Llega otro 8 de marzo y toca analizar las condiciones de vida y laborales y los datos nos dicen que han empeorado sustancialmente. Las mujeres estamos a la cabeza del paro y a la cola de los ingresos.

Con una tasa de desempleo del 15,04% (2021) (1,6 millones frente a 1,4 millones de hombres) y un mercado laboral precarizado, con trabajos mal pagados y aún con el milagro económico de la ministra del pacto social, el paro de las mujeres se ha reducido la mitad que el de los hombres en el último año. Con trabajos mal pagados y una agenda familiar de cuidados que nos impone asumir contratos a tiempo parcial, el triple que los hombres, en la “nueva normalidad” la pobreza sigue teniendo rostro y cuerpo de mujer.

Crisis tras crisis, ya sean financieras, bélicas o sanitarias, las mujeres siguen pagando más caras las mismas. En la actual no iba ser distinto: según el último informe de FOESSA, cuatro de cada diez personas están en situación de exclusión social por su inestabilidad laboral y sus escasos ingresos, el porcentaje de población en situación de carencia material severa aumenta casi un 50% (del 4,7% al 7,0%), profundizándose también la brecha de género: en aquellos hogares con una mujer como sustentadora principal, la tasa de exclusión duplica a la de los que los ingresos, o su mayoría, los aporta un varón.

Otro tanto de lo mismo pasa con la brecha salarial. Según las cifras sobre diferencias salariales obtenidos por la AET del 2020, la brecha se situaba en el 20,29%; revisando las del 2022, los hombres anotan salarios medios de 17.577 euros, frente a los 11.487 euros de las mujeres. Analizando los ERTEs, el CSIF denuncia que ellas ya ganan un 34,6 % menos, la diferencia en términos de temporalidad respecto a los hombres se ha multiplicado por diez. Así, si en 2019 había 27.700 mujeres más en contratación temporal, en el mismo período del 2021 había 272.500 más. Por estado civil, el estudio revela que hay 756.200 mujeres casadas en paro, frente a los 431.400 hombres: es decir, casi el doble.

En resumen, estos dos años de crisis COVID y la gestión hecha por capitalismo español dejan una huella brutal, con aumento de las desigualdad y exclusión, que profundiza y cronifica la fractura social. Mientras 23 mil-millonarios españoles han visto crecer su riqueza un 29% durante la pandemia, más de un millón de personas han empezado a padecer graves carencias materiales. Según Intermón Oxfam, de continuar la reciente progresión de la pobreza en España (con 2,1 millones de pobres más al año desde que se inició la crisis), en una década se alcanzarían alrededor de 18 millones de pobres, lo que supondría casi un 40% de la población total en el país; la desigualdad habría tomado unas dimensiones descomunales y el 20% de las personas más ricas en España podrían llegar a ingresar de media 15 veces más que el 20% de las personas con menos renta.

Si las diferencias de ingresos determinadas por la clase ya resultan insoportables, si le sumas la de género y raza las brechas se tornan obscenas. Las mujeres trabajadoras, especialmente las migrantes, sostenemos con nuestro trabajo, pagado o no, este sistema; recibiendo a cada embate de las crisis sistémicas del capital más explotación y opresión, ofreciéndonos una precarización de la vida que inunda todos sus aspectos. Frente a esto, determinados sectores del feminismo andan enfrascados en debates marcados por la burguesía sobre el sexo de los ángeles, olvidando que se reivindica este día: que somos las mujeres trabajadoras las que sufrimos el peso múltiple la explotación de clase, de la discriminación de género, del racismo y el sexismo.

Por eso, TOMAMOS PARTIDO: nos convocamos a combatir la explotación y la opresión en la calle, en el trabajo, en las escuelas, en las casas, etc. En este 8 de marzo, nuestro día, el día de las mujeres que mueven el mundo, el de las que ponen en marcha todo lo necesario para producir, incluyendo la propia vida, nos conminamos a luchar. Porque nuestra lucha decide, porque sin nosotras todo se para, porque sin nosotras no hay revolución que valga.

Tatiana Delgado Plasencia

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