Se acerca una de las fechas de más consumo del año en el planeta. El capitalismo se engalana para ofrecer miles de productos a “precios competitivos”, fruto de la explotación a miles de trabajadores y trabajadoras de todo el mundo. En la última década, los “regalos estrellas” han sido los relacionados con el acceso a las nuevas tecnologías y a internet (móviles, tabletas, consolas, ordenadores,… ) y esto, cada vez, a edades más tempranas.

Niños, niñas y adolescentes se asoman a mundo nuevo donde el machismo y el patriarcado, como en la sociedad en general, tienen un papel dominante, y, además, no existen límites ni físicos ni geográficos. Violencia, acoso, bullying, pornografía al alcance de sus manos en un sólo click y de forma inmediata.

Control

Uno de los ejemplos más frecuentes que encontramos, mayoritariamente entre adolescentes, pero también en adultos, es el de chantajear a las mujeres para pedirnos como “prueba de amor” el acceso a nuestro móvil, con los argumentos de siempre: “si no tienes nada que esconder, ¿por qué no me das tu contraseña?", o “no me la das porque ya no me quieres”.

Lo mismo ocurre con las aplicaciones de geolocalización para conocer la ubicación de las personas: WhatsApp cuenta con un nuevo truco que permite conocer la ubicación exacta de un contacto sin que te la mande. Son ejemplos claros de control hacia las mujeres, de la idea de concebir a la mujer como una propiedad privada que les pertenece. Supone una forma de dominación sobre las mujeres mediante estrategias humillantes.

Vigilancia y acoso

También encontramos muchos casos de violencia de género ejercida a través de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea, con el agravante de que, en ocasiones, se esconden detrás de perfiles falsos con los que acosan e insultan a las mujeres, con total impunidad; aunque algunos ni siquiera se esconden: lo hacen desde sus propios perfiles, sin temor. Y como en la vida misma, también surgen manadas que ejercen esta violencia en grupo. Imposible olvidarnos de aquellos que graban su maltrato, acoso y violaciones como si fueran “hazañas” para luego difundirlas a través de estos medios, generando más violencia, y en algunos casos, la imitación por parte de otros hombres.

Otros utilizan las redes sociales para acechar a sus parejas y recriminarles la ropa que llevan, su forma de posar, las personas con las que comparten su ocio, el acercamiento en las fotos a otros hombres, etc. Tras esa vigilancia, llegan los gritos, los insultos y los malos tratos.

Delitos contra la intimidad

En algunas ocasiones, durante una relación, las parejas intercambian fotografías íntimas, que son utilizadas para diferentes tipos de chantaje. Y cuando no consiguen que las mujeres cedan o quieren humillarnos, se dedican a difundir estas imágenes que afectan a la privacidad e intimidad, además del daño que supone a nuestra imagen pública, pues siempre somos las mujeres las que somos juzgadas por esas imágenes; aunque seamos las agredidas, hablarán de nosotras, nunca de ellos.

Invasión de los espacios privados

La última moda consiste en enviar fotos de sus pollas erectas sin venir a cuento y sin contar con el consentimiento de la destinataria, convirtiéndose en una forma de acoso sexual.

Todos estos ejemplos nos muestran que el patriarcado no es algo del siglo pasado, sino que utiliza todos los medios a su alcance para ejercer la violencia de género de forma sistemática, para mantener a las mujeres vigiladas, controladas e intentando paralizarlas a través del miedo.

Pero acabar con la violencia digital no será posible si no continuamos nuestra lucha contra el patriarcado, un patriarcado sostenido y alentado por el sistema capitalista que marca en todo momento, a su conveniencia, la desigualdad entre hombres y mujeres. Nos expulsa del mercado laboral cuando le conviene, mantiene y alienta la brecha salarial, se apodera de nuestros cuerpos, su justicia es machista, las mujeres siempre somos sometidas a juicio, aunque seamos las víctimas.

Desde el Partido Comunista de los Pueblos de España continuaremos nuestra lucha contra el capitalismo y el patriarcado en todos los ámbitos de la sociedad, y para ello, también es importante visibilizar y denunciar las viejas prácticas machistas, aunque se escondan detrás de una pantalla.

Sonia Iruela

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