Qué hermosos tiempos aquellos, cuando Juan Carlos aceptó solícito la Jefatura del Estado. Todo resultaba tan lirondo... Se iniciaba una democracia joven, jaranera, cachonda. El PCE  puso mucho de su parte,  con la entrega de las llaves para una nueva Constitución y la renuncia a lo que hiciera falta para no alborotar el gallinero...

Es cierto que hubo varios centenares de muertos, pero aquello era la Transición, tampoco se podía soñar con un cuento de hadas tras 40 añazos de brutal dictadura. Españita avanzaba hacia una nueva etapa histórica, hacia la modernización y  gozaba  de los parabienes de EEUU, que consideraba la Transición española un logro fundamental en su política exterior.

Cuando conocimos a aquella familia tan real, tan alta, tan rubia, tan ejemplar, tan griega y aquel Juan Carlos que prometía ser de lo mejorcito de los Borbones y  juramentaba por Dios y por todos los santos de la bóveda celeste blanquear la dictadura franquista, no podíamos creernos lo que nos estaba pasando...

Políticos, sindicalistas, progres y republicanos de toda la vida de Dios, se apresuraron a declararse  juancarlistas y expresaron su máximo respeto y admiración al Rey, a Su Majestad. Era  tan campechano, tan dicharachero y  tan ocurrente en la vida pública e institucional que embelesó a demócratas de mucha fachenda....

Pero en  abril de 2012, en un mal paso y sin linterna, Juan Carlos se rompió una pierna... y todo el mundo se enteró de una escapada con amante a un safari para matar elefantes.

En Zarzuela se volvieron locos para armar un buen discurso que convenciera a la opinión pública y tras arduas disquisiciones, les salió esto: “Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a pasar”. Pero tornó a la aspereza y Juan Carlos rompió la cabeza... la población empezó a hablar del Fortuna, del blanqueo, de Urdangarín, de transferencias a amantes, de inmensos patrimonios, de herencias, de amistades multimillonarias, de fundaciones que tenían como beneficiario a su hijo y, sin causa aparente, cayó en desgracia,  quedó con el culo al aire y en ese afán de servir a España, se piró a los Emiratos a refugiarse bajo  las faldas de un jeque.

Y aquí quedó su hijo  Felipe VI, que trepó hasta el trono en 2014, como guardián de  la Constitución. Los Borbones  siempre tan abnegados y altruistas.....

Y otra vez el PSOE, cumpliendo los anhelos del bloque oligárquico- burgués, sale trotando a elaborar una ley de la corona para reforzarla y continuar el reinado renovador de Felipe, sin sobresaltos. 

La idea fue acogida con los brazos abiertos y otra vez,  gracias a pactos y consensos, los chanchullos transmutaron  en transparencia,  la ratería en ejemplaridad y el saqueo y el pillaje en principios morales y éticos.

Y  por arte de birlibirloque, los juancarlistas se han hecho felipistas. ¡Cuánta razón les asiste!

¿Cómo comparar a Don Felipe con el pendejo, putero, cabronazo,  de su padre? La monarquía con Juan Carlos era mustia, caduca, parda, gocha... pero  con el “Preparao”  la institución se ha vuelto grácil,  pulcra, íntegra, insobornable, fiable, recatada, cabal  y muy viajada...

Y.... aquí andamos, espantando juancarlistas y felipistas para levantar una República Socialista.

Telva Mieres

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