, refuerzo en las relaciones europeas y las llamadas “democracias del hemisferio oeste” (nuevo concepto anglosajón para referirse a estados del Continente Americano más sometidos al imperialismo), alerta sobre Oriente Medio (otorgando cierta continuidad a la estrategia de la “era Trump”), además de otros conceptos como las relaciones con África, el Ártico, y los espacios marítimos, aéreos y ultraterrestres (la interminable carrera espacial).
En un anexo posterior sin precedentes, la Agencia de Seguridad incluyó varios apartados sobre el fortalecimiento del armamento nuclear dentro de sus fronteras y en aquellas zonas estratégicas aliadas que lo precisaran, en un clara provocación a todas las naciones no alienadas al imperialismo occidental.
Cualquiera que haga una rápida valoración de lo acontecido desde la presentación de esta última hoja de ruta imperialista (incremento exponencial de la ayuda armamentística al gobierno golpista nazi-ucraniano, imposición de sanciones contra Rusia que atentan contra los intereses de la propia burguesía europea, sabotaje y destrucción de infraestructuras estratégicas como el NordStream, visitas oficiales de mandatarios estadounidenses a Taiwán, propaganda patriótica chovinista como la destrucción de un falso “globo espía chino”, anuncio de la próxima integración de Finlandia y Suecia como miembros de la OTAN…) debe darse cuenta de que el imperialismo capitalista, abanderado en este momento histórico por los Estados Unidos de América, no tiene ninguna intención en acercarse a un futuro cese de hostilidades, a un progresivo desarme global, o a una disminución de sus fuerzas militares en el extranjero, sino que utiliza sus ingentes recursos en afianzar e incrementar su condición de ser la mayor amenaza para la libertad y soberanía de los pueblos del mundo, para el sostenimiento del ecosistema y la biodiversidad, y para el desarrollo evolutivo del ser humano como especie, que solo podrán llegar con la superación revolucionaria del sistema capitalista y la imposición de los intereses de la mayoría social productora sobre la actual e insignificante minoría privilegiada.
Lucho Bobet
PCPC-PCPE