La situación de la clase obrera en el Estado español es cada vez más abrumadora. Hemos visto como la carestía de la vida se ha disparado y nuestras condiciones laborales no mejoran, por mucho que nos quieran maquillar en La Sexta datos a costa de la temporalidad y de la precariedad de las trabajadoras y de los trabajadores.

Los productos básicos se han encarecido un 15 % en el último año, en el cual hemos pagado de media 5 veces más de luz que en 2.020, los que hemos podido gozar de ese privilegio. Lo llamamos privilegio, porque a pesar de ser un derecho fundamental, estos últimos años hemos visto casos que corroboran nuestra afirmación. Al igual que a lo que denominan “pobreza energética”, las y los comunistas lo llamamos pobreza, consecuencia de un sistema de rapiña como es el capitalismo.

Estas Navidades no solo celebrábamos el 2.022 el cumpleaños de “nuestro salvador”, también cumplían las más de 7 .000 vecinas y vecinos de la Cañada Real (Madrid) tres inviernos sin electricidad. Organizaciones internacionales como Save the Children han denunciado esta situación e incluso el Comité Europeo ha requerido que se ponga una solución a esta situación que atenta únicamente contra las familias proletarias. No creemos que sea una problemática que vaya a afectar a El Viso o a la Castellana, sino a los barrios obreros.

Lidia Martínez, presidenta de una de las asociaciones vecinales de la Cañada Real, en una entrevista para la Cadena Ser también afirmaba: "pensamos que es una forma de hacernos bullying para que nos vayamos. Casualidades de la vida, nos encontramos que hay desarrollos urbanísticos cercanos donde están trabajando continuamente. Es una presión para que los vecinos de la Cañada nos vayamos". Poniendo de manifiesto las rastreras estrategias que ha utilizado, utiliza y utilizará para conseguir sus objetivos.

También diferentes barrios obreros de la periferia sevillana viven una situación similar, con la consigna de “hasta los ovarios de los cortes diarios” enfrentan las vecinas y vecinos de San José de Palmete, Torreblanca, Bellavista, entre otros, los dos años con cortes de luz periódicos.

Lo que comenzó como una protesta espontánea, derivó en la unión y organización de dichos barrios en plataformas como Barrios Hartos. Contaba Ana María Vega, vecina de Padre Pío, en una entrevista para Público que a sus 55 nunca había participado en ningún movimiento vecinal y afirmaba que individualmente era imposible solucionar nada y que descubrió una unión vecinal impresionante, como nunca había visto en su barrio.

Las vecinas y los vecinos de estos barrios llevan mucho tiempo siendo un ejemplo de lucha barrial, con una gran organización y un poder de convocatoria envidiable. A pesar de ello, a la clase obrera no van a regalarnos nada y la situación actual aún dista de los intereses de estas familias trabajadoras.

La problemática atenta directamente contra la calidad de vida de la clase obrera y en pleno invierno el acceso a la electricidad se hace una necesidad básica. No queremos volver a escuchar noticias de un incendio a causa de unas velas, queremos condiciones dignas para la clase obrera.

Estas cuestiones nos muestran, por un lado, la ineficacia del sistema capitalista y su invalidez para los intereses de la clase obrera.  Por otro, la incapacidad de la socialdemocracia para, como nos pretenden vender, solucionar los problemas de las trabajadoras y de los trabajadores; y también, la necesidad conjunta tanto de la unión, la solidaridad obrera, la organización y la lucha como de la nacionalización de los medios de producción en general, pero más específicamente para solucionar estas cuestiones, en los sectores estratégicos.

Jordi Franch García

 

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