Las últimas tasas de paro en la juventud la sitúan en 29,8% (dato INE) en febrero de este mismo año. Las cifras dicen que volvemos a la tasa de paro antes de la pandemia, olvidando que ha sido el empleo juvenil junto con el temporal el más afectado en la pandemia, y dos años de crisis no se solucionan volviendo a la cifra anterior de paro, la cual ha sido la más alta de Europa durante este periodo, y ahora se sitúa entre las tres más altas.

La tasa de paro más alta se da en la franja de edad 16-19 años, que actualmente casi duplica a la siguiente franja más numerosa 20-25 años (datos INE), siendo así la juventud el grupo de edad que más dificultades tenemos para acceder a un empleo, y cuando lo conseguimos es en peores condiciones. La explotación a la juventud tiene sus pilares en las altas tasas de paro y la baja necesidad de cualificación necesaria para sus tareas. Esto, junto a que la juventud, no solemos tener cargas familiares y en ocasiones contamos con el apoyo económico de nuestra familia, coloca el valor de nuestra fuerza de trabajo como mercancía en el mercado a niveles muy bajos, dando como consecuencia unos salarios y condiciones laborales lamentables. La juventud realizamos las tareas de base del sistema productivo (logística, reparto ...) sin las cuales el sistema es difícilmente sostenible.

El conjunto de la juventud pasamos por las mayores tasas de paro mientras intentamos formarnos para no acabar en otra de las mayores tasas de paro llamado de baja cualificación, ya que el acceso a la formación sigue sin estar garantizado.

La juventud olvidada por la socialdemocracia:

Mientras intentan convencer que su reforma laboral es la única salida hacia un futuro digno de la juventud desde el comunismo tenemos claro que en este sistema capitalista la explotación a la que somos sometidas nunca nos dará ese futuro digno. En esta reforma solo maquilla y amortigua la realidad de la explotación que sufrimos.

La flexibilidad que se da a las empresas supone la inseguridad de quienes allí trabajan, aumentando la vulnerabilidad ante el despido, junto con que no se resuelve el problema de la temporalidad de los contratos, incluye muy pequeñas medidas que no atacan ni resuelven la situación. Se han creado nuevos contratos temporales pese a que se hayan eliminado los anteriores (como el de obra y servicio) nuevo nombre de contrato, misma explotación, junto con el contrato de formación, mantener el contrato de prácticas para los estudiantes (accediendo al puesto para el que nos estamos preparando para el futuro con todas las responsabilidades pero cobrando hasta el 60% de lo estipulado para ese puesto) y añadir la compaginación de estas prácticas con el estudio, formarnos para trabajar, y trabajar gratis o prácticamente para formarnos.

Las ETTs y subcontratas, siguen sin aplicar el convenio de la empresa para la que se trabaja realmente, y se aplica el de sector de actividad. La juventud accede muchas veces a sus empleos a través de la ETT, las grandes empresas consiguen subcontratar parte de la fuerza de trabajo que necesita, para así no tener que ampliar sus convenios colectivos y tener trabajadoras con menos derechos. Por si esta inseguridad no fuese suficiente han creado el mecanismo RED, para en situaciones de crisis poder realizar la propuesta conjunta con los ministerio de Trabajo y Economía Social, Asuntos Económicos y transformación digital, y de Inclusión, Seguridad Social y migraciones para cambiar las condiciones del contrato (horario, centro, o salario)

La juventud debemos posicionarnos en los últimos conflictos laborales (la huelga en Cádiz, la del metal en Alicante, el cierre de Nordex…) las huelgas de ahora son los derechos laborales y puestos del futuro a los que accederemos por los que seguiremos luchando. Tanto si ya hemos entrado en el mercado laboral, si aún no o si estamos en paro debemos colocarnos del lado de las luchas de clase, ya que sus derechos son los nuestros. Nuestra militancia debe crear conciencia entre la juventud de solidaridad con estos conflictos, debemos reconocernos como clase obrera y no permitir que su socialdemocracia diluya nuestro concepto de clase.

Desde la JCPE creemos en comenzar la organización en los centros de estudio, es necesario que nos movilicemos desde ahí, para cuando accedamos a un puesto de trabajo continuemos allí nuestra organización en torno a la lucha obrera. Debemos aumentar la conciencia sobre la explotación que sufrimos para reconocernos como clase obrera, y crear conciencia a través de esto.

Edurne Batanero

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