El Paro Nacional que empezó el 28 de abril ha convulsionado el país andino y lo ha puesto en el mapa informativo internacional. Al escribir este artículo van 14 días de Paro, en el que todos los sectores populares se han movilizado contra una reforma tributaria, al principio, y contra todo un modelo de orden político, económico y social, pensado para enriquecer a un puñado de oligarcas y drenar cantidades ingentes de recursos y capitales hacia las potencias imperialistas, fundamentalmente los EE. UU. y la UE. Mientras, como se dice en Colombia, la inmensa mayoría del pueblo en la inmunda y raspando la olla.

La respuesta a las demandas populares ha sido la más brutal represión, hasta la fecha, más de 40 asesinados por la policía, ejército y grupos paramilitares, 400 desaparecidos, cientos de heridos y cientos de detenciones. La respuesta popular ha sido resistir y pasar a la ofensiva, el movimiento obrero, estudiantil, indígena, campesino, afro, de transportistas, de los barrios populares…

Los llamados más o menos velados de la socialdemocracia representada por la Colombia Humana de Petro y por Los Comunes de Rodrigo Londoño (Timochenko) a desmovilizarse y delegar en una mesa de negociación han sido simplemente ignorados. El Comité Nacional de Paro no tiene el control del movimiento popular que conoce por décadas la forma en como la oligarquía enfrenta las demandas populares: primero las ignora, luego negocia, pero no cede y, si esto no les sirve, llega a acuerdos que luego incumple.

La respuesta del Gobierno títere de Duque y de la oligarquía ha sido arremeter contra el movimiento popular, disparando con fuego real, hasta desde helicópteros, militarizar regiones y ciudades, contratar sicarios, torturar en los centros de detención, violar y desaparecer. Nadie se salva, campesinos, obreros, indígenas, mujeres, estudiantes o vecinos que reciben una bala en su casa.

En paralelo, siguiendo la estrategia del palo y la zanahoria, el gobierno ha retirado el proyecto de reforma tributaria (para darle un nuevo redactado), ha aplazado la compra de cazabombarderos a los EE. UU. valorada en más de 4 000 millones de dólares y ha prometido a los estudiantes de menores recursos la gratuidad de la matrícula universitaria por un semestre. La oligarquía colombiana sigue sin entender que el problema no es que la soga apriete más o menos, el problema es quien sujeta la soga, el problema son las 200 familias que tienen Colombia como su explotación particular, con licencia para los más terribles crímenes con tal de mantener sus privilegios.

El Paro Nacional es la revuelta de los más. De los más pobres, de los más masacrados, de los más olvidados. De las mayorías, del 62 % pobre. Para el lector europeo es necesario entender que el Paro pasará, como mucho conseguirá hacer caer un gobierno. La falta de una dirección revolucionaria impide que la revuelta se convierta en insurrección, pero el acumulado que dejará será muy importante y marcará los próximos 20 años de reconstrucción del movimiento revolucionario después de la derrota que representó el fallido acuerdo de paz y la traición en el seno de las filas guerrilleras.

Colombia tiene un pueblo que, a pesar de los duros golpes y la brutalidad, resiste y se levanta. Desde la primera revuelta popular de los comuneros, aún en tiempos de la colonia española, el pueblo colombiano no ha dejado de luchar y de resistir. La revuelta de los comuneros fue ahogada a cuchillo después de que la Iglesia y los españoles llegaran a un acuerdo para eliminar unos impuestos abusivos: una vez depuestas las armas, los sublevados fueron apresados y ejecutados y los impuestos vueltos a decretar. Este guion se ha repetido demasiadas veces en los últimos 200 años. Con las guerrillas liberales, con los indígenas, con el campesinado, con las antiguas FARC-EP. El pueblo no olvida.

Ferran N.

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