Con tan solo 25 años ha tenido que mostrar en su vida grandes dosis de valentía. A pesar de contactarla con poco tiempo nos responde sobre la marcha que sí, que contemos con ella. Nos cuenta su año, su historia de forma abierta, sincera y decidida.
Yuli Pérez Yumar, una mujer que a pesar de su preparación está condenada por este sistema a empleos precarios y discontinuos, la situación fue complicada, estaba trabajando y días antes de la declaración del estado de alarma la echaron del puesto de trabajo, era una de las últimas incorporaciones. ..”Esto me hizo sentir supermal, porque por así decirlo, estaba volviendo a insertarme en el trabajo, estaba dando pasos a crecer otra vez en mi forma de trabajar, a darme validez a mí misma”. Afrontó el confinamiento en estas circunstancias...”Entonces me encerraron de una manera que me quedé sin trabajo, sin ERTE, sin paga, nada". Sin ayudas al no cumplir los requisitos mínimos, cayó enferma…”Para mí eso fue un boom porque a raíz de eso me empezaron a dar ataques de ansiedad y caí en un poco de depresión, casi no salgo. Me salió una dermatitis, a día de hoy siguen mirándomela. Hemos llegado a la conclusión de que todo esto es a raíz de la depresión que sufrí durante el Covid y además no me pueden dar más medicación por no afectar al hígado”.
“Así que muy mal, no he recibido ayudas, ningún tipo de apoyo por el Estado y aunque parezca que no, influye que a las personas que estemos en esas situaciones no se nos venga a ayudar y no solo ayudas económicas sino morales porque ellos con decirte quédate en casa tienen pero no saben lo mal que lo pasamos... En fin un sinfín de cosas que ha sido un desmorone completo”.
Sus condiciones laborales ya malas han ido a peor, los trabajos que le han llegado han sido con contratos precarios. Si esta situación es común en el mercado laboral, para las mujeres trans conseguir un trabajo es triplemente difícil…” conseguir un trabajo normal, corriente, un trabajo digno como cualquier otra persona es muy complicado, nos dicen que no van a involucrar a la empresa en un problema, que no quieren cosas extrañas, que normalmente solemos ser las que robamos, que creamos conflicto…cuando no es así.”
Ha tenido que soportar todo tipo de prejuicios de empresarios. Teniendo certificado para trabajar en bares, certificado profesional y después de poner muchos curriculums la citaron para una entrevista para una cafetería, el Metropol, sufriendo una experiencia que parece sacada de una película de Almodóvar pero que forma parte de la cotidianeidad de las mujeres trans. .. “fui a la entrevista, nunca he negado ser una mujer trans, no lo escondo, no tengo por qué avergonzarme, al contrario estoy muy orgullosa. Empezó a hacerme la entrevista y el hombre nota que soy una mujer trans ya sea por la barba, por la forma de hablar, no lo sé porque no me especificó, pero empezó a hacerme preguntas referidas a mi transición. Le decía que no tenía por qué responder y una de las preguntas que mas me molestó fue que si tenía pareja, al decirle que sí, me dice… A tu chica no la quiero aquí. Le dije no, yo tengo novio, yo soy una mujer y mi pareja es un hombre, hasta el día de hoy. Dice ¿cómo va a ser eso? Le dije pues siendo, dos personas que se quieren, pues una pareja. Cambia de tema y pregunta ¿tú piensas operarte, o como va a ser eso? Ya cabreada…pues sí, mira a unas les da por comprarse un coche y a mí por cortarme el pene, porque ya estaba muy cansada de sus preguntas y de forma indirecta pues intimidarme. Total que para no variar terminó por no darme el puesto de trabajo y lo único que hizo fue decirme.. bueno aquí tienes 50 euros y si quieres vamos detrás y ya sabes lo que tienes que hacer pero el puesto de trabajo no es tuyo. Salí de ahí discutiendo y alegando, me sentí tan mal que me puse a pregonar por ahí que la gente no fuera a ese bar porque era un transfóbico, un putero que lo único que quería era explotar a chicas, hacerle guarradas etc., etc. Lo pasé realmente muy mal y como esta me han pasado muchas más”.
En definitiva este año, pasada la depresión y lidiando con los problemas de salud sumado al apartheid laboral al que están sometidas las personas trans, la ha dejado devastada. …”De hecho soy la presidenta de la Asociación TransGirls Canarias para personas trans y he tenido que estar de baja para poder irme recuperando poco a poco”.
“Según el estado no tengo derecho a ninguna ayuda a pesar de pertenecer a un colectivo vulnerable y excluido socialmente”. Le gustaría que los gobiernos tuvieran en cuenta que hay muchas personas que no tenían nada y con esta situación siguen sin tener nada y por lo tanto su deber es crear políticas que de verdad ayuden a la población más vulnerable.
Esta mujer transparente, alegre y sensible que no pierde la esperanza, ha retomado su militancia en la Asociación Transgirls, se desvive por las criaturas, son su debilidad...”Yo creo que cualquier cosa puede pasar, pero no podría permitir que a nadie pequeño le pasara nada”. Fuerte, luchadora ...”difícil de roer, dura de pelar” acaba entre risas.
Secretaría Feminista.