El conflicto militar que se está desarrollando en territorio ucraniano desde hace ahora un año tiene como contendientes a la Federación Rusa y a la OTAN, que utiliza al ejército de Ucrania como primera fuerza de choque.

Sin embargo, el propósito de este artículo es centrar la guerra que los EE. UU. vienen desarrollando desde hace muchos años contra la República Popular China.

Desde hace décadas, las estadísticas situaban una creciente tendencia al desplazamiento de los EE. UU. en el terreno de la economía mundial por China.

La economía china viene superando las previsiones de crecimiento desde aproximadamente 1978, llegando en 2007 al 11.7 % del crecimiento del PIB. Su crecimiento medio durante los últimos 28 años ha sido de 9.7 %, que le condujo 3.41 billones de dólares estadounidenses. Uno de sus factores principales es su capacidad exportadora basada en un fuerte desarrollo de su proceso productivo. Por ello, la fase grave de la crisis capitalista desatada en 2008 ha tenido repercusiones en una ralentización que, incluso, con la pandemia de la COVID-19, ha generado unos datos de crecimiento todavía más reducidos. En 2018 se creció un 6.7 %, en 2019 un 6.1 %, en 2020 se bajó al 2.2 %, y en 2021 se recuperó hasta el 8.1 %.

El ciclo expansivo parece que ha tocado techo por el momento. Los otros factores que han impulsado la economía china también parece que se han detenido. Tanto la tasa de ahorro y de inversión, como la afluencia de capital externo mantienen la tendencia decreciente por las grandes dificultades de sostenimiento del propio sistema capitalista.

Sin embargo, situado el elemento material, debemos situarnos en el terreno de la política y la confrontación que inexorablemente se muestran sin vacilaciones a través de los pronunciamientos y de los gestos de guerra provocadores que el imperialismo norteamericano está situando, con las miserables mentiras que les han proporcionado pingües beneficios en sus políticas de ocupación, bloqueos, sanciones, pillaje y guerras… ¡muchas guerras!

El PCPE viene defendiendo la teoría de encontrarnos en la fase final del capitalismo, fase en la que las transformaciones sociales y las revoluciones hallan las condiciones objetivas más determinantes, pero una fase en estos momentos de la Historia caracterizada por su peligro.

El Partido Comunista Chino y el gobierno de Xi Jinping actúan con suma cautela a las provocaciones de Washington. La primera prueba de la violencia se desató con la imputación a laboratorios chinos de haber generado la pandemia de la COVID-19, con la macabra intención de inculpar a China de las consecuencias de una mortalidad que ha asolado el planeta. Ningún pudor se tuvo para utilizar a la OMS como catapulta de la propaganda antichina.

Agotada esta falsedad por la imposibilidad de mostrar pruebas irrefutables, la cascada de provocaciones no se ha detenido. La parada de la vicepresidenta de los EE. UU. Kamala Harris en la isla de Taiwán, refugio de los contrarrevolucionarios chinos que fueron derrotados por Mao, encontraba una denuncia del Ministerio de Asuntos Exteriores chino por injerencia en asuntos internos. Taiwán forma parte de la soberanía territorial de la República Popular China que está tratando de recuperar por vía diplomática y de los preceptos del Derecho Internacional que le asiste, evitando cualquier incidente que promueva una acción militar.

La administración Biden sostiene la tensión a través de los incidentes de los globos que transitan espacios casi estratosféricos con fines científicos de información. Con una amplia demostración propagandística e hipócrita, han derribado los globos aduciendo inicialmente que se trataba de obtener información sobre bases militares con armamento nuclear, acompañándolo de una cancelación de visita programada de Blinken a Beijing. Todo un esperpento de parodia toda vez que han tenido que corregir sus primeras acusaciones.

No obstante, se insiste en vehicular la tensión a través de Taiwán. Una representación mixta del congreso visita de nuevo la isla.

Asistiendo a las primeras escaramuzas de la Tercera Guerra Mundial, los ejércitos se preparan estratégica y tácticamente. Entre los 15 puntos que abordaba el XX Congreso del Partido Comunista Chino, uno de ellos lo dedicaba a la defensa: “promover la modernización de los sistemas y capacidades de seguridad nacional, y salvaguardar resueltamente la seguridad nacional y la estabilidad social”.

¡NO VA MÁS!, la bolita no puede caer en el negro.

Víctor Lucas

uyl_logo40a.png