Cosentino es una empresa de éxito, un ejemplo claro de cómo el capital es capaz de innovar y expandirse. Ha ganado premios de todo tipo. La Junta de Andalucía (da igual si la gobierna el PSOE o el PP) premió al empresario mientras los casos de silicosis de sus trabajadores llegaban a la Justicia.

A estas alturas hay varias asociaciones de afectados por la silicosis, distribuidas por todo el país, que han pedido que se le retiren los premios. 

El 7 de febrero de 2023, Francisco Fernández Cosentino ha sido condenado a la pena de 6 meses y tres días de prisión. El Juzgado de lo Penal número dos de Vigo ha condenado al presidente de Cosentino a seis meses de prisión y al pago de una indemnización de 1,1 millones a los trabajadores de una marmolería gallega afectados por silicosis. La sentencia señala que Cosentino conocía desde el año 2000 los riesgos y la peligrosidad que conllevaba la manipulación del silestone puesto que «varios de sus empleados habían contraído la silicosis al elaborarlo en su fábrica de Almería»

Pero ¿qué hay detrás de esto? Silestone, la marca estrella de Cosentino, un material fabricado comprimiendo resina de poliéster y sílice en granos para tapar todos los huecos, quedando un compuesto de aproximadamente un 90% de sílice y cristobalita, material cuyo polvo inhalado genera silicosis en poco tiempo. Pero además, ese conglomerado no es ignífugo y al arder produce humo igualmente tóxico. En los conglomerados se encuentran 78 componentes químicos.

También se han identificado una treintena de alteradores endocrinos junto con compuestos orgánicos volátiles (COV) y ftalatos. «Los COV y los COSV (HAP, ftalatos, etc.) pueden contaminar el aire ambiente simplemente calentando el material. Por tanto, también existe el riesgo de que se produzcan humos tóxicos si se coloca una sartén caliente sobre la superficie de trabajo o si se vierte leche caliente.

Cosentino, una empresa que en 2021 facturó 1.401 millones, cuenta con 5.425 trabajadores y filiales en 30 países, ha admitido, con la hipócrita intención de lavar su criminalidad y hacerse pasar por honrados  capitalistas,  que ocultó el origen de la silicosis que afecta a la mayoría de los 1.856 operarios aquejados de esta enfermedad respiratoria crónica en el sector de las encimeras de cocina entre 2007 y 2019, según cálculos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Esto sin tener en cuenta que otros muchos casos de afectados no se han contabilizado y quizás jamás se haga.

Ante la posible salida a Bolsa (ahora en duda), la empresa habría de dotar varios miles de millones para las reclamaciones, porque afectados hay miles. No sólo son los empleados directos de las fábricas de Cosentino, sino también todos aquellos empleados de talleres de marmolistería y piedra artificial que compraban material a Cosentino. Habrá que ver cómo reaccionan los políticos burgueses contra los afectados, desde los que lo negarán todo (PP-PSOE-VOX) hasta quienes dirán que es el mismo caso de las Bases de la OTAN, que hay que dejarlas porque dan trabajo. Se ve que ninguno piensa trabajar en talleres e inhalar esos polvos

Uno de los afectados es Eloy Fuentes, militante comunista, quien nos explica cómo se contaminó y cuál es su situación.

Después de trabajar durante casi 30 años en el sector, Eloy se considera uno de los primeros en trabajar con los conglomerados de cuarzo (Silestone y marcas parecidas). Lo hizo en su Barcelona natal y recuerda cómo a partir del año 2.000, la Inspección de Trabajo obligaba a que la ropa usada en los talleres no saliera de los mismos y debía ser lavada in situ.

En la ficha técnica del producto no venía nada sobre el posible daño que causaba su utilización ni las medidas a tomar en su manejo. Es sólo a partir de 2009 que informan a los talleres externos y cambian la ficha técnica del producto.

Hay más marcas, derivadas del entramado empresarial de Cosentino, así tenemos Compact que se fabrica en Portugal, Caesarstone de EE.UU.,  Dragostone que, según el camarada, venía de Israel, etc.

Actualmente, Eloy Fuentes, tiene reducida su capacidad pulmonar a un 70%, derivado de esto, el agotamiento físico y la somnolencia y una cierta dosis de depresión; porque a fecha actual la fase final esperada de la silicosis es el cáncer de pulmón y no hay tratamiento para la enfermedad, sólo prevención.  Eloy (como cualquier afectado por silicosis) no puede trabajar en entornos con mucho polvo, donde se usen pinturas o disolventes o productos tóxicos.

Tiene reconocida una incapacidad total permanente para trabajar en estos ambientes. Lo más sangrante es cómo lo trató la mutua: “inicialmente la mutua me dio un no apto temporal. Pasado el tiempo, acaban inhibiéndose, por lo que acudí al neumólogo de la seguridad social, quien me confirmó el diagnóstico”.

Un año tardó en tener el diagnóstico y pasar por el Tribunal Médico y tres meses para que le concedieran la prestación, que va en función del último año cotizado.

“La enfermedad sigue evolucionando, aunque se eviten los riesgos”

Eloy, como miles de afectados, sigue peleando contra “los emprendedores sin escrúpulos, las mutuas sin escrúpulos y una administración indolente”

Porque la responsabilidad no sólo es de Cosentino; muchos talleres, esas pequeñas PYMES, que para la socialdemocracia son el capitalismo bueno, no entregaban EPI después de conocerse lo fatídico que era el polvo de Silestone, y como comentan muchos trabajadores, había que seguir en el tajo por miedo a perder el trabajo. Las empresas de vigilancia de la salud actuaron como meros burócratas con su negocio pujante; las Mutuas lavándose las manos la más de las veces para no tener que pagar bajas; y la administración pública con una inspección infradotada y que prefiere premiar a sus “emprendedores” que salvar a la clase obrera.

Sólo el pueblo organizado salva al pueblo.

 

Juan Luis Corbacho y Eloy Fuentes

 

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