Se atribuye a Bertolt Brecht la frase “¡Qué tiempos serán los que vivimos que hay que defender lo obvio!”. Algo que, sin duda, fue una aplastante verdad en el momento histórico que le tocó vivir continúa siendo cierto. Nada es más obvio que el hecho de que la clase trabajadora es la que lo produce todo: alimentos, productos industriales, servicios, infraestructuras, transporte de personas y mercancías, telecomunicaciones, educación, sanidad, investigación,… ¡TODO, absolutamente TODO! Sin la clase obrera no se mueve ni un solo engranaje, sin nuestro trabajo desde el pequeño tendero a los consejos de accionistas de las grandes empresas dejarían de obtener siquiera un euro de beneficio.

Despojados/as de los medios de producción, la clase obrera y el pueblo trabajador no decide qué, cuánto ni cómo se produce, con desastrosas consecuencias sociales y medioambientales. Eso, y no otra cosa, es el capitalismo. ¡Y aún el patrón se atreve a retorcer la realidad diciéndonos que nos da empleo!, pero las empresas sólo generan el trabajo explotado que estrictamente necesitan para optimizar la obtención de plusvalía, incluyendo robo de horas extra, de cotizaciones a la seguridad social, temporalidad y parcialidad forzosas, brechas de género, de edad y de origen. El resto,… enfermedades y accidentes laborales, paro y miseria. La realidad es que la producción en manos de nuestra clase, exclusivamente enfocada a la satisfacción de las necesidades sociales y medioambientales generaría muchos más y mejores puestos de trabajo que la especulación y maximización de beneficios empresariales.

Décadas de sindicalismo cómplice e institucionalizado, cada vez más burocrático, sectario y alejado de las plantillas, regido por el principio de “más vale un mal acuerdo que un buen conflicto”, de huelgas domesticadas frente a despidos salvajes, han sumido a las/os trabajadoras/es en una clave de derrota que nos impide reconocer nuestra propia historia, nuestro propio valor y nuestra fuerza como clase. En este contexto, hace ya 10 años surgieron los primeros Comités para la Unidad Obrera (CUO) con el objetivo directo y honesto que su denominación expresa, forjar la unidad de nuestra clase. “La unidad es la fuerza de la clase obrera” es nuestro lema. Los CUO, consecuentemente, no pretenden añadir una nueva sigla al tristemente fragmentado panorama sindical del Estado español, no competimos en elecciones sindicales, pero sí intervenimos en las luchas obreras con nuestros propios principios y, todo hay que decirlo, con algún que otro éxito a nuestras espaldas.

Los CUO constituyen una herramienta organizativa que agrupa a trabajadoras y trabajadores, independientemente de su afiliación o no a un sindicato, para luchar decididamente por la unidad de toda la clase trabajadora, para restituir a las asambleas de trabajadoras/es la máxima capacidad de propuesta y decisión sobre las condiciones laborales que afectan directamente a las plantillas así como sobre las medidas de lucha para alcanzarlas, y contra el Pacto Social (pensionazos, acuerdos marco con las organizaciones patronales,…) de las cúpulas sindicales traidoras en connivencia con la patronal, que sólo pretenden maniatar la capacidad de reivindicación y lucha de los y las trabajadoras. Cuestión diferente es la negociación de convenios colectivos en un sector de la producción, territorio y/o empresa concretos, cuyo derecho defendemos siempre bajo soberanía de la asamblea de trabajadoras/es.

Los CUO, además de un instrumento de lucha, deben constituir un espacio para la reflexión y el debate organizados, para la recuperación de la cultura obrera que llevan mucho tiempo intentando arrebatarnos, del sentimiento y orgullo de pertenencia a la clase que todo lo produce frente a la que todo lo parasita, del sindicalismo de clase basado en las asambleas de trabajadoras/es y no del sindicato concebido como empresa de servicios, de la lucha más allá de la judicialización de los conflictos, de la unidad y la solidaridad de y entre las plantillas, del significado mismo del término “solidaridad” que, tomado del movimiento obrero, ha sido y es manoseado por las clases dominantes equiparándolo al de caridad. Sin esta auténtica labor pedagógica, los CUO correrían el riesgo de caer en un activismo estéril, sin hilo conductor ni fundamento sociopolítico que sustente las acciones de lucha.

No existe un objetivo más alto e imprescindible, más aún en el presente momento histórico, que intervenir para forjar la unidad de la clase obrera más allá del propio centro de trabajo o sector de la producción al que pertenezcamos. Ante el avance de posiciones del fascismo en el Estado español y en buena parte de los países del llamado capitalismo central (EE.UU. y países de la UE, principalmente), una clase obrera unida sin fisuras y nítidamente a la ofensiva será imprescindible para derrotar a la bestia.

El enemigo de clase no puede evitar dividirse presa de sus contradicciones internas, la necesidad de competir por recursos y mercados y, a nivel internacional, la pugna entre potencias imperialistas incluida la guerra, generalmente y al menos por ahora, en terceros países. La clase obrera y el pueblo trabajador en su conjunto, sin embargo, sólo tenemos motivos para mantenernos unidas y unidos en defensa de nuestros intereses como clase frente a la explotación ejercida por la patronal y a favor de la paz entre todos los pueblos de la Tierra. Las clases dominantes lo saben y, por ello, permanentemente introducen elementos de división entre las/os trabajadoras/es: pensionistas actuales frente a jóvenes (y no tan jóvenes) sin perspectiva de completar a lo largo de su precaria vida laboral una carrera de cotización que les permita acceder a una pensión pública; interinas/os de larga duración frente a opositoras/es jóvenes para el acceso a la Administración Pública; dobles escalas salariales y/o de condiciones laborales dentro de una misma plantilla; “aristocracia obrera” de las empresas matriz frente a las plantillas precarizadas por las empresas auxiliares (industria automovilística, naval, metalúrgica,…); trabajadoras/es del sector público frente a las/os del sector privado; brechas de género, más sangrantes aún en las pensiones que en los salarios; o, por supuesto, una vía que el fascismo no desaprovechará si le dejamos, clase trabajadora “nativa” frente a “extranjera”, una inmigración que, frente a la basura vertida por los sectores más violentos de la burguesía y sus lacayos, tiene peores salarios, mayor tasa de paro pero a la vez menor cobertura de desempleo, y menos acceso a las pensiones públicas.

Con el levantamiento parcial de las restricciones ligadas a la pandemia, necesitamos reactivar, fortalecer y extender los CUO en todo el Estado español. Manteniendo todas las precauciones sanitarias que, más allá de la propaganda oficial, la clase trabajadora y el pueblo respetamos infinitamente más que la patronal y sus hijos/as, debemos retomar tanto reuniones presenciales como acciones de agitación y propaganda, acciones de lucha, charlas (donde y cuando sea epidemiológicamente responsable),... debemos, en definitiva, reanudar el contacto directo con nuestra clase.

Sin renunciar a la intervención en conflictos puntuales, como llevamos haciendo desde hace una década tanto en apoyo a trabajadoras/es de pequeños centros de trabajo como a plantillas de grandes empresas, hospitales, etc, los CUO deben ampliar su actividad e intervenciones a problemáticas generales y transversales a toda la clase trabajadora lo cual, entre otras cosas, garantizará su continuidad organizativa y permitirá superar su excesiva dependencia de la convocatoria de movilizaciones o del planteamiento de conflictos laborales concretos. Campañas de denuncia de la sobreexplotación en sectores como la hostelería o el comercio (por ejemplo, contra la apertura en festivos en el País Valencià) y, más allá, la implicación activa en la lucha en defensa del sistema público de pensiones (ahora mismo diana preferente del ataque por parte del gobierno “de progreso”, la patronal y los sindicatos del pacto social), la intervención en el campo de la salud laboral tan sometida a la privatización sanitaria y otros determinantes laborales de la salud pública con nefastas consecuencias para las y los trabajadores, son sólo algunos ejemplos de imprescindibles ámbitos de actuación para los CUOs actuales y futuros.

En esta perspectiva de ampliación del foco de la actividad de los CUO vamos a insertar la propuesta de trabajar en la concienciación de las y los trabajadores de la necesidad de una Huelga General exitosa, sobre todo teniendo en cuenta las múltiples agresiones que le esperan a nuestra clase dentro del “Plan Nacional de Reformas” que la Comisión Europea le exige al Estado español a cambio de los 140.000 M€ mayoritariamente destinados a financiar a la gran patronal. Necesitamos recordarles y recordarnos que sin la clase obrera no se mueve ni un solo engranaje.

Nos sobran los motivos para luchar, sin otra alternativa que la victoria si lo hacemos unidas/os. Incorpórate a los CUO y lucha por tus derechos en solidaridad y unión con el resto de trabajadores/as:

¡La Unidad es la Fuerza de la Clase Obrera!

¡Trabajadora, Trabajador, Únete a los CUO!

¡Viva la Lucha de la Clase Obrera!

CUO de L’Alacantí


Publicado el día 1 de septiembre en comites-unidad-obrera.es

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